Por Elisa Corzo | Durante 2024, menos de la mitad de los niños de entre 5 y 6 años recibieron las vacunas que les correspondían para comenzar la primaria. Estas son: la IPV, para prevenir la poliomielitis, la Triple viral SRP, para prevenir el sarampión, la rubéola y las paperas, laTriple bacteriana celular, para prevenir la difteria, el tétanos y coqueluche, y la de la Varicela.
Los datos surgen del Ministerio de Salud de la Nación, puntualmente, del Registro Federal de Vacunación Nominalizado (NOMIVAC). Según este reporte, el año pasado la cobertura cayó entre un 6 y un 12% en comparación con 2023. Es el nivel más bajo en los últimos 15 años. Por eso, distintos especialistas hablan de un derrumbe histórico.
También se registra una importante caída para las vacunas que se deben aplicar a los 11 años, del orden del 10%. Entre ellas figura la que previene el HPV (virus de papiloma humano), una infección que puede derivar en lesiones cancerosas. Apenas la mitad de los preadolescentes la recibieron.
En diálogo con Canal Abierto, la Presidenta de la Sociedad Argentina de Vacunología y Epidemiología (SAVE), Analía Rearte*, explica que el fenómeno es “muy preocupante”, porque en el caso de las de los 5-6 años, se trata de dosis de refuerzo “que permiten que puedas mantener en el tiempo la inmunidad que lograste con las primeras”. “Sin dosis de refuerzo eso cae rápidamente”, advierte.
En este segmento, no obstante, hay mucho para hacer: “En salud escolar tendrías como padre que presentar la vacunas”. Entonces, “se podría trabajar sobre el control. Tenés una población cautiva sobre la que podes hacer acciones”, apunta.
Por supuesto, para eso tenés que tener el personal de salud necesario para lograrlo. “No se trata de estar en el vacunatorio esperando sentado que la gente se venga a vacunar. Hay que ser proactivo, ir a buscar, hacer campaña”, señala la también ex directora Nacional de Epidemiología del Ministerio de Salud de la Nación.
En relación a las causas, dice que son múltiples. En primer lugar, desde la SAVE vienen notando un descenso en la percepción de riesgo de la población, lo que básicamente significa que como las enfermedades ya se erradicaron, bajamos la guardia. Esta “relajación” afecta también al personal de salud, sobre todo, de aquellas especialidades no tan ligadas a la vacunación, como sí lo son la pediatría o la enfermería.
El problema es que si baja la protección, también pueden regresar aquellas enfermedades que aún circulan en el mundo. Este año, Argentina volvió a registrar casos de sarampión, una enfermedad que había sido eliminada de forma sostenida en el país. En paralelo, también hay un brote de coqueluche, con 516 casos confirmados en 19 provincias.
Otro factor clave es que haya vacunas disponibles, todo el tiempo. “Este último año”, sin embargo, “hubo alguna falta de suministro”, indica Rearte. “Y si vas al vacunatorio y no está la vacuna, te volvés: eso es una oportunidad perdida. Entonces, asegurar que el insumo esté todo el tiempo es fundamental”.
Acá la responsabilidad del Ministerio de Salud de la Nación es ineludible. En su rol de rector de la política sanitaria tiene a cargo la compra, la distribución y la realización de campañas de conscientización, entre otras políticas. “Esto requiere mucha planificación” y es clave que el tema sea “prioridad en la agenda” del Estado Nacional, insiste la especialista. Que una política pública sea prioridad, subraya, requiere que se la respalde con fondos.
“Argentina es un país que confía en las vacunas”
Si bien desde la pandemia hay un crecimiento a nivel mundial de las corrientes antivacunas, la médica epidemióloga asegura que en nuestro país todavía son una porción minoritaria.
“Hay personas radicalizadas, que es un grupo de población difícil de acceder porque tiene ideas muy formadas, pero para la gran mayoría de las personas el problema es que la vacunación no es una prioridad: o se olvidaron, o se les pasó. Pero no hay un ‘no me quiero vacunar’”. Entonces, “va mas en relación a generar estrategias para que finalmente suceda la vacunación”.
Después, “hay un grupo en el medio que no son antivacunas pero que tienen alguna duda, que si uno les dedica un rato a escuchar y responder sus dudas realmente no tienen problema con la vacunación”.
En este punto, es clave “destinar recursos” y llevar campañas nacionales “más fuertes”. “El mensaje tiene que ser claro en relación a que las vacunas sirven”, destaca. En esa línea, cuestiona que cada vez haya “más mensajes ambiguos, de si las vacunas sirven o no sirven”.
A nivel local, luego de que se revelaran las cifras alarmantes sobre vacunación infantil, el ministerio de Salud lanzó un video en sus redes concientizando sobre la vacunación. Pero en paralelo, aliados al oficialismo continúan agitando mensajes antivacunas. Es el caso de la diputada Marilú Quiroz (PRO), que presentó un proyecto para revisar la obligatoriedad de la vacunación en Argentina y que en las últimas semanas impulsó un conversatorio en el Congreso titulado “¿Qué contienen realmente las vacunas del COVID-19?”.
“Realmente pocas cosas son menos discutibles que el rol de las vacunas y la importancia de la vacunación colectiva”, subraya Rearte. “Escuchaba a una diputada que hablaba de la libertad individual: ‘si quiero me vacuno, si quiero no me vacuno’”. Sin embargo, “para conseguir la eliminación de enfermedades es fundamental la vacunación colectiva”, tal como especifica la ley de vacunación 27.491.
“Te estás vacunando por vos, por supuesto, pero también para proteger a los otros”, a “personas que tienen contraindicada la vacunación o que por algún motivo no tienen acceso”, explica. “Hoy, por ejemplo, al no tener circulación de sarampión, que puede hacer enfermedad grave sobre todo en chicos con factores de riesgo o con desnutrición, si nos vacunamos los estamos protegiendo también a ellos”. “Mirar esto como algo individual –destaca Rearte- es un error y algo totalmente egoísta”.
*Analía Rearte es médica pediatra epidemióloga. Subsecretaria de Investigación y Profesora de la Escuela Superior de Medicina de la Universidad Nacional de Mar del Plata. Es asesora en epidemiología e investigación del Hospital Interzonal General de Agudos de Mar del Plata y forma parte del Hub de Innovación en Políticas de Salud y Equidad en la Universidad Nacional de San Martín. Tambiém es ex-Directora Nacional de Epidemiología del Ministerio de Salud de la Nación.
