Redacción Canal Abierto | De acuerdo con los datos del boletín estadístico de la Superintendencia de Riesgos del Trabajo (SRT), el 61,8% de los 9.169.086 trabajadores con cobertura de ART en el país son hombres. Y salvo en dos actividades, del total de los trabajadores cubiertos por ART, los varones cobran un 13% más que las mujeres. Por su parte, el Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA) mide una brecha salarial aún mayor: en el primer trimestre de este año, los hombres tuvieron un salario mensual promedio de hasta 21% más que las mujeres en el mercado formal, y de hasta el 35% en el informal.
En un momento donde parece que los reclamos feministas cobran fuerza, y donde la inserción en el mercado laboral de las mujeres es abrumadora, los números no reflejan mejoras en la paridad. “Aun cuando las mujeres estamos participando mucho más en el mercado laboral, la brecha se mantiene. Eso en parte se debe a que trabajamos menos tiempo porque tenemos que conciliar la vida laboral con la vida familiar. Por algún lado ajustamos, entonces ajustamos en lo laboral, y si trabajás menos tiempo ganás menos”, sostiene Corina Rodríguez Enríquez, investigadora del Conicet y del Centro Interdisciplinario para el Estudio de Políticas Públicas.
El planteo de Rodríguez Enríquez se corresponde con los últimos datos disponibles del Indec, del tercer trimestre de 2013, que establecen que la participación del trabajo doméstico no remunerado es de 57,9% para los varones, y del 88,9% para las mujeres. Es decir que las mujeres realizan el doble de trabajo en la casa que los hombres. Por otro lado, el boletín estadístico de la SRT releva que el 97,6% de las personas que trabajan en casas particulares son mujeres.
“Estos datos nos confirman que hay obstáculos en el mercado laboral que subsisten y que no se van a reducir por generación espontánea ni por inercia, sino que hacen falta políticas públicas, presiones sindicales para que las cosas cambien -agrega la investigadora-. Hace falta la presencia activa del Estado en tres áreas: regulación del cuidado en las relaciones de trabajo; provisión de servicios del cuidado, porque hasta que no haya posibilidad de redistribuir el cuidado y el trabajo en general no va a haber paridad; y una transformación cultural”.
La deuda sindical
La brecha salarial entre géneros se mantiene en toda la economía menos en dos sectores: la Agricultura y la Construcción. Si bien en esos dos casos las mujeres representan menos del 11,5% del total de los trabajadores del sector, otro dato a tener en cuenta es que se trata de dos actividades con salarios característicamente bajos.
“Para que la brecha sea reducida, la condición es que sea en los sectores en los que se pagan menores salarios. De hecho, las diferencias salariales son más altas entre varones y mujeres con mayor nivel educativo, aunque parezca una paradoja”, recuerda la especialista. Si bien la diferencia es notoria, el reclamo no suela estar en la agenda de los sindicatos, mayormente conducidos por hombres. “Que hayan mujeres en los cargos de dirección no garantiza que las demandas se cristalicen, pero sí nos da muchas más chances. Los sindicatos son organizaciones muy machistas, es importante que las mujeres participemos y que se cumpla la ley de cupo sindical. Parte de su resistencia a poner estos temas en agenda tiene que ver con una mirada restrictiva del propio concepto de derechos. Sería muy importante incluir al movimiento feminista en esto, que hace poco retomó este tema que había estado muy presente en los movimientos feministas del siglo pasado, y al movimiento sindical”, afirma.