Por Jorge Luis Bernetti* | Al asumir la presidencia de la República el 1 de mayo de 1958, Arturo Frondizi anunció entre sus medidas de gobierno la propuesta de creación del Ministerio de Defensa que fue validada por el Congreso Nacional. Esta era una de las medidas de la “modernización” que su gobierno pretendía desarrollar en el país, como sucesor de la dictadura de la “revolución libertadora” de Aramburu y Rojas que había derrocado el gobierno del presidente constitucional Juan Domingo Perón. El gobierno de Frondizi tenía un origen espurio por la proscripción del peronismo que había posibilitado su victoria. Frondizi no inventaba la pólvora con su iniciativa. En el curso de la Segunda Guerra Mundial, las potencias occidentales enemigas del nazismo y del militarismo japonés (Estados Unidos y Gran Bretaña) habían creado el Departamento de Defensa (en la primera, y construyeron el gigantesco edificio conocido como el Pentágono) y en Londres, Winston Churchill creó el ministerio de Defensa que él ejerció para tratar de superar las rivalidades y superposiciones entre las Fuerzas Armadas y subordinar estrictamente a las mismas a la conducción política, civil.
Con la partida hacia la Cámara de Diputados de Luis Petri, el presidente Milei decidió jugar un nuevo gambito en su política de integración de las FFAA a su frente político, quebrando una tradición forjada en 42 años de democracia. Por primera vez en estos años, un militar ocupará esa cartera. Y si se revisan los años desde 1958 hasta 1983 solamente dos uniformados cubrieron ese espacio, en gobiernos militares dictatoriales. Pero, ¿se trata de civiles y militares?
Para el ex ministro de Defensa de Cristina Fernández de Kirchner y también de Alberto Fernández, Agustín Rossi, se trata de un retroceso porque “la conducción política fijada por la Constitución y la ley de Defensa es ejercida por el Presidente que la delega en el Ministro de Defensa”. Al dejarla en manos militares, para Rossi, se da una “partidización de la Defensa”.
Es decir, que de un jefe del Estado Mayor General del Ejército que aplica una política se pasa a un militar que la diseña junto al Presidente. Otro ex ministro de Defensa, también del gobierno de Alberto Fernández, Jorge Taiana coincidió con Rossi afirmando que “la conducción civil de la Defensa es un consenso democrático de 40 años. Nombrar a un militar como ministro de Defensa implica la utilización partidaria de las FFAA haciéndolas parte de un gobierno que ha renunciado a la defensa de la soberanía, incluidas las Islas Malvinas, el Atlántico Sur y el sector Antártico argentino. Esta designación significa también la continuidad de una gestión que incumplió la jerarquización salarial y quebró su obra social (el Instituto de Obra Social de las Fuerzas Armadas), desprotegiendo a la familia militar”.
Es evidente que, por causa de la cuestionable operación de la compra de los aviones F-16 a Dinamarca (y Estados Unidos), y de los graves problemas salariales de todo el personal militar y la prácticamente quiebra de la Obra Social militar, el gobierno libertario trata de capturar la simpatía militar (en competencia con su díscola y apologista de la dictadura vicepresidenta Victoria Villaruel). Ingresar en el debate sin profundidad de “civiles y militares” como si se tratara de un partido de polo, constituye un mal rumbo.
Presti ingresó en el Colegio Militar en 1984, así que su carrera militar recorrió el periplo de los gobiernos democráticos. No es el caso de su padre, también militar y fallecido, que ocupó la jefatura del Regimiento 7 de Infantería en La Plata en un momento -durante la dictadura-, y en un lugar de amplia intensidad represiva. Es cierto que los hijos no son responsables de las acciones de su padre, pero el designado titular de Defensa no ha manifestado una diferencia con la regresiva política de derechos humanos del gobierno en general y, en particular, la desarrollada por el ahora renunciante ministro Petri.
Es curiosa la reacción generada por la mencionada designación en dos ex jefes del Estado Mayor del Ejército, los tenientes generales Martín Balza (durante el gobierno de Carlos Menem) y Juan Martín Paleo (durante el mandato de Alberto Fernández), tal como la expresaron en una entrevista conjunta sostenida en el programa de televisión de Jorge Fontevecchia.
