Por Nahuel Croza | El Gobierno anunció que esta semana se publicará el decreto que pondrá a licitación pública nacional e internacional la venta del 44% de las acciones de Nucleoeléctrica Argentina S.A. (NASA). El Estado Nacional conservará el 51% del capital y el control accionario de la empresa, como lo establece la Ley de Bases que la incluyó dentro de las empresas estatales a privatizar.
La medida prevé que mediante un Programa de Propiedad Participada el 5% del capital social pase a manos de los trabajadores.
NASA es la empresa estatal encargada de operar las tres centrales nucleares que tiene el país (Atucha I, Atucha II, en Lima, provincia de Buenos Aires, y Embalse Río Tercero, Córdoba), que suman una potencia instalada de 1763 MW y aportan aproximadamente el 7% de la energía eléctrica consumida.
El texto del decreto se hizo conocido por la publicación del medio especializado en energía Econojournal que tuvo acceso exclusivo al documento.
El proceso de enajenación de la empresa no será total ya que la Ley de Bases 27.742, que declaró a la compañía “sujeta a privatización”, en su artículo 8 aclara expresamente que el Estado Nacional debe “mantener el control o la participación mayoritaria del capital social”.
La norma establece que se deberá requerir el voto afirmativo del Estado Nacional para la toma de decisiones que signifiquen: a) La ampliación de capacidad de una central de generación nucleoeléctrica existente y/o la construcción de una nueva;
b) La salida de servicio por motivos no técnicos, ya sea temporal o definitiva, de una central de generación nucleoeléctrica; y
c) La incorporación de accionistas en la Sociedad que le otorguen el control en los términos del artículo 33 de la ley 19.550, Ley General de Sociedades.
Actualmente, NASA es presidida por Demian Reidel, exjefe del mermado Gabinete de Asesores del presidente Milei, y autor del “Plan Nuclear” anunciado en diciembre y que por el momento no fue más que humo. El físico, formado en el Instituto Balseiro, en las últimas horas despidió a varios directivos de la compañía: el gerente de Compras, el Jurídico, el de Obras y el de Sistemas de Información, para allanar el camino hacia la privatización parcial.
“Luego de años de trabajo e inversión para terminar la central nuclear Atucha II -una proeza luego de la parálisis que se generó en la década del 90-, gracias a la decisión de Néstor Kirchner de terminarla; la extensión de vida de la central de Embalse -un mantenimiento intensivo, complejo tecnológicamente, que Argentina logró cumplir satisfactoriamente- y el mantenimiento que se está haciendo en Atucha I, deciden transferir estos conocimientos y estas inversiones al capital privado”, sostiene Rodolfo Kempf, físico y trabajador de la CNEA. “Recordemos, además, que NASA es una empresa superavitaria”, durante el primer trimestre del año, tuvo un resultado financiero positivo de $17.234 millones.
El experto advierte la gravedad que implica que la empresa pueda ser extranjerizada “y avanzar en el desmembramiento y desarticulación del área nuclear argentina, un área estratégica, precisamente cuando hay un renacimiento del sector nuclear en el mundo”.
“El gobierno intenta llevar adelante una privatización que favorezca capitales concentrados, monopólicos”, advierte Kempf, quien además señala la paupérrima situación de los trabajadores del área y el “intento de conformar junto con capitales estadounidenses, una empresa llamada Meitner Energy (un sello creado por Reidel en Estados Unidos que patentó un modelo de SMR, reactor modular pequeño, del INVAP en ese país) con la que van tomando cuadros, sectores y conocimientos claves del área nuclear para trasvasarlos a una empresa privada perdiendo soberanía, capacidades tecnológicas e industriales en Argentina”.
Este avance se da en el marco del ataque de la ciencia y la tecnología que vienen sufriendo todo el conjunto del sistema universitario nacional y nuestros investigadores e investigadoras de ciencia y tecnología a la que, pese a los dibujos y los discursos del ‘presidente centrado’ el proyecto de Presupuesto 2026 sigue recortándole fondos.
La PIAP
Los trabajadores de la Planta Industrial de Agua Pesada (PIAP), ubicada en la localidad neuquina de Arroyito, hace años reclaman por su reactivación. Allí se produce el agua pesada necesaria para el funcionamiento de las centrales nucleares en cuyos equipamientos es utilizada como refrigerante.
“Denunciamos la cesión de la PIAP a la provincia, alejando al Estado nacional de sus funciones de supervisión y control de una planta industrial estratégica. Es un avance más contra la soberanía energética y el patrimonio público”, sostiene Kempf en diálogo con Canal Abierto, señalando que este traspaso se hace cuando aún no está garantizado su funcionamiento ni su puesta en marcha; «más que traspaso es un abandono».
