Por Federico Chechele | Número más, número menos, hace meses que todas las encuestas aseguran que el 70% de los argentinos está en desacuerdo con el nuevo préstamo del Fondo Monetario Internacional. El razonamiento es entendible y fácil de deducir: en ninguna de las otras 22 veces que la Argentina recurrió al organismo multilateral tuvo un despegue hacia la prosperidad, todo lo contrario, como siempre el destino de los préstamos es acelerar la crisis de deuda a través de la fuga de divisas, generando más pobreza y mayor pérdida de soberanía. Milei es un tragedia más, y de manual.
Anoche, el presidente Milei le puso un broche a una de las semanas más convulsiona de su gestión jactándose de un nuevo acuerdo con el FMI, como si los dólares que le van a dar a Argentina fueran un regalo y no más deuda. Además omitió decir que la devaluación que negó hasta hace unos días y la salida del cepo programada para fin de año fueron las condiciones que impuso el organismo. La Casa Rosada tenía un plan A y el FMI le cambió las reglas del juego por un plan B. El resultado lo sabremos pronto.
A pesar del desembolso de USD 15.000 millones que le otorgarán, de un total de 32.000 millones, La Libertad Avanza no la tendrá fácil para llegar a las elecciones nacionales de octubre y lograr imponerse y legitimarse como fuerza. Porque antes, o mientras tanto, deberá lidiar con los efectos de la devaluación que anunció ayer Caputo que generará más inflación -la única herramienta potente que tiene Milei para mostrar que la motosierra sirve para algo- aunque el 3,7% que anunció el INDEC ya dejó sin aliento al equipo económico. Además, como siempre sucede, cada vez que hay un acuerdo con el FMI aparecen en la letra chica la reforma laboral y la reforma jubilatoria, todo lo que la mayoría de la sociedad rechaza.
El lunes pasado al ministro Luis Caputo le explotaron los mercados y en el medio de la guerra comercial desatada por Estados Unidos contra China, en un acto desesperado, ignoró la advertencia del asesor de Donald Trump, Mauricio Claver Carone, y renovó el swap con China por un año para sostener los 5 mil millones de dólares.
El descontrol es tal que desde Balcarce 50 surgió la idea de instalar la batalla arancelaria lanzada desde la Casa Blanca como excusa para calmar los ánimos, pero alguien recordó la pandemia, la guerra entre Rusia y Ucrania y la sequía que padeció el gobierno anterior, y la maniobra duró dos tuits.
Si bien es imposible desconocer los problemas globales que acarreará el conflicto entre las máximas potencias -sobre todo ante la postura de China de “luchar hasta el final” sin alterar su política principal que es la “prosperidad común”, más la histórica paciencia del gigante asiático-, con la decisión de Milei de aislarse del Mercosur, negarse a entrar a los BRICS y someterse a las directivas de Washington, indudablemente los costos para el país serán aún mayores que los actuales.
Como se dijo en esta columna la semana pasada, hoy a Milei se le animan todos. Esta semana los mercados le revolearon el Riesgo País por la cabeza; el Juez Manuel García Mancilla se vio obligado a renunciar a 39 días de haber prestado juramento en lo que fue otro enorme papelón del jefe de Estado, esta vez compartido con la Corte Suprema; y para colmo los bloques opositores de la Cámara de Diputados lograron reunir los 129 legisladores para crear una comisión con el objetivo de investigar el escándalo de la criptomoneda que tiene involucrado al presidente de la Nación y a su entorno más íntimo.
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Para que los números en el Congreso dejaran de favorecer al Gobierno, (es la segunda derrota en dos semanas) la clave estuvo en la voltereta que se dieron los diputados que responden a los gobernadores Martín Llaryora y Raúl Jalil. El cambio de rumbo tiene una explicación que no pudieron seguir esquivando: desde que Milei asumió como presidente, las provincias perdieron $15,5 billones por coparticipación, un equivalente a 12.000 millones de dólares que la Casa Rosada se deglutió.
El catamarqueño Jalil es un ejemplo fenomenal de cómo un gobernador elegido bajo el sello del Partido Justicialista, y por ende en condición de opositor al Gobierno nacional, termina siendo funcional a la Rosada al entregar a sus diputados y senadores para que le aprueben todo lo que Mieli necesitó durante estos quince meses de gestión. Esa particular manera de hacer política le sirvió de poco, ya que esta semana tuvo que anunciar un fuerte ajuste en su provincia ante más recorte de fondos por parte de la Nación, al reformular la promoción del One Shot, iniciativa clave para el impulso del consumo en su región.
Con el dato inexpugnable de que el peronismo perdió las últimas cuatro elecciones legislativas, la última presidencial y que de 19 gobernadores pasó a tan sólo 4 (haciendo a un lado al mencionado Jalil y demás mandatarios dialoguistas), Axel Kicillof se decidió y anunció el desdoblamiento de las elecciones para el 7 de septiembre, en una maniobra audaz dada la escalada entre Cristina Kirchner y su hijo Máximo contra el gobernador bonaerense.
Durante toda la semana hubo idas y vueltas con frases hirientes, que si no fuera porque la política tiende en el futuro a ocultar acusaciones que hoy aparecen como terminales se diría que el peronismo kirchnerista está a punto de una fractura expuesta. Para eso habrá que esperar dos fechas claves, el 14 de mayo que es el cierre de las alianzas y el 24 del mismo mes cuando se cierren las listas. Fechas explosivas que pueden llegar a darle aire fresco al Gobierno nacional en octubre si prevalecen las visiones individuales por sobre las colectivas.
El menemismo fue la primera reencarnación presidencial del peronismo tras la muerte de Perón, pero no pudo dejar una descendencia política tras la salida de Menem del poder. Con Kicillof, el kirchnerismo amagaba con ser el primer ismo peronista en poder garantizar una sucesión política, pero el propio desparpajo de Cristina Kirchner podría evitarlo.
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Esta semana se realizó el tercer Paro General al Gobierno convocado por las tres centrales sindicales que estuvo precedido por una enorme movilización para acompañar y apoyar el justo reclamo de los jubilados, el sector social más perjudicado por las políticas de Milei y Caputo en su plan sistemático para pulverizar los salarios.
La contundencia de la huelga fue tal, que en las primeras horas de la jornada el Gobierno se adelantó y difundió un mensaje en las pantallas y altoparlantes de las estaciones de trenes y colectivos de Constitución y Retiro donde alertaba sobre un “ataque a la República” y afirmaba que “la casta sindical atenta contra millones de argentinos que quieren trabajar”.
“Si te extorsionan o te obligan a parar, denunciá al 134”, decía el provocador letrero.
Sistemáticamente se suele recurrir al libro 1984, de George Orwell, para explicar a los gobiernos autoritarios porque refleja de manera muy clara cómo estos tipos de regímenes manipulan a la sociedad y alteran la realidad. La necesidad de buscar un enemigo para contraponer con la sociedad tiene su lógica con estos gobiernos como los de Mieli, que hambrean y reprimen a su pueblo. Comúnmente la historia no los trata bien.
Federico Chechele en X: @fedechechele