Lamentamos informar el fallecimiento del Sr. Sensatez. Ocurrió el último sábado, luego de una larga y atormentada agonía. Porque a pesar de que pocos eran los que reparaban en sus continuos achaques, el Sr. Sensatez llevaba años, decenas de años, incubando en sus entrañas el conocido Mal de Dummheit, virus que lenta y gradualmente corroe el buen juicio y marchita la prudencia y la madurez en los dichos, actos y decisiones.
Sus últimas palabras fueron un laberinto de incongruencias, desatinos y subterfugios dignos de un primate al que de pronto se le concede el don de la palabra: el gobierno miente, ha inventado una pandemia para acabar con nuestra libertad; Soros y Fernández son la misma mierda; todo esto está armado para que Argentinos Juniors salga campeón; no hay una pandemia, hay una plandemia; los presos están en la calle y nosotros en prisión domiciliaria; si seguimos así, seremos Venezuela; Bill Gates se la come; es inconcebible que no pueda reunirme con mis amigos, con mis familiares, mientras ellos no se bajan los sueldos y no usan barbijo; yo también quiero conocer a la sobrina de Wiñazky. Etcétera, etcétera.
Sus amigos y parientes no le decimos adiós, porque esperamos y deseamos, con ingenua esperanza, que el Sr. Sensatez, padre de millones de hijos, algún día regrese y se instale nuevamente entre nosotros.