Ambos militares defendieron con entusiasmo corporativo la designación de Presti, aludiendo a terminar con el pasado, como si estuvieran de acuerdo con la amnistía que procura la ultra derecha argentina y el pensamiento expresado por Milei acerca de que su gobierno terminaba con la “persecución” a las Fuerzas Armadas, un sonsonete también caro a Carlos Menem.
Frente a la curiosa decisión del gobierno y de Presti de optar por la situación militar de “disponibilidad” en lugar de retiro, allí estuvieron en contra del inminente ministro.
La disponibilidad es una condición militar transitoria que permite que un oficial pueda estar sin destino en su casa durante un año manteniendo su condición de actividad y lógicamente, su sueldo. En realidad, la “disponibilidad” ha servido a las diversas condiciones militares para colocar en el borde de la fuerza pero del lado de adentro a un oficial complicado o insubordinado. Pero ahora, Presti podría volver a la actividad plena en la Fuerza si renunciara al cargo de ministro. El pase a retiro es lo lógico para este jefe. La situación parece en realidad construida para decirle a un sector militar (un poco ingenuo) que con Presti como ministro y en actividad, el Ejército ha vuelto a tener un espacio de poder.
Ambos ex jefes consideraron “denigrante” el rechazo a la instauración de un militar en Defensa. De lo más extremo fueron las manifestaciones del general Balza quién, más allá de sus méritos en Malvinas, de la conducción de la represión a los carapintadas y de su auspicio del ingreso de mujeres en el Colegio Militar, consideró, sin que Fontevecchia se lo preguntara, que “Nilda Garré, fue una pésima ministra”. No parecía opinar lo mismo cuando almorzaba en el edificio Libertador en el comedor de Garré. También la pifió cuando le endilgó la pésima situación de la Obra Social militar a la primera mujer titular de Defensa, que fue quien la unificó en el IOSBA. La verdad es que cuando Taiana y Rossi entregaron el ministerio al gobierno de Milei la institución tenía superávit que perdió a manos de un caudaloso déficit en manos de la conducción libertaria de Milei y Petri. La volvió a pifiar el ex jefe cuando adjudicó a Garré militancia en los “grupos subversivos” en los que la peronista de izquierda nunca participó. Consideró ya en el disparate que la ex ministra había sido indultada, cuando ella nunca estuvo en presidio durante la dictadura, más allá de un secuestro de poca duración de los grupos represivos, militares, por cierto. Balza con estas declaraciones se puso a tono con el ritmo libertario. Un caso coincidente, pero con algunas diferencias, fue el de Paleo. El ex jefe del Ejército consideró que “comprar armas a un aliado de Gran Bretaña como Estados Unidos es equivocado”. También consideró que la proyección estratégica sobre la Antártida está perturbada, pero que habría que defenderla como parte de una política de Defensa nacional. Y no cree que el acercamiento (por llamarlo de alguna manera) a Estados Unidos y Gran Bretaña nos dará posibilidades de recuperar las Malvinas. Un observador se podría interrogar, ¿Por qué si piensa eso, Paleo fue candidato a senador por la Capital junto al ministro de Defensa de De la Rúa Ricardo López Murphy, que piensa todo lo contrario ¿No debería haber buscado un lugar en las listas de Fuerza Patria?
Es posible ahora que la polémica designación incremente el debate sobre Defensa, porque ahora las Fuerzas Armadas pedirán presupuesto mayor para elevar los sueldos, reparar la Obra Social y comprar armas. Vistos los escasos recursos de la economía nacional, ¿patrocinarán estas figuras un drástico incremento de impuestos sobre los ricos, evasores y remitentes al exterior de millones de dólares? Las dificultades aguardan al nuevo ministro antes de asumir.
Milei celebra su momento político agrupando militares que lo entusiasman y se entusiasman con él. El autoritarismo se ha fortalecido.
*Esta nota fue escrita para publicar en Canal Abierto.
* Jorge Luis Bernetti es periodista, escritor, licenciado en Ciencias Políticas (UNAM) y doctor en Comunicación (UNLP). Fue director de Comunicación Social del Ministerio de Defensa de la Nación Argentina entre 2005 y 2010, y actualmente es profesor titular en la Universidad de Buenos Aires (UBA) y la Universidad Nacional de La Plata (UNLP). Acaba de publicar la colección de trece tomos Historia de la Defensa Nacional, de acceso público.
