Redacción Canal Abierto | En un informe sobre la Ejecución Presupuestaria de 2018, el equipo económico del Instituto de Pensamiento y Políticas Públicas (IPyPP) explica cómo la búsqueda del déficit cero -en un contexto de recesión y endeudamiento- puso a la Argentina en la lógica del ajuste perpetuo.
Así, como la recesión desploma la recaudación (que cae un 16% en términos reales), reducir el déficit implica que el gasto caiga aún más (casi un 20% en términos reales).
“Sin embargo, esta reducción se opera solo en el gasto primario ya que el gasto total sube por el aumento del 70% en los servicios de la deuda –aclaran desde el Instituto-. Servicios que al afrontarse con nueva deuda, incrementan el capital adeudado y los compromisos por intereses futuros. De este modo, en el marco de la caída de la recaudación, pese a que el gasto primario se reduce un 20%, el gasto total influido por la deuda cae menos (el 14%). Así, el déficit primario es prácticamente el mismo que se había presupuestado, mientras el financiero es 1,2 veces más el déficit financiero anual previsto”.
En números, el presupuesto 2018 anticipó –previo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional- recursos totales por $2,225 billones, y gastos por $2,904 billones. También predijo un déficit financiero de $678.870 millones y un déficit primario de $272.371 millones.
En este anunciado proceso de reducción del déficit fiscal, las previsiones presupuestarias implicaban que el déficit primario de la Administración Pública Nacional llegaría al 3,2% del PBI.
“Cual perro que se muerde la cola, el ajuste sobre el gasto -en el contexto de caída de la recaudación y el endeudamiento- no logra evitar que siga creciendo el déficit financiero del Estado Argentino. Al impacto negativo que lo expuesto tiene en la actividad económica global, con una profunda recesión, debe agregarse el carácter regresivo que exhibe el ajuste fiscal por el lado de los ingresos y de los gastos”, explica el informe.
Al 24 de diciembre pasado, los gastos totales devengados en la ejecución registran $3.203 billones. De este número, $2,659 billones corresponden a gastos primarios y $543.331 millones al pago de intereses de la deuda.
Respecto a 2017, el gasto primario creció $415.025 millones (18%) y los intereses de la deuda, $224.295 millones, un 70,3% más. Los gastos totales presentan un incremento de $639.230 millones (25%).
El balance final entre ingresos percibidos por $2,39 billones y gastos totales por $3,203 billones arroja un resultado final deficitario de $812.660 millones, 1,2 veces el déficit financiero anual previsto originalmente, señala el IPyPP.
“En materia de ingresos, la caída de la recaudación es mucho mayor en los impuestos más progresivos -bienes personales (57%) y ganancias (30,9%)-, profundizando la injusticia tributaria del ya injusto sistema impositivo argentino. Por el lado del gasto, el aumento en el pago de intereses por deuda es acompañado por la caída del 21% en las remuneraciones, del 14% en las prestaciones de la Seguridad Social y del 40% en la inversión. En suma, un esfuerzo que paga la mayor parte de la sociedad para no resolver absolutamente nada. Pese al ajuste, el déficit financiero y el endeudamiento siguen creciendo”, sentenció el equipo.