Por Carlos Saglul | Cierre de diarios, radios y agencias de noticias van convirtiendo al periodismo en una profesión con riesgos de extinción. Al hablar en la entrega de los Premios Martín Fierro, Alfredo Leuco cargó contra la nota que Reynaldo Sietecase le hizo leer a una compañera porque llegó tarde a la ceremonia: “Una de las cosas que me gusta de ser periodista es que hay que incomodar al que está cómodo y acomodar a los incómodos. Acá está un periodista (refiriéndose a Sietecase) que hizo leer a su compañera un texto referido a sus colegas que no tienen trabajo. Me queda decirle que se olvidó de algunos nombres como Sergio Szpolski, se olvidó de Electro-ingeniería, se olvidó de Cristóbal López”. Y subrayó: “Lamento mucho los compañeros que se quedaron sin trabajo, pero hay que saber elegir quién es el tipo que tiene que estar en los medios de comunicación”.
Leuco parece querer creer que la catastrófica desocupación que sufre el gremio de prensa está contenida en la contradicción kirchnerismo versus Cambiemos. Aventureros inmorales como Szpolski, Matías Garfunkel y Martínez Rojas, al igual que los Héctor Magneto, no tienen otra ideología que sus intereses. Hoy son K, mañana Pro, les da lo mismo. Se pudo verificar cuando ya asumido este gobierno la policía permaneció impávida mientras una patota destruía la redacción del diario Tempo Argentino y ocupaba con la misma impunidad la planta trasmisora de Radio América. Juan José Gallea, cercano a Enrique Nosiglia (como Szpolski), ex director del grupo, se desempeña en la Agencia Federal de Inteligencia y Dario Richarte, segundo de la SIDE con el gobierno de la Alianza, fundador del PRO, es operador de Daniel Angelici. Ambos fueron socios ocultos de Szpolski, según el arrepentido Matías Garfunkel.
Leuco parece querer creer que el despido de miles de periodistas se debe exclusivamente a la debacle del kirchnerismo. Hay datos que contradicen esa visión: los cientos de despidos encubiertos en Clarín, La Nación, el cierre de la agencia DYN, las cesantías en Televisa.
La suerte del gremio de prensa es inseparable del devenir de la clase trabajadora que hoy sufre los avatares de la reconversión que intenta el sistema. Su profundización definitiva es la llamada reforma laboral que no es sino un nuevo ajuste y no tiene otro objetivo que generar más desocupación, baja salarial, pulverización de los derechos laborales. Es decir, maximizar las ganancias de los grandes grupos económicos que a través de sus CEO manejan al actual gobierno de acuerdo a sus intereses sectoriales.
Clarín no cierra uno de sus talleres de impresión y traslada su producción a otro porque está en la ruina. Al contrario, lo hace porque pretende aumentar sus ganancias y además deshacerse del sector más organizado gremialmente. Puede hacerlo en el marco de la impunidad de un Ministerio de Trabajo que no existe, salvo para beneficiar a las patronales, y de un gobierno siempre dispuesto a reprimir a las protestas obreras.
La administración de Cristina Kirchner fue denunciada por intentar lograr el monopolio informativo a través de manejar los medios con testaferros como Sergio Szpolski. Por aquellos días la oposición era manejada por La Nación y todas las bocas informativas del Grupo Clarín. Hoy que el grupo que manejó Cristóbal López pasó a menos de un condiscípulo del presidente Mauricio Macri en el Cardenal Newman, Ignacio Rosner. Ya casi no quedan voces opositoras. Página/12, privada de publicidad oficial, está al borde del cierre.
Como decía una pancarta en la movilización contra el cierre de la Agencia DYN, hoy frente al Congreso. Sin trabajo para los periodistas no hay pluralismo: la democracia real, en peligro.
Foto principal: Corina Duarte