Por Medio Negro* |
“Estoy convencida de que nosotras tenemos ese poder, de cambiar el mundo.”
Moira Millán
Estamos en el taller 42 de Mujeres por la Libre Determinación de los Pueblos, uno de los nuevos, que se incorpora a los 73 que fueron parte del encuentro este año.
El taller 42 es organizado y convocado por las mujeres mapuche-tehuelche de Puelwillimapu, hoy provincia de Chubut, con el objetivo de visibilizar las 36 naciones indígenas que conforman la Argentina. Su propuesta es por un Encuentro Plurinacional de Mujeres.
Somos muchas, más de mil, estamos en ronda como es costumbre en cada encuentro y en cada taller. Las mujeres mapuches toman la palabra, nos dan la bienvenida a territorio ancestral en mapudungun y explicitan su propósito: intercambiar saberes y experiencias para, así, buscar juntas estrategias para el reconocimiento de un encuentro plurinacional. Plurinacional como derecho colectivo, como reivindicación de una lucha histórica de más de 500 años en la resistencia de los territorios contra la colonización y el saqueo, territorial, corporal y cultural.
Por años, las naciones originarias fueron reducidas a etnias, a minorías. Por años, Argentina se creyó un país de ‘blancos’. Sin embargo, la tierra habla, la diversidad cultural nos atraviesa el cuerpo y las mujeres asumimos el deber de nombrar lo que ha sido intencionalmente invisibilizado; tenemos el deber de nombrarnos todas, todes.
Luego de unos minutos de silencio, toma la palabra Moira, hermana mapuche, e incentiva a compartir, a proponer. “Es difícil –dice–, tenemos un gran desafío: el de cambiar la historia en dos días”. Muchas nos reímos, pero sabemos que hablamos en serio.
Nos queremos descolonizadas
“No es un reclamo, es la visibilización; esto es una demanda histórica de los pueblos colonizados que estamos recuperando la memoria, recuperando el saber. Sobrevivimos a la conquista.”
Juana Antieco
Días antes de que miles de nosotras saliéramos de nuestros territorios rumbo al sur, las mujeres mapuche-tehuelche comparten un comunicado expresando su dolor y descontento con la comisión organizadora. La propuesta que habían presentado para decidir colectivamente mediante el aplausómetro la plurinacionalidad del Encuentro, propuesta que había sido consensuada meses antes, es ahora negada.
Se prioriza, así, la perpetuidad del nombre que ha englobado 33 años de encuentros que la autoafirmación de un pueblo históricamente silenciado. La resistencia es amplia, porque la colonización está en nuestros cuerpos.
La discusión con la comisión organizadora se da en el marco del racismo pero, principalmente, del cambio de un paradigma, comenta Moira Millán en una entrevista. “Hay mujeres que tienen otras cosmovisiones, no solamente las originarias, muchas mujeres argentinas se sienten identificadas con otras cosmovisiones”, sostiene.
¿Cómo desestabilizar la matriz nacionalista? / los encuentros ya son plurinacionales / es necesario recuperar la reciprocidad entre los pueblos. Esas son algunas de las frases pronunciadas que resuenan en el gimnasio en donde estamos reunidas.
Entendernos plurinacionales supone descolonizar también nuestro pensamiento y la forma en que entendemos el mundo. Es una responsabilidad que debemos asumir para la liberación de nuestros cuerpos, nuestros pueblos y nuestros territorios. Para no continuar con la homogeneización europea de que somos todas iguales es necesario reconocer y nombrar nuestras diversidades.
“Yo no soy igual que vos, porque a mí me atraviesa una historia cultural y social distinta, yo soy de acá porque mis antepasados nacieron acá, en este territorio, mi saber se relaciona directamente con este territorio ancestral, entonces somos diversas”, menciona Juana Antieco.
Durante el taller, también se debate respecto de la visibilización de las mujeres originarias en la marcha, las cuales fueron relegadas al final, detrás de todas las provincias. Una compañera toma el micrófono y expresa: “deberían marchar primeras, éste es su territorio”. Los aplausos agitan el espacio.
El poder nos lo quitamos entre nosotras, nos desmarcamos, nos sacudimos, nos decimos ya no más. “Acá queremos la horizontalidad y no queremos el poder, queremos la libertad, la autodeterminación”, dice Millán.
De la tierra mapuche
Mapu significa tierra, Che significa gente
El territorio para las personas de la tierra es mucho más que el simple suelo que pisamos. En la tierra y de la tierra surgen los conocimientos, los saberes, las medicinas. En la tierra y de la tierra nace la cosmovisión específica de la comunidad, su forma de trabajar y de pensar el mundo que habita.
