Redacción Canal Abierto | Y un día llegó la noticia tan esperada por más de uno desde el 19 de marzo. Los teatros de la ciudad de Buenos Aires vuelven a abrir con los protocolos correspondientes a fin de evitar la propagación del coronavirus. Sin embargo, esa buena nueva no tiene un alcance general.
Los protocolos autorizados por el Gobierno nacional y al que adhiere el Gobierno de la Ciudad implican