Por Violeta Moraga | Bajo el lema «Estamos vivos, por eso caminamos», las comunidades originarias de la provincia de Río Negro marcharán desde la ciudad de San Carlos de Bariloche hasta Viedma contra el nuevo código de tierras impulsado por el gobierno provincial de Alberto Weretilneck. La caravana, que atravesará de más de 800 kilómetros, arranca el 20 de abril y finaliza el 24 en la capital de la provincia, denunciará este nuevo avance que continúa con el saqueo y la destrucción del territorio, no sólo del pueblo mapuche sino de toda la sociedad rionegrina.
Hugo Aranea, de la comunidad Waiwen Kuruf, miembro del Concejo Asesor Indígena (CAI), explicó Canal Abierto el desarrollo de la movilización y sus fundamentos esenciales. La marcha va a partir el 20 de abril en dos columnas: una desde Bariloche (donde se suman comunidades de El Bolsón) y va a recorrer la línea Sur, sobre la ruta Nacional 23, donde están los mayores asentamientos de las comunidades mapuches, y la otra va a salir desde Catriel, en la zona norte de la provincia hasta Fisque Menuco (Roca). De ahí llegará a Sierra Colorada, punto de encuentro en la línea Sur, para luego arribar hasta Viedma el 24 de abril y marchar hasta la casa de Gobierno donde se entregará un documento.
Entre los puntos que se destacan, el primero refiere al pedido de reconocimiento pleno del territorio del pueblo mapuche donde hoy está la provincia de Río Negro y el rechazo al proyecto de Ley enviado por el Gobernador a la Legislatura que presenta un nuevo código de tierras. Las razones sobran, pero para empezar ignora toda la legislación y los derechos de los pueblos originarios y desconoce la existencia del pueblo mapuche-tehuelche y las comunidades que habitan el territorio.
Pero no sólo eso, sino que el nuevo código desconoce toda la legislación actual: la Ley Provincial, la Ley 2287 -que reconoce el CAI-, lo que dice la Constitución Provincial respecto al pueblo mapuche -en la que se reconocen los espacios territoriales que habita-, el artículo 75 de la Constitución Nacional inciso 17 donde también se reconoce la preexistencia de los pueblos originarios y el convenio 169 de la OIT que reconoce los territorios de los Pueblos Originarios y que ante la intención de algún proyecto sobre los mismos señala la necesidad de una consulta previa, libre e informada.
“Este nuevo código de tierras pone en riesgo no solamente los espacios territoriales del pueblo mapuche tehuelche sino que pone en riesgo a toda la sociedad, porque abre la puerta a los emprendimientos extractivistas que hay en gran parte del país en marcha como producto de la exigencia de los grandes grupos económicos”, dice Aranea.
“Es la nueva política del sistema capitalista que hoy avanza en esta política extractivista y específicamente así lo dice este nuevo código de tierras que quieren impulsar: abre las puertas a la minería, al petróleo, a las cuestiones inmobiliarias y al turismo. Y esto ya lo conocemos, porque no es lo que van a hacer, es lo que ya se está haciendo”, sostiene Aranea. Hoy la zona del alto valle que tuvo históricamente producción de peras y manzanas prácticamente está arrasada por la instalación de más de un centenar de torres petroleras en lo que era una zona productiva.
Por otro lado, este nuevo código habla de que hay que abrirse a las nuevas tecnologías de producción que hoy tiene el progreso. Entre ellas el fracking, que es lo que se está imponiendo actualmente y todo lo que significa aplicar nuevas tecnologías en función de las necesidades que tienen los grandes grupos económicos, como pueden ser las represas. Prueba de este avance quedó manifiesto en las estrategias que está llevando el magnate inglés Joe Lewis, quien desde 1996 obtuvo de manera poco clara 14 mil hectáreas y una mansión de 8 millones de dólares a orillas del Lago Escondido, ubicado a unos 50 kilómetros al norte de El Bolsón y por cuya apropiación ha sido denunciado.
Asimismo, en julio pasado se anunciaba la inauguración de la hidroeléctrica Patagonia Energía, de su propiedad, ubicada sobre el curso del río Escondido. El emprendimiento es polémico desde su origen por varias razones, entre ellas que la obra avanza sobre territorios que por sus características han sido señalados de preservación y que monopolizará la energía de la zona.
Así de cuestionado es también el proyecto de mega-loteo en Pampa Ludden, que ha sido frenado por una orden judicial tras el amparo presentado por vecinos del lugar (respaldado con más de 5000 firmas) que denunciaron los negociados sobre las fuentes de agua que nutren esa zona andina. Todos estos proyectos con el aval del gobierno provincial y nacional. Así, toda esta modificación de la Ley de tierras va en correlato con el decreto 820/2016 del presidente Mauricio Macri que modificó la Ley de Tierras Rurales para quitar restricciones a la venta de campos a extranjeros. “Lo que se está haciendo es la extranjerización de la tierra y precisamente esto les permite aplicar con garantías constitucionales-jurídicas la política extractivista”, agregó Aranea.
