Redacción Canal Abierto | Desde que comenzaron «los peores cinco meses» de la vida del presidente Mauricio Macri, esos en los que el dólar no paró de subir y llegó a duplicar su cotización es pesos, la adopción del billete verde como moneda de curso o como ancla para el peso apareció como posibilidad en distintos artículos o entrevistas a economistas vinculados a la ortodoxia.
Pero las luces de alarma se encendieron el miércoles, cuando se difundió una entrevista al director del Consejo Económico Nacional de Estados Unidos, Larry Kudlow, quien manifestó que la Reserva Federal de su país venía trabajando junto a funcionarios de nuestro gobierno en la posibilidad de imponer alguna de estas formas: dolarización o una versión millennial de la convertibilidad.
«Una convertibilidad al estilo Cavallo no se sostiene. De hecho creo que una de las cosas que le ha permitido al Gobierno manejar la presente crisis es, precisamente, no tener una convertibilidad de esa forma. Es lo que le permitió devaluar sin necesidad de sostener el valor de una moneda contra una corrida mientras se cambia la ley, que es lo que le pasó a De La Rúa», sostiene Eduardo Sartelli, autor de La cajita infeliz, libro que supo anticipar el crack financiero de 2008.
Sin embargo, para el especialista, «la Argentina ya es un país bimonetario». «No importa lo que diga la ley: en la práctica la Argentina tiene dos monedas. La gente usa el peso como moneda de cuenta, pero usa el dólar como moneda de ahorro, incluso lo usa para los gastos importantes. Pero adoptar el dólar como moneda de curso legal implica que el regulador general de la actividad del trabajo es el dólar», agrega.
Alejandro Olmos Gaona: «La moneda es un símbolo de la soberanía nacional»
La posibilidad de que los argentinos extingamos a los animalitos y comencemos a convivir con las caras de Washington y Franklin saltó de simple rumor a preocupación recurrente cuando la declaración de Kudlow se sumó a la que ya había emitido Mary O’Grady, una muy informada columnista del Wall Street Journal sobre los manejos de la Casa Blanca en lo que refiere a América Latina. O’Grady publicó el domingo pasado un artículo titulado «Argentina necesita dolarizar».
También el economista argentino Guillermo Calvo, profesor de la Universidad de Columbia y famoso por haber preanunciado el efecto Tequila, sostuvo en una entrevista al diario La Nación: «La dolarización es algo que hay que pensar seriamente más adelante porque eso nos puede llegar a ayudar a tener una política financiera y monetaria más confiable». Hoy ratificó sus declaraciones a radio Led.
Ante la escalada en la discusión pública, Hacienda salió a desmentir que se esté analizando dolarizar la economía, pero Alejandro Olmos Gaona, investigador sobre la deuda externa, desconfía: «a veces se desmienten cosas que se están negociando en secreto».
Olmos Gaona fue asesor del ex presidente ecuatoriano Rafael Correa y con él analizó la posibilidad de sacar a ese país de la dolarización a la que ingresó en el año 2000. «La principal preocupación de Correa era que, cuando en Ecuador funcionaba el sucre, que era la moneda nacional, se producían hiperinflaciones descomunales. Cuando se produce la dolarización por sugerencia de nuestro ex ministro Domingo Cavallo, a partir de ahí se frena en forma abrupta todo el problema inflacionario. Pero cuando Correa hizo estudios de mercado, a cualquier persona que usted le preguntaba sobre cambiar el dólar para volver a una moneda nacional, se espantaba. Porque quedó en el imaginario que una moneda nacional podía volver a esas escaladas hiperinflacionarias».
Innecesaria aclaración: nuestro país no imprime dólares. Al menos no legales. Tampoco parecieran sobrar, tal como dijo el Presidente en el debate de cara al ballotage de 2015. Si se dolarizara, ¿de dónde saldrían los dólares para pagar los salarios? La obvia respuesta es el comercio exterior. Sin embargo, la actual situación del país no parece ser muy auspiciosa en ese sentido, ya que la enorme mayoría de los dólares que ingresaron fueron financieros y especulativos.
Alejandro López Mieres, investigador del Instituto de Pensamiento y Políticas Públicas, afirma que la posibilidad de tener stock de dólares «depende de la lógicas de las relaciones con el mundo que tenga el país: una balanza comercial positiva, con una cuenta corriente positiva». «En definitiva, que entren más dólares de los que salen -explica-. Argentina es un país estructuralmente deficitario en dólares. Hay un tipo de industria que demanda muchos dólares, pero los 50 exportadores más importantes concentran alrededor de 32.000 millones de dólares de control de divisas. El tema es cómo queda la relación de costos internos (salarios, insumos) respecto a los bienes exportables.»
Eduardo Sartelli: «Argentina soñó con Bill Gates y Steve Jobs y se despertó con Lázaro Báez, Cristóbal López y Angelo Calcaterra»
Sobre este punto, Sartelli además apunta que dolarización y libre circulación de capitales no son compatibles. «Si la actividad económica se va a regular automáticamente por los ingresos de dólares se van a tener que tomar algunas medidas. Algún tipo de restricción, control de ingreso de dólares de corto plazo va a tener que haber. Sino toda la economía va a vivir flameando como una bandera», ratifica.
Un problema de modelos
Toda decisión política o económica define un modelo de país. ¿Cuál es el que se pretende de implementarse una medida como ésta? Sobre este aspecto de la cuestión, López Mieres plantea: «cuando se dice que Argentina es el supermercado del mundo en términos de primarización de la economía es que se va a bajar el nivel de industrialización para aumentar el nivel de primarización, ya sea por granos, minería o energía».
«Una convertibilidad o una dolarización, que sería el punto más drástico de un modelo de estas características, es bastante consistente con lo que el gobierno proyecta de país y con su plan desindustrialización que dadas las políticas llevadas adelante en estos dos años y medio están a la vista», resume.
Por su parte, Sartelli confirma que el problema de Argentina «es de capacidad productiva». «Seguimos siendo un país agropecuario, no industrial. La industria sólo sobrevive dependiendo de la producción agraria, esa es la madre del asunto. Si no tenés capacidad productiva, no vendés; si no vendés, no tenés plata; si no tenés plata, no podés comprar y sos más pobre. El problema central es la incapacidad de la clase empresaria argentina para expandir la capacidad productiva del país. Argentina es un país de inmigrantes, de pioneros. Un país que soñó con innovadores, gente dinámica y capaz. Soñó con Bill Gates y Steve Jobs y se despertó con Lázaro Báez, Cristóbal López y Angelo Calcaterra«, detalla.
Esa explicación es una de las posibles sobre el porqué de la instalación de este discurso en la escena pública a través de interlocutores locales y extranjeros: una suerte de tanteo de la opinión pública y la respuesta social a una medida de máxima que llevaría el modelo a su extremo y consumación.
«La moneda es un símbolo de la soberanía nacional. Cuando un país recurre a una moneda extranjera, inevitablemente está condicionado a todos los vaivenes de esa moneda, a los problemas que pueda generar -agrega Olmos Gaona-. Al no tener dólares y necesitar que los mande la Reserva Federal, estaríamos atados a una seria de circunstancias extremadamente problemáticas. Sabemos que la Argentina es un país imprevisible, yo creo que el Gobierno no se va a animar a una dolarización, pero puede ser que se esté anilizando».
Alejandro López Mieres: «Cuando se dice que Argentina es el supermercado del mundo ees que se va a bajar el nivel de industrialización».