Por Pablo Bassi, desde Bariloche | Para romper la baldosa de Aníbal “Cacho” Martínez Durán usaron un cortafierro. Había sido puesta en 2018 por sus hijos, Facundo y Verónica Martínez Durán, en un memorial construido por ordenanza municipal en el Parque Central de la ciudad de Neuquén. Hay otra baldosa con su nombre, colocada en 2012 en la calle Elordi, el último domicilio que habitó con vida. Y una más en el monumento a los vecinos desaparecidos en la dictadura, en el cementerio de Pablo Podestá, Tres de Febrero, Provincia de Buenos Aires.
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Cuando Martínez Durán desapareció tenía 26 años. Había militado en Tacuara y el Peronismo de Base contra la dictadura de Onganía. Se sumó luego a las Fuerzas Armadas Peronistas y más tarde el Ejército Revolucionario del Pueblo 22 de Agosto.
Compartió la vivienda de calle Elordi con él Aldo Duzdevich, ex diputado provincial neuquino y militante montonero: “Creo que fue a fines del 74, yo tenía diecinueve años, él un poco más. Vivíamos con el ‘Turco’ Jorge Rachid, que trajo a Cacho a guardarse”, recordó años atrás a Martínez Durán hijo.
La noche del 7 de abril de 1975, Aníbal Martínez Durán fue levantado en Rivadavia y General Paz (Ciudadela, provincia de Buenos Aires) desde un Falcon verde con sirena, de acuerdo a los testimonios recogidos por la CoNaDeP. Una versión de terceros indica que fue arrojado desde un auto, que fue blanco de bala y que ingresó con la policía al hospital de Ciudadela y huyó. No existe registro de su paso por algún centro de detención.
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“Las vamos a volver a poner todas las veces que sea necesario. Vamos a replicar cada ataque con afiches y con baldosas. Peores cosas nos pasaron en la vida”, dijo este martes Facundo Martínez Durán en el Parque Central. Estaba HIJOS Neuquén e HIJOS e HIJAS de Capital, organización que integró Facundo en sus comienzos.
“Rompieron la baldosa de mi padre, Aníbal Martínez Durán, que antes de desaparecer vino acá con intenciones de quedarse a vivir. Mi abuela Magdalena Durán de Martínez fue una Madre de Plaza de Mayo Neuquén. Vivimos la dictadura militar en esta ciudad, por eso mi padre tiene que estar recordado acá”, agregó frente a integrantes de la APDH, sobrevivientes de los Centros Clandestinos de Detención y personal municipal.
“Los cobardes de siempre no dan la cara: sobre qué fue lo que hicieron, el destino final de los desaparecidos, qué hicieron con los niños que se apropiaron. Ahora atacaron la memoria y las baldosas -dijo-. Quieren borrar, invisibilizar a los desaparecidos. Es lo que hicieron en el 75, 76, 77, durante toda la dictadura. Hacer desaparecer a toda una generación de luchadores. Por eso salimos a pegar afiches que dicen: que nos digan dónde están”.
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Subzona 5.2 fue el nombre que usó la dictadura para delimitar la represión en la Patagonia norte, donde detuvo a 390 personas entre 1976 y 1983, 49 de ellas permanecen desaparecidas. Sus nombres, junto al de otras 40 que nacieron o vivieron en la región y fueron secuestradas, figuran en el memorial. La subzona contó con 27 Centros Clandestinos de Detención. Los más grandes fueron la Unidad 9 y el cuartel del Batallón de Ingenieros de Construcciones 181, conocido como “Escuelita”.
La fundadora del Centro de Estudios Legales y Sociales y de la APDH Neuquén Noemí Labrune (fallecida en 2023) escribió “Buscados”, donde incluyó las denuncias de secuestros, detenciones y desapariciones en la región conocidas hasta 1984. Ese material incorporado a la CoNaDeP fue prueba documental del primer juicio por delitos de lesa humanidad en la provincia, realizado en 2008. Desde entonces hubo 7 juicios, con graves condenas a represores con funciones en el Ejército, Gendarmería Nacional, Policía Federal y policías de las provincias de Río Negro y Neuquén. El octavo se está desarrollando en estos días. Involucra al ex juez federal Pedro Laurentino Duarte y al ex fiscal federal Víctor Marcelo Ortiz, los únicos funcionarios judiciales de la dictadura enjuiciados. Antes de fin de año se conocerá su sentencia.