Tierra arrasada
Las consecuencias ya están dadas: hoy hay más de mil kilómetros de cuencas contaminadas por distintas razones: agrotóxicos, afluentes cloacales y ahora por toda la actividad petrolera que se está instrumentando en el Alto Valle. “Han contaminado los ríos que nacen en Bariloche desde el Nahuel Huapi y recorre todo el rio Limay y el Neuquén que después desemboca en el río Negro”,d dice Aranea. Y así como se ha avanzado en la extranjerización de la tierra, también se observa el avance de la represión sobre las comunidades, como fue cuando Gendarmería irrumpió violentamente en la comunidad mapuche Pu Lof, ubicada sobre tierras recuperadas tras una disputa con el empresario textil Benetton. Allí, todo el aparato represivo del estado, con la policía y la gendarmería de las dos provincias, Chubut y Río Negro, desplegaron un operativo descomunal para reprimir.
“Se observa cómo algunos sectores de Gobierno y de la propia prensa construyen la figura del mapuche como terrorista. Y en realidad lo que hay es la lucha por lo que ancestralmente se viene luchando que es el territorio. Lo que pasa es que si hablamos de recuperación de territorio estamos tocando los intereses de los grandes grupos económicos como son Lewis, Benetton, Turner y otros grandes terratenientes”, denuncia Aranea.
Por otro lado, en Río Negro se había avanzado con un relevamiento territorial bastante grande que también está siendo desconocido por toda esta legislación que viene. “Se había comprobado con un relevamiento catastral, antropológico e histórico, el territorio mapuche. Sin embargo esta nueva legislación niega esto y parte desde cero, estamos frente a una avanzada muy fuerte. Lo que venimos reclamando hace tiempo es la figura de reconocimiento territorial y que nos pongamos a trabajar en una ley de propiedad o posesión comunitaria de la tierra. Porque esto implicaría que sea inembargable, inajenable, que no tengamos todos los problemas que tienen hoy algunas familias”.
La expulsión del territorio es otra de las consecuencias que viven quienes habitan las zonas donde el extractivismo avanza. La misma política petrolera convencional ha dejado tierra arrasada, accidentes que se han producido con explosiones de pozos callados por las empresas en complicidad con los mismos sectores que debieron controlar desde el Gobierno, por ejemplo. “Frente a esto vemos como las comunidades del pueblo mapuche, en caso de llevarse adelante este proyecto, están condenadas a una nueva expulsión de su territorio. Cuando Bullrich dice que se va a instalar la nueva campaña del desierto en realidad está diciendo la verdad porque van a profundar lo que comenzaron hace 200 años que es precisamente la apropiación territorial para llevar adelante los proyectos de los grupos económicos”, advierte Aranea. En todo este marco se da la convocatoria de las comunidades: “Primero para decir que estamos acá, que estamos vivos y para rechazar toda esta política extractivista”.
El llamado a la participación no se cierra en las comunidades originarias sino que corresponde a toda la sociedad, grupos ambientalistas, gremiales, sectores jóvenes, estudiantes, precisamente a confluir en esta gran marcha para expresar el rechazo a toda esta política. “Necesitamos el territorio para llevar adelante realmente proyectos productivos que sea sustentables, que sean para el pueblo, y no para los grandes grupos económicos”, alienta Aranea.
-Es significativo ese “estamos vivos” que cruza la convocatoria. Muchas veces se trasmite sobre las comunidades hablando en pasado. “Habitaban…”
-Sí. Y cuando uno recorre el territorio la mayoría de los pueblos son mapuches. No es que somos las minorías. Ese es un relato que ha hecho el sistema para desaparecernos, una forma de negarnos es tratarnos como que han quedado pequeños grupos de sobrevivientes. Pero acá la gran mayoría de la población, el 70 u el 80 por ciento en la zona sur es mapuche-tehuelche.
Este gran porcentaje atraviesa hoy distintas realidades. “Una es la de la gente que todavía sobrevive y está empecinada en seguir aferrada al territorio, a su lugar de origen o al lugar al que fue a parar después de la corrida del ejercito y otra la de los que, como producto de la situación de pobreza, de miseria, inclusive del corrimientos de los alambrados de los granes estancieros, ha ido a parar a los pueblos, a los cordones periféricos, a las villas miserias y hoy no tienen un pedazo de tierra ni para levantar cuatro chapas”.
Parte de una misma realidad, la necesidad de recuperar el territorio se vuelve esencial: “No solamente para los que hoy están sino para los que se tuvieron que ir y hoy habitan las periferias. Necesitamos retornar a los territorios para poder desarrollar plenamente nuestra vida. Somos parte del territorio, ahí están nuestros ancestros, nuestra forma productiva, nuestro idioma, nuestros lugares ceremoniales, espirituales. El territorio no es solamente un pedazo de tierra y una mercancía, es una forma de vivir. Es la cosmovisión de los pueblos”, finaliza Aranea.