Redacción Canal Abierto | Promediando la tarde del viernes 1º de noviembre, varios cientos de personas se concentran frente a la casa Trans Villera y Latinoamericana de la Villa 31 y 31 bis. Se ven muchos pibes, mujeres del barrio, algunos hombres. También comienzan a llegar militantes de distintas organizaciones con trabajo territorial en el barrio Mugica y se va colmando de gente la calle de tierra al borde de la Autopista Illia.
La casa funciona como centro de formación y capacitación y también lugar de cobijo y organización. Allí, las más de ochenta travestis del barrio tienen un lugar para almorzar y pasarse información, chismes y generar iniciativas como esta Primera Marcha del Orgullo Villera y Plurinacional que propusieron a la Asamblea Feminista de la 31 y 31 bis.
Al rato comienzan a aparecer las travas. Maquilladas y felices de hacerse ver en el barrio, de marchar al frente de una columna nutrida. La murga de pibes y jóvenes va copando el espacio sonoro con bombo, platillo y redoblante. Entre las vecinas y las niñas y niños circula el cotillón y aparecen antifaces y pañuelos con los colores del orgullo LGBT.
Martina Pelinco es una de las fundadoras del centro de capacitación, alma mater de la casa Trans Villera y principal impulsora de la marcha. Está feliz y no para de andar de un lado a otro ultimando detalles mientras da notas a los medios populares que acompañan la movida y recibe saludos de las travas que van llegando de todo el barrio y de afuera, como las compañeras de la asociación civil del Hotel El Gondolín, de Villa Crespo.
“La Casa de la Diversidad Trans Villera es un centro de formación que nosotras mismas bancamos, sin herramientas ni recursos del Estado. Nosotras mismas pudimos alquilar y construir este espacio. Funciona lunes, miércoles y viernes, acá comemos con la idea de, en ese momento, informarnos, porque no hay otra hora donde las chicas puedan venir. La problemática de nosotras acá como diversidad trans villera es muy fuerte, muy vulnerada. No es como la situación de las compañeras trans de otros territorios. Nuestra problemática en salud es tremenda, no pedimos hormonización todavía, queremos que haya un acompañamiento del estado para la nutrición de las compañeras, para las adicciones que tenemos. Necesitamos el apoyo del estado, como villeras, como mujeres trans, como migrantes, como negras, indígenas”, explica Martina emocionada.
“Esto es un fruto del corazón y a pulmón, por eso todas nos acompañan porque ven el ejemplo de cómo seguimos organizándonos en estos cuatro años que el estado se hizo ausente de todo, del país”.
“Hace cuatro años empezamos a visibilizarnos aquí en el barrio, para que vean que somos humanas, que queremos elegir otra oportunidad de trabajo, que no sólo nos vean como prostitutas. Cuando los vecinos tienen problemas vienen y se asesoran con nosotras y ahora nos ven como parte de la sociedad villera”, concluye Martina.
Luego de que Martina corta una cinta rosa se da por inaugurada la Marcha del Orgullo Trans Villera, y arranca el recorrido hasta el playón donde cayendo la tarde se realizará un acto. “Macri no es puto, es liberal. Hacete cargo él es heterosexual», arenga con un megáfono la activista trans Alma Fernández. El colorido desfile avanza y despierta la curiosidad del barrio. Hay alegría y orgullo en las chicas que, en la casi totalidad de los casos, se sostienen económicamente ejerciendo la prostitución.
“La Asamblea Feminista se armó en 2018 en vísperas del paro feminista que se iba a realizar el 25 de noviembre por el día internacional contra las violencias hacia las mujeres. Ese día también se iba a conocer el fallo contra los femicidas de Lucía Pérez, en Mar del Plata. Varias organizaciones hicimos una asamblea multitudinaria en la canchita Güemes y como vimos que tenía convocatoria y había necesidad de organizarse y discutir, seguimos convocándonos para tratar problemáticas que nos afectan a las mujeres dentro del barrio”, señala Andrea Solís del Movimiento Popular La Dignidad. “Por ejemplo, acá en el barrio cuando tenemos una compañera en situación de violencia, la policía no interviene. La ley dice que el violento debe ser apartado y en la casa debe quedar la mujer con sus niñes, y acá la policía mira para otro lado. Muchas veces las mismas compañeras nos organizamos y cumplimos ese rol y sacamos a los agresores de la casa y nos exponemos… recién ahí aparece la policía. Todas las organizaciones veníamos abordando esta problemática pero de manera separada; entonce dijimos tenemos que organizarnos y actuar de manera colectiva”.
“La mayoría de las mujeres que viven en el barrio son jefas de hogar. Son trabajadoras de la economía popular, feriantes, trabajadoras domésticas. Muy pocas acceden a un trabajo formal. Y ni hablar de las compañeras trans del barrio que son doblemente discriminadas”, cuenta Andrea.
“Es un momento histórico. Las compañeras han sabido construir dignidad, adueñarse de sus derechos y ejercer todo lo que les corresponde, que tiene que ver con la identidad, con tener una casa acá en el barrio y generar tareas y actividades que contengan a la comunidad trans. Pero también es una enseñanza para el resto del barrio, para dejar de discriminar y para entender que hay muchas maneras de vivir la sexualidad, que la sexualidad es un derecho humano y que ese derecho a la identidad nos corresponde a todos”, nos comenta Mónica Santino que dirige el equipo de fútbol femenino La Nuestra, y acompaña a Martina en la cabeza de la marcha.
Imágenes: Juan Alaimes / Nahuel Croza