Por Federico Chechele | Más allá del triunfo de Unidad Ciudadana por el 0.21% en las Primarias de la provincia de Buenos Aires, hoy todas las encuestas vaticinan como ganador a Cambiemos. Pero como los votos no son de nadie habrá que esperar hasta el domingo a la noche o, si el Gobierno continúa menospreciando la democracia, a más tardar el lunes a la mañana.
Entre tanto mito peronista hay uno que sobrevuela sobre el ex presidente Eduardo Duhalde a la hora de definir al Partido Justicialista: “El peronismo tiene un Día de la Lealtad y 364 días de traiciones”. Este domingo podría escribirse un nuevo capítulo de esta zaga con Cristina Kirchner como protagonista damnificada.
Lo cierto es que se huele un fuerte apoyo de los bonaerenses a la gestión de María Eugenia Vidal y otro tanto al presidente Mauricio Macri. Los intendentes lo saben, conocen más que nadie el ánimo de los votantes y con el afán de cuidar su terruño no les temblará el pulso a la hora de cortar boleta: militar a sus candidatos locales (concejales) por fuera de los diputados y senadores nacionales. De hecho, algunos ya lo hicieron en las elecciones de agosto.
Es más, el problema ya no sería dejar a un lado el tramo de la boleta que encabeza la ex presidenta, lo que más temen en Unidad Ciudadana es que las boletas locales se repartan junto a los candidatos nacionales de Cambiemos. Ahí la traición no mira a la cara.
La triología entre la derrota, los fantasmas y la traición del peronismo se suele resolver pegando un portazo. Los intendentes saben que siempre tienen tiempo para volver y rearmarse mientras coquetean con un gobierno opositor. No sería la primera vez que se aliñen de manera informal con la excusa de más obras para los municipios que gobiernan.
Desde la derrota presidencial de 2015, los intendentes del peronismo se juntaron y se desencontraron decenas de veces. Con el pretexto de renovar al movimiento surgieron los grupos «Esmeralda» y «Fénix» en busca de alguien que los unifique. Todo se fue desplomando al ritmo de Cambiemos, que continuó con la estrategia de polarizar con Cristina Kirchner y le armó una encerrona que al día de hoy no pudieron desatar.
Intendentes del conurbano bonaerense y legisladores de todo tipo hicieron lo imposible –o todo lo posible– para que la unidad siga siendo apenas un proyecto de cara al 2019, salteando las legislativas del próximo domingo.
Aquellos “esmeraldas” que al principio coquetearon con Florencio Randazzo, huyeron rápidamente para subirse a la ola de votos que prometía la ex presidenta. Hoy, Martín Insaurralde (Lomas de Zamora), Mariano Cascallares (Almirante Brown) y Juan Zabaleta (Hurlingham), entre otros, tampoco le aseguran el voto a Unidad Ciudadana.
En tanto los “Fénix”, que también se disolvieron al poco tiempo pero que no renegaron de la experiencia del kirchnerismo, se muestran más dispares a la hora de apoyar abiertamente a la expresidenta, más allá de la foto que cada uno difundió el domingo en la cancha de Racing. Son los casos de Ariel Sujarchuk (Escobar), Juan Ignacio Ustarroz (Mercedes), Walter Festa (Moreno) y Patricio Mussi (Berazategui).
Los que patearon el tablero fueron Gustavo Menéndez (Merlo), Leo Nardini (Malvinas Argentinas) y Santiago Maggiotti (Navarro). Nadie espera que el domingo repartan la sábana completa de Unidad Ciudadana tras la reunión, con foto incluida, junto a Miguel Angel Pichetto: el senador hizo público su intento de pasar al ostracismo al post kirchnerismo.
En Unidad Ciudadana sólo confían en Verónica Magario (La Matanza), Mario Secco (Ensenada) y Jorge Ferraresi (Avellaneda), bastante poco para ganarle a la billetera de Cambiemos. Aunque con el peronismo nunca se sabe.