Sin embargo, el modelo patriarcal extractivista considera a la tierra como espacio de conquista y explotación, penetra el territorio a través de la violencia. La nación argentina se constituye y sustenta sobre estas bases, a partir de una expropiación originaria; es decir, a partir del robo y la acumulación de tierras habitadas ancestralmente por comunidades originarias.
Este proceso de saqueo se complementa con un discurso oficial que tiene como objetivo invisibilizar la diversidad de pueblos, de culturas y naciones indígenas que componen el territorio. El país se erige, entonces, sobre una falsa afirmación de que todos somos europeos, colocando en el lugar de lo «indio» a culturas diversas que habitaron y habitan una relación con la tierra de reciprocidad y respeto, de identidad.
La conquista del «desierto» continúa en nuestros días, representada en la concentración de tierras por parte de empresarios europeos como Benetton y Joe Lewis. Representada en la judicialización de cientos de hermanos y hermanas por la ocupación de tierras que originalmente habitaban. Representada en cientos de mapuches desaparecidos en la actualidad, la invisibilización de la diversidad de pueblos y cosmovisiones. Representada en la megaminería, la explotación de la tierra. Representada en la segmentación de estos pueblos y su marginalización a los barrios periféricos de las ciudades, el hambre y la explotación de los cuerpos. La colonización persiste en nuestros días.
Pero a la tierra no la exigen como propiedad, por lo que luchan es por un modo de vida en la tierra que implique la reciprocidad con la naturaleza y entre los pueblos, la escucha. Que busque entramar la sabiduría, educar la sanación. Éste es el potencial emancipatorio que las mujeres mapuches nos comparten para construir otra civilización.
Kollón
Durante el último día de taller, llega la noticia de que las mujeres de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto, frente a la perspectiva de marchar en último lugar, permiten que el movimiento de mujeres indígenas se encolumne delante de ellas. La alegría y el agradecimiento se hacen sentir en el lugar, las expectativas se multiplican.
Nos preparamos para marchar.
Éste es el momento más esperado por todas, es allí donde significamos nuestra dimensión y nuestra diversidad como movimiento, donde pasamos por el cuerpo la potencia colectiva. Para las mujeres originarias, “la marcha en este encuentro marca un punto inflexible que es: de aquí no volvemos, todo es para adelante“, comenta Mirta Millán, compañera mapuche.
Para la seguridad de la columna, las mujeres mapuches retoman un concepto de su cultura ancestral y nos lo comparten: el Kollón.
La máscara de Kollón la porta la persona encargada de preservar la seguridad dentro de la ceremonia. “Éste es un rol muy importante porque es quien está pendiente en cada movimiento del cuidado con el otro, del cuidado colectivo», explican. Son personas alegres y festivas que están siempre atentas, pero que no provocan ni responden con agresiones.
Son las mismas mujeres del taller las que se ofrecen para participar en la seguridad de la marcha, poniendo en práctica entre todas la interculturalidad y los conocimientos que cada una trae.
“La resignificación de Kollón en las mujeres para la seguridad de la marcha es simbólicamente muy fuerte”, dicen.
Plurinacional de mujeres, lesbianas, trans y travestis
Durante el taller, una compañera pide el micrófono y toma la palabra. Pronuncia la necesidad de unir y visibilizar no sólo que el encuentro sea plurinacional, sino también que sea un encuentro que nombre a lesbianas, trans y travestis. Los aplausos inundan el lugar. El nombre de un encuentro en el que estemos realmente todes visibilizades moviliza desde lo más profundo.
Así de potente es el cuerpo-territorio que, en el acto de cierre, son las travestis organizadas las que invitan al escenario y dan lugar a la palabra de las mujeres originarias. Son ellas las que, llevando en sus cuerpos la lucha por la autonomía y la libertad, se movilizan para dar paso a la autodeterminación de otras hermanas.
Desde allí, miles y miles de mujeres gritan juntas por un encuentro plurinacional de lesbianas, trans y travestis. El nombre se modifica con los cuerpos nombrados.
Al poder extractivista patriarcal lo enfrentamos desde el diálogo de nuestro cuerpo-territorio colectivo. Como en cada encuentro, a la opresión y el dolor los volvemos potencia de manada para, así, resistir en la diversidad. Para, así, existir diversas.
*Producción en el marco de la Cátedra Libre Ideas Menores. Pensar con los Pies en la Tierra de La Tinta.