Redacción Canal Abierto | El presidente Mauricio Macri autorizó el ingreso de tropas y personal de inteligencia estadounidense para realizar ejercicios conjuntos con fuerzas locales este miércoles 2 y jueves 3 de mayo. Según las autoridades de ambas naciones, se realizan con el supuesto objetivo de brindar formación “contra el tráfico de armas de destrucción masiva”.
De todas formas, la lluvia de críticas opositoras y advertencias respecto de una pérdida de soberanía no sólo se centraron en las flojas justificaciones, que por cierto se encuentran en línea con doctrina “antiterrorista” impulsada por la gestión Trump. Aún más grave, denuncian, es el hecho de que dichas operaciones se llevaran a cabo sin la autorización formal del Congreso de la Nación, requerimiento constitucional para estos casos.
A todo esto, por estos días salió a la luz un informe del Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (Sipri, por sus siglas en inglés) que advierte que en 2017 el gasto militar mundial ascendió en 2017 a 1,73 billones de dólares, un 1,1% más en términos reales respecto del año anterior y la cifra más alta desde el final de la Guerra Fría.
No representa una novedad que el incremento tenga a la cabeza a Estados Unidos, China, Arabia Saudita, Rusia y la India (concentraron el 60% del gasto total en armamento del año pasado). Si llama la atención que en América del Sur, región sin hipótesis de conflicto y que debiera tener otras prioridades, el gasto haya subido subió un 4,1%. Los principales inversores del subcontinente fueron la Argentina, que subió un 15%, y Brasil, un 6,3%.
Para tener una idea de las prioridades de la gestión Cambiemos, mientras en 2016 Argentina destinó un 1% de su PBI en gastos militares, sólo utilizó un 0,6% a Ciencia y Técnica.