Por Carlos Saglul | Toda batalla por el poder es cultural. Ningún ejército estará vencido hasta que podamos convencerlo de ello. Arrebatar a un pueblo su historia es condición insoslayable para romper cualquier proyecto de construcción colectivo que implique el bienestar de las mayorías.
El actual plan económico tiene antecedentes directo en el de la dictadura militar que fue hijo del genocidio. No es casual que vuelva se vuelva a imponer la teoría de los dos demonios, la libertad de los genocidas a través del “dos por uno” y la lentificación de los juicios a los represores.
Hay que liberar a los genocidas para enterrar el Nunca Más Este gobierno profundamente clasista se ha propuesto arrastrar al olvido el horror que hizo posible la instauración del neoliberalismo que profesa. Esa obsesión lo llevo hasta intentar cambiar la fecha de conmemoración del comienzo de la dictadura.
Luego de las próximas elecciones, con el recrudecimiento del ajuste anunciado hasta el cansancio desde los medios del oficialismo recrudecerá la reacción obrera y la represión. Los dirigentes sindicales y sociales coherentes con la defensa de los intereses de los sectores populares estarán en la mira. El retroceso de los derechos laborales, la flexibilización laboral que promete Mauricio Macri donde “trabajar el domingo si es necesario” y superexplotación obrera se presentan como la única manera de “garantizar inversiones” necesita de un contexto de miedo disciplinador.
Ocupados que temen perder el empleo. Y una enorme masa de desocupados que garantiza sueldos bajos con planes sociales y cuando no alcanzan represión. No hay otro plan.
La clase trabajadora fue la principal víctima del menemismo. Eso se repite con el macrismo. Las jubilaciones, los salarios, el despido de miles de trabajadores junto a la maximización de las ganancias tienen en pulmotor una economía que sobrevive merced de una burbuja créditos, gran parte de la cual se convierte en una gigantesca fuga de recursos al exterior, que tarde o temprano estallará.
Durante el gobierno de Carlos Menem muchos obreros aceptaron renunciar a cambio de participar en mini-emprendimientos que la multinacional en la que trabajaron prometía asociarlos. Los sueños que le prometían las sirenas mediáticas de llegar a la clase alta no tardaron en naufragar. Algunos cayeron en la desocupación, se multiplicaban por todos lados los kioscos y remises.
Hoy como aquellos obreros de los noventa, muchos se acogen al retiro voluntario con una indemnización pagada al contado o tentadoramente multiplicada de acuerdo a la antigüedad (como en el Grupo Clarín). No importa que su sindicato de pelea o no. Muchos trabajadores sin siquiera intentar el camino de la lucha aceptan la indemnización. En la mayoría de los casos no encontrarán otro trabajo. Serán los nuevos desaparecidos sociales.
Dirigentes sindicales y delegados deberían entender que la lucha contra el neoliberalismo es fundamentalmente cultural. Es necesario romper con el sentido común impuesto por los medios. No sólo el triunfo es individual en el relato hegemónico. La meritocracia convierte a la víctima que es “un fracasado”. El fracaso que se siente en soledad no permite buscar la solución en lo colectivo.
Sólo la contención que da un proyecto integral de Nación junto a la reconstrucción de un ser humano solidario puede arrimar esperanza a la lucha.
Es necesario ganar las calles pero ya no basta movilizarse para resistir y defender la fuente de trabajo. Devolver al trabajador la mística que hizo posible jornadas como el Cordobazo solo se logrará con dirigentes que vivan las ideas que predican en lugar de administrarlas. Sepan mostrar credibilidad a la hora de proponer un proyecto alternativo al Genocidio Neoliberal.
Si podemos ver a través de la bruma del relato oficial, no es difícil encontrarlo, está en el Plan de Operaciones de Mariano Moreno, en los Programas de Huerta Grande y La Falda. No se trata de pedir créditos a nadie, solo de impedir que nos sigan saqueando. Ese proyecto está más vivo que nunca en los sueños de una patria para todos que le costaron la vida a nuestros treinta mil compañeros desaparecidos.
*Foto de apertura @dicoluciano