Por Nahuel Croza | “«Laudato si’, mi’ Signore» – “Alabado seas, mi Señor”, cantaba san Francisco de Asís. En ese hermoso cántico nos recordaba que nuestra casa común es también como una hermana, con la cual compartimos la existencia, y como una madre bella que nos acoge entre sus brazos: «Alabado seas, mi Señor, por la hermana nuestra madre tierra, la cual nos sustenta, y gobierna y produce diversos frutos con coloridas flores y hierba»”.
Este es el primer párrafo de la encíclica Laudato Si’, la segunda del papa Francisco presentada en junio de 2015 –la previa, Lumen fidei, publicada en 2013, fue escrita mayormente por Benedicto XVI–. Las encíclicas son cartas de los pontífices a los obispos y a los fieles de todo el mundo sobre temas de relevancia doctrinaria para la Iglesia católica. Este texto llamado la “Encíclica ecológica” es sumamente valorado, tanto por fieles católicos como de otras religiones y ateos, por su profundo humanismo y la relevancia que da al rol de la Madre Tierra y la relación de la humanidad con ésta.
El mensaje papal defiende a la naturaleza y a las especies que la habitan, critica al consumismo y al desarrollo voraz y convoca a la acción para revertir las consecuencias. Francisco hace un llamado a su feligresía y “a todos los hombres de buena voluntad” a “cuidar la casa común”. “Esta hermana clama por el daño que le provocamos a causa del uso irresponsable y del abuso de los bienes que Dios ha puesto en ella. Hemos crecido pensando que éramos sus propietarios y dominadores, autorizados a expoliarla”, sostiene el texto. “Entre los pobres más abandonados y maltratados, está nuestra oprimida y devastada tierra, que «gime y sufre dolores de parto»”.
“Nada de este mundo nos resulta indiferente”
El papa en la encíclica toma su motivación de San Francisco de Asís, aquel a quien eligió para nombrarse como pontífice. “En él se advierte hasta qué punto son inseparables la preocupación por la naturaleza, la justicia con los pobres, el compromiso con la sociedad y la paz interior”.
Francisco en su encíclica propone el “desafío urgente de proteger nuestra casa común (que) incluye la preocupación de unir a toda la familia humana en la búsqueda de un desarrollo sostenible e integral, pues sabemos que las cosas pueden cambiar (…) La humanidad aún posee la capacidad de colaborar para construir nuestra casa común. Deseo reconocer, alentar y dar las gracias a todos los que, en los más variados sectores de la actividad humana, están trabajando para garantizar la protección de la casa que compartimos. Merecen una gratitud especial quienes luchan con vigor para resolver las consecuencias dramáticas de la degradación ambiental en las vidas de los más pobres del mundo. Los jóvenes nos reclaman un cambio. Ellos se preguntan cómo es posible que se pretenda construir un futuro mejor sin pensar en la crisis del ambiente y en los sufrimientos de los excluidos”.
“Murió el primer Papa Latinoamericano, el Papa de la Ecología Política, el que comprendió y difundió que la Justicia Social va de la mano de la Justicia Ecológica”, sostiene Enrique Viale, miembro e impulsor de la Asociación Argentina de Abogados y Abogadas Ambientalistas, que en dos ocasiones visitó al Sumo Pontífice. “Francisco escribió uno de los documentos más poderosos del Siglo XXI: la Encíclica Laudato Si´”.

“El texto habla de deuda ecológica, de comunitarismo. Crítica al consumismo, al desarrollismo, a la tecnocracia, al mundo financiero. Sostiene el respeto por otros saberes y culturas, por los pueblos indígenas, hacia el rol de la mujer. Critica la privatización de la Naturaleza y reivindica las luchas sociales. También menciona la ecología de saberes y postula a la Naturaleza como sujeto”, enumera el ambientalista quien, a pesar de definirse agnóstico, confiesa su tristeza ante la noticia. “Hoy el mundo es un poco más solitario e injusto”, declara.
