Redacción Canal Abierto | En las últimas horas las trabajadoras domésticas pasaron a estar en el prime time de la televisión argentina. Lo que desencadenó esto fue testeo positivo de COVID-19 de la modelo Nicole Neumann, quien rápidamente apuntó contra su empleada como principal responsable del contagio.
Sin embargo, una semana antes, el Ministerio de Trabajo de la Nación informó que en los últimos cuatro meses, más de 20.000 empleadas domésticas fueron dadas de baja del registro. Lo que tampoco tuvo la misma repercusión fue la investigación que encararon el CONICET y la Universidad de Lanús, en la cual indicaron que 6 de 10 trabajadoras domésticas fueron despedidas entre abril y mayo.
Además, a raíz del estudio que se realizó a través de redes sociales y WhatsApp a 635 empleadas domésticas de todo el país, se conoció que sólo el 33% de las trabajadoras domésticas recibió el salario abonado por sus empleadores sin poder trabajar ante la pandemia, mientras que más de la mitad vio empeorada su situación laboral durante el aislamiento social obligatorio.
En esta línea, Sonia Kopprio, la secretaria general del Sindicato de Trabajadoras de Casas Particulares, secretaria general adjunta de la CTAA Río Negro e integrante de la Comisión Ejecutiva Nacional de la CTAA, dijo: “Algunas dejaron de ir a trabajar para preservar su salud y la de la familia para la que trabajan. Más allá de las disposiciones del Gobierno, unas cobraron su sueldo y otras no. En el caso de Río Negro, seguimos complicados con el virus y cada vez hay más contagios, y hay compañeras que se han contagiado trabajando, sobre todo porque sus empleadores no siguen los protocolos de higiene”.
El Sindicato de Empleadas Domésticas confeccionó un protocolo de higiene y lo elevó a los ministerios de Trabajo de Río Negro y Neuquén. Tras ser evaluados los dieron a conocer mediante resolución y los requisitos incluyen que la parte empleadora entregue a su empleada barbijos, máscara o antiparras para cubrir los ojos, un guardapolvo o pantalón y chaqueta manga larga, cambio de calzado, alcohol en gel y jabón blanco para desinfectar. Además debe asignarle un lugar específico para cambiarse cuando ingresa y cuando sale del lugar de trabajo.
“Nosotras estamos exigiendo esto porque parece que creen que nosotras no corremos el riesgo de contagiarnos y no es así. Nosotras cuidamos dos familias, la nuestra y para la cual trabajamos. Además en esta pandemia, como sindicato, también hemos hecho valer mucho el trabajo de las compañeras con factores de riesgo, que no están yendo a trabajar y les están pagando los sueldos”, añadió Kopprio.
Las últimas en la escala de cobro
El trabajo doméstico ha sido históricamente el peor remunerado en el país. Con los últimos acuerdos paritarios, la escala salarial del sector oscila entre $17.000 y $24.000 en el caso de estar registradas. La hora por trabajo realizado se encuentra por debajo de los $180.
“Nuestros sueldos son bajos y estamos muy por debajo del índice de pobreza. Tenemos muchas compañeras a las que no les han querido pagar los aguinaldos todavía, que en el mejor de los casos llega a los $10.000, pero la mayoría ronda en los $3.000 o $4.000. Hay empleadores de alto nivel económico que aprovechan la emergencia que estamos viviendo y se escudan en ella para seguir sin cumplir con los derechos de las trabajadoras. Muchos de ellos despidieron compañeras y ocupan personas por hora, que con lo que pagan no les alcanza ni para un kilo de pan porque en el sur la canasta básica es mucho más cara que en el resto del país”, informó Kopprio.
Y agregó: “Hay muchas compañeras que temen quedarse sin trabajo. Prefieren agachar la cabeza y seguir trabajando sin reclamar sus derechos por la misma necesidad económica que atraviesan. Siempre fue un sector desvalorizado a la hora del pago, y menospreciado en lo humano ya que muchos empleadores ni siquiera les brindan guantes para limpiar baños o suciedades de los animales”.
Lo que falta para el sector
En materia de políticas públicas para el sector, la referente de la Comisión de Trabajadoras de Casas Particulares hizo hincapié en la falta de inspecciones en las casas. “Esto permitiría que se registre a la gran cantidad de compañeras que siguen trabajando en negro –que actualmente superan el 60%-. Hay algunas que llevan más de veinte años en esa situación, sin derecho a una obra social, a aportes de jubilación, ni siquiera una ART. En este sentido, recibimos también muchas denuncias de personas que nos señalan que hay situaciones de esclavitud”.
Cuestión de género
Finalmente, Kopprio sintió importante destacar: “En la mayoría de los casos, las que no cumplen y no valoran el trabajo son las empleadoras mujeres. Y en estos momentos, si hay contagios, no dudan en echarles la culpa a las empleadas domésticas”.