Redacción Canal Abierto | Como cada 7 de abril, hoy se conmemora el Día Mundial de la Salud. Pero, con más de un millón de infectados por COVID-19 en el mundo, para los trabajadores de la salud hoy es más un día de reivindicaciones que de festejos.
Aquellos que hoy están en la primera línea de la batalla contra este virus, durante cuatro años fueron las principales víctimas del vaciamiento del sistema público de salud en el país.
El estado de las cosas
“Hace poquito no nos consideraban profesionales, nunca se reconoció el trabajo de enfermería o el de los médicos monetariamente”, contó a Canal Abierto Paola Villafañe, enfermera del Hospital Rivadavia, CABA.
Por su parte, Rodolfo Arrechea, coordinador nacional de Salud de ATE, explicó: “La desfinanciación que se llevó adelante en los últimos cuatro años implica que no tengamos los insumos necesarios para hacer frente a la pandemia, y que lamentablemente la cantidad de camas que necesitaríamos tampoco las tengamos. Además, el vaciamiento sistemático de personal son vacantes que no hemos podido recuperar. Aún así, creemos que producto de que se ha centralizado en el Estado nacional la normativa para enfrentar esta crisis, ha sido un gran acierto, y que el Ministerio de Salud de la Nación realmente sabe lo que está haciendo”.
Si bien poco se conoce de este virus, lo que sí se puede admitir es su rápida capacidad de contagio. Y fue así, rápidamente, como se instaló en un sistema de salud que a nivel mundial tiene defectos estructurales.
“A la definición general de que ningún sistema de salud estaba preparado para enfrentar esta situación, en el caso de Argentina, se agrega el desfinanciamiento, la parálisis de programas, el despido de trabajadores y trabajadoras y el vaciamiento de hospitales que produjo el macrismo”, sostuvo Daniel Godoy, director de IDEP Salud.
Y agregó: “Independientemente de eso, la Argentina tiene otras ventajas comparativas con otros países. Hay un sentido muy internalizado del sector público, que tienen un ADN que rápidamente se pone de pie. Las medidas que se tomaron han comprobado eso”.
La salud, pública
“Una vez más, los sistemas públicos de salud responden sin miramiento a las situaciones críticas como esta pandemia. Esto amerita la reflexión de toda la sociedad de qué salud queremos para nuestro pueblo: la garantía al acceso a la salud o un sistema al que accedan según el poder económico de cada ciudadano”, resaltó la presidenta de Fesprosa, María Fernanda Boriotti.
Ante la embestida de un virus que no da mucho tiempo para actuar, fortalecer el sistema público parece ser fundamental. “Esta crisis pone al desnudo las realidades de los sistemas de salud, que cuanto más precarios son, más difícil es afrontar una situación crítica como la que estamos viviendo”, agregó Boriotti.
Mientras, para Arrechea, luego de años de desfinanciamiento a la salud pública, el rol del hospital público, solidario y gratuito ha tomado resignificación: “El hospital público con todo su equipo de trabajadores es fundamental para hacer frente a esta pandemia”.
Los aplausos
“Nos estamos preparando en todos los sentidos: en estructura, en insumos, en personal. Emocionalmente estamos igual que cualquiera, con mucho miedo, porque más allá de ser profesionales detrás de nosotros también hay una familia y también tenemos miedo de infectarnos”, dijo la enfermera del Hospital Rivadavia.
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Y es que si hay algo con lo que hoy los trabajadores luchan, además del virus, es la falta de equipos de protección personal que se vive en los hospitales. Es por esto que, tanto CLATE como Fesprosa, han adherido a la convocatoria de la ISP, Internacional de Servicios Públicos, Sindicato Mundial que agrupa a 7 millones de trabajadores sanitarios, para realizar un “aplausazo” latinoamericano en reclamo por la provisión de estos equipos.
La pandemia del COVID-19 afectó a gran cantidad de profesionales sanitarios en China, Italia y España. En nuestra región, Brasil ya tiene 1.400 trabajadores con diagnóstico o sospecha de coronavirus.Tres de ellos han fallecido. En Chile hay 145 trabajadores de salud contagiados solo en atención primaria, 176 en observación y 1.400 en cuarentena. Esta situación se repite en todos los países del continente.
“Con esto, claramente estamos diciendo que no somos héroes que vamos a inmolarnos, sino que somos trabajadores y necesitamos estar protegidos. Tenemos que tener los equipos de protección adecuados para poder atender a la población y no infectarnos en el proceso. El alto índice de contagio está relacionado a la falta de estos equipos, al estrés y a la falta de descanso porque la cantidad de pacientes que hay supera a la de trabajadores”, subrayó Boriotti.
En este sentido, Arrechea destacó la labor de los trabajadores de la salud: “Seguimos estando al lado de ellos y peleando para tener mejores condiciones de trabajo. No tenemos que bajar los brazos porque los sueldos más postergados del Estado son los de los trabajadores de la salud. Esperamos que a partir de ahora los gobiernos entiendan el gran significado de tener trabajadores con buena remuneración para que se puedan ocupar de brindar salud a la población, que es lo que hacen aún en estas condiciones de tanta carencia durante tanto tiempo”.
El bullying
Así como los videos de los aplausos se replican cada noche, en las redes sociales la contracara de este agradecimiento a quienes se exponen al virus también comenzó a circular. Carteles en ascensores de edificios con amenazas de acciones legales o posibles desalojos para médicos, enfermeros y farmacéuticos fueron protagonistas en las últimas semanas.
“Nosotros tenemos mucho más miedo que el resto, por eso mismo nos cuidamos mucho más. Estamos en una primera línea de exposición pero tomamos todos los recaudos. Ni el médico ni el enfermero se quieren enfermar porque cuando a uno le toca enfermarse se lo lleva a la casa, y en la casa tiene una familia. Extremamos mucho más los cuidados que el resto de las personas. Es paradójico. Te aplauden por un lado y por el otro te están discriminando porque trabajás en la salud”, explicó Paola Villafañe, la enfermera del Hospital Rivadavia.
Por su parte, Boriotti dijo: “Yo me pregunto: una persona con esa mirada, cómo sale a hacer una compra o cómo se anima a ir a hacer una consulta en un centro de salud. También sería bueno preguntarles cómo van a atender su propia salud en este contexto cuando discriminan a un trabajador de la salud”.
“Queremos rechazar enérgicamente esta especie de bullying sanitario que se les hace a los que trabajan en los hospitales enfrentando la pandemia, poniéndole el cuerpo, y que en algunos lugares, producto del miedo y el desconocimiento están discriminando, y en algunos casos hasta quieren que abandonen sus hogares”, agregó el coordinador nacional de Salud de ATE.
Está claro que para quienes adhieren a esta especie de amenazas, hoy el miedo es quien gobierna. Esto sumado al encierro al que la cuarentena obliga hace que en el país convivan el bullying y los aplausos en un mismo contexto.
“Cuando discriminas a las y los trabajadores del Estado que te protegen y te curan, tu enfermedad es más grave que las que provocan los microorganismos. La ignorancia y el miedo son mortales”, sostuvo Flavio Vergara, técnico en virología del Instituto Malbrán.
Pero la balanza parece inclinarse más hacia la gratitud. “Para nosotros, desde Jujuy a Tierra del Fuego, en cada sala, en cada centro de atención de salud, en cada hospital, los trabajadores son los que están haciendo patria, defendiendo la salud de toda la población”, sentenció Arrechea.