“Amor civil y político”: un llamado a la acción política
“Junto con la importancia de los pequeños gestos cotidianos, el amor social nos mueve a pensar en grandes estrategias que detengan eficazmente la degradación ambiental y alienten una cultura del cuidado que impregne toda la sociedad. Cuando alguien reconoce el llamado de Dios a intervenir junto con los demás en estas dinámicas sociales, debe recordar que eso es parte de su espiritualidad, que es ejercicio de la caridad y que de ese modo madura y se santifica”, expresa el texto en un explícito llamado a la acción social y política para modificar una realidad que de perpetuarse implica la condena de la humanidad y del planeta. “Hace falta volver a sentir que nos necesitamos unos a otros, que tenemos una responsabilidad por los demás y por el mundo, que vale la pena ser buenos y honestos”.
“El amor, lleno de pequeños gestos de cuidado mutuo, es también civil y político, y se manifiesta en todas las acciones que procuran construir un mundo mejor. El amor a la sociedad y el compromiso por el bien común son una forma excelente de la caridad, que no sólo afecta a las relaciones entre los individuos, sino a «las macro-relaciones, como las relaciones sociales, económicas y políticas»”, sostiene Francisco.
“Necesitamos una solidaridad universal nueva. Como dijeron los Obispos de Sudáfrica, «se necesitan los talentos y la implicación de todos para reparar el daño causado por el abuso humano a la creación de Dios». Todos podemos colaborar como instrumentos de Dios para el cuidado de la creación, cada uno desde su cultura, su experiencia, sus iniciativas y sus capacidades”. Como podemos leer en los fragmentos que fuimos seleccionando el recientemente difunto papa no se dedicó a los eufemismos en su encíclica más difundida. A ésta le siguieron Fratelli tutti (Hermanos todos), de octubre de 2020, y Dilexit nos (Él nos amó) de octubre de 2024.
“El argentino más importante de los últimos tiempos”
Francisco tuvo una especial mirada sobre los movimientos sociales y tuvo ascendencia sobre estas organizaciones en nuestro país y toda Latinoamérica. En 2015, estuvo presente en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, para participar del II Encuentro Mundial de los Movimientos Populares. En sus palabras a los participantes, el papa destacó tres tareas primordiales para los movimientos populares: 1. poner la economía al servicio de los pueblos; 2, unir nuestros pueblos en el camino de la paz y la justicia (destacando el rechazo al colonialismo y la reafirmación de los derechos de los pueblos originarios); 3, defender la madre tierra.
En Roma, recibió a referentes cartoneros del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE) referenciado en Juan Grabois, reconocido como amigo del papa y quien visitó a Francisco en varias oportunidades.
“El papado de Francisco, sus escritos, su discurso, sus mensajes en los Encuentros Mundiales de Movimientos Populares siempre estuvieron rodeados de este mensaje de organización y lucha, de acompañar y de impulsar procesos de empoderamiento popular que tiendan a combatir la crueldad que se gesta alrededor de la práctica de endiosar al dinero como si fuese un Dios –sostiene Nicolás Caropresi, referente del MTE y la UTEP, en diálogo con Canal Abierto–. Él se hizo cargo de las tres T (de la tierra, el techo y el trabajo) y promovió desde ese lugar en armonía con la madre tierra, la idea de pelear por una sociedad digna, inclusiva, en la que no dé lo mismo que haya milmillonarios que concentran la riqueza del mundo mientras la pobreza, el hambre y la desesperación crecen a pasos agigantados”.
Caropresi recuerda que en Bolivia, Francisco “llamó a nuestros compañeros y compañeras de la economía popular, poetas sociales que desde el descarte construían los cimientos de una sociedad más igualitaria, inclusiva y basada en el amor al prójimo. Creo que esa es la principal enseñanza y lectura que hacemos los movimientos sociales del mensaje del argentino más importante en los últimos tiempos”, concluye.