Redacción Canal Abierto | El Secretario de Recursos Hidrocarburíferos, José Sureda, presentó ayer su renuncia al ministro de Energía, Juan Aranguren, mediante una carta de alto voltaje.
Sureda, virtual número dos de la cartera, le manifestó a su jefe que “la diversidad de opiniones es para usted un problema muy difícil de resolver y que las decisiones que pensábamos tomar iban quedando en el camino, víctimas de la coyuntura del cortísimo plazo que pasaban a ser los nuevos objetivos, fijados extra muros».
La crítica al autoritarismo del ministro es vox populi en los pasillos de la política. Un vicio que arrastra desde que era CEO de Shell, durante los que Sureda era jerarca de otra mega empresa petrolera: Pan American Energy.
«Jamás podrá usted gestionar con éxito sin un equipo y sin confianza ni respeto, no hay equipo», auguró Sureda. «La distancia entre mis convicciones y su estilo de gestión llegó a ser tan grande que me enfrenté a un dilema de hierro. O mis convicciones o su autoritarismo”, remató.
En la misiva, el ex secretario adjudica a un incidente menor la gota que rebalsó el vaso. Tiene como protagonista a un corresponsal de The Wall Street Journal, quien no pudo ingresar a la sede del ministerio a entrevistar a Sureda, por orden del “hombre de prensa” de Aranguren.
Negociados
Aranguren y Sureda quedaron envueltos el año pasado en el escándalo por la negativa a sancionar a varias petroleras que incumplieron con su obligación de proveer gas a precio regulado para las garrafas, la fuente de calefacción que utiliza el 40 por ciento más pobre del país.
Según denunció el periodista Alejandro Bercovich, “el ministro Aranguren ordenó a Enarsa que proveyera gas importado (más caro) a las fraccionadoras a través de Transportadora Gas del Sur (TGS) al precio al que debían venderles las petroleras. Así, el Estado terminó subsidiando las ganancias de esas compañías, sin impedir por ello que la garrafa de diez kilos —la más vendida— llegara a costar hasta 180 pesos en las localidades sin acceso a la red de gas natural”.
Una de las empresas beneficiadas fue, precisamente, Pan American Energy, cuyo tutelar Sureda no pudo escapar de las garras de Elisa Carrió. La diputada de Cambiemos lo denunció en la Justicia por presunto conflicto de intereses.
Principalmente, porque los informes técnicos que avalaron la maniobra y los actos administrativos que lo ordenaron fueron suscriptos por Sureda, en medio de acusaciones cruzadas con el subsecretario de Refinación y Comercialización, Pablo Popik, antiguo gerente de Repsol YPF, Esso y luego Axion.
El chivo expiatorio de esa puja fue el despido de trabajadores: una asesora legal, un jefe de inspectores y tres administrativos. Sólo uno de ellos se encontraba bajo la ley marco. El resto eran asistentes técnicos, tercerizados mediante contratos con universidades públicas. Tenían entre tres y diez años de antigüedad. La delegada de ATE en el ministerio Valeria Mustoni confirmó a Canal Abierto que al menos dos de ellos se habían rehusado a convalidar el irregular expediente en cuestión. Para ella, las otras cuatro cesantías intentaron sobredimensionar la denuncia que sustenta los despidos. El inicio de un sumario vino a legitimar la operación.
Competencia
Días atrás fue noticia la intención de YPF por comprar las estaciones de servicio de Shell, cuyo competidor directo -por compartir la misma cuota en el mercado- es Axion: razón social empleada por Pan American Energy en la venta al público.
¿Qué devela esta información? La intención del Estado argentino, socio mayoritario de YPF, en beneficiar a Shell con la compra de sus acciones ante una Pan American Energy que jamás podrá competir con los precios más económicos que ofrece la empresa de mayoría estatal.
Hay otro punto de repelencia entre los funcionarios, que no sería la competencia de sus ex empresas de pertenencia, sino sus aspiraciones personales. Meses atrás, Aranguren sonaba como válvula de escape ante el descontento social producto de los aumentos tarifarios. En ese eventual escenario, Sureda aparecía como un posible sucesor.
Sin embargo, la salida del ex Ceo de Shell no fue necesaria. A pesar del descontento social, es el ministro más valorado por el macrismo. Por el contrario, logró revertir su flaco peso en el gabinete ministerial, certificado con su protagonismo durante la gira del Presidente en Holanda.
Arrinconado por las denuncias provenientes del riñón de Cambiemos, desgastado en su pelea diaria con otros funcionarios ex CEO, a Sureda sólo le bastaba la condena de los medios de comunicación. Y días atrás, el oficialista diario Clarín difundió la caída en la producción de petróleo. El principal pozo argentino, en Cerro Dragón, está administrado por Pan American Energy.