Por Gladys Stagno | Los últimos ataques que se hicieron públicos datan de junio, en la Ciudad de Buenos Aires. Fueron dos en menos de 48 horas. La cosa pareció calmarse hasta que esta semana, en La Plata, una pareja gay fue salvajemente golpeada en plena calle.
Ambos esperaban el colectivo en la garita de la esquina de 6 y diagonal 80, en pleno centro platense, ahí nomás de la Gobernación y la Plaza San Martín. De pronto, aparecieron “20 pibes de entre 14 y 16 años” que comenzaron a insultarlos. De las palabras homofóbicas pasaron a los hechos en pocos minutos y uno de los dos recibió una repentina “patada voladora”.
De allí en más el relato se vuelve feroz. “Cuando él intentó defenderse, le empezaron a pegar entre todos. Y cuando me acerqué a pedirles que lo dejaran en paz, también me golpearon a mí hasta tirarme al piso”, relató en las redes sociales uno de los jóvenes agredidos.
Ambos lograron zafarse y salir corriendo, pero el grupo llegó a tumbar a uno y a lastimarle la cabeza con una piedra. Recién ahí los agresores se disolvieron, “cuando se dieron cuenta de que él sangraba”.
“No saben la desesperación de estar ahí, de que la policía te pase por al lado, de que uno de nosotros sangrara y no parara ni un auto a pesar de que les gritaba pidiendo ayuda. Hasta que al final una camioneta con dos hombres adentro acceden y nos llevan a la guardia”, continúa el joven.
La historia se toca con otras, tan recientes que asustan. Dos meses y medio atrás, el 17 de junio, a Carlos le “pegaron por puto”. Así describe él los motivos de la golpiza que le dieron entre cinco aquella noche, en el centro porteño, sobre la 9 de Julio, de vuelta de un cumpleaños. “Me bajé de un taxi, un pibe me tiró onda, y cuando lo saludé y me acerqué sonriendo, me dijo: ‘¿Así que sos puto? ¿Sabés lo que le hago yo a los putos?’. Entonces me empujó, me tiró al piso, vinieron cuatro más y me cagaron a patadas entre todos”, recuerda. El hecho ocurrió a la vista de la gente que pasaba y no lo auxiliaba, en idéntica actitud que los hechos de La Plata. Cambian las ciudades pero no la indiferencia.
Su ataque ocurrió sólo 48 horas después del que sufrió Walter. Le pegaron entre dos, a metros de la esquina de Santa Fe y Pueyrredón. Cuando logró, a los gritos, que la Policía interviniera, los oficiales no le creyeron.
Carlos, en cambio, pudo escaparse y un grupo de chicos que estaba a una cuadra lo ayudó. Terminó con la ropa rota, un ojo negro y la misma sensación de desamparo de su adolescencia. “Pienso, como no pensaba hace años: ‘eso te pasa por puto, ¿sabés?’. Pienso que la última vez que me cagaron a palos por puto fue en los 90. Pienso que eso no es una coincidencia”, cuenta. Y agrega: “No estoy enojado con los pibes ni con la indiferencia de la gente que pasaba y veía como pateaban a un chabón entre cinco y pasaba, pasaba. Estoy triste y tengo miedo, porque la calle refleja la violencia que legitima el Estado”.
Según el registro de la Defensoría LGBT de la Ciudad de Buenos Aires, la lectura que hace Carlos –“Charly”, para sus amigos- es correcta. En 2015 se reportaron 28 casos por ataques y discriminación, y 43 por afectación de derechos a personas gays, lesbianas, bisexuales, travestis, transexuales e intersex. En 2016, los números se duplicaron: hubo 58 agresiones y 72 casos por afectación de derechos denunciados.
Todavía no hay datos de 2017 pero los testimonios hacen pensar que las cifras seguirán en ascenso. Y denuncian un clima social que tiende a parecerse un poquito más cada día a los tiempos en que la Ley de Matrimonio Igualitario y de Identidad de Género no existían, y la vida dentro del clóset era la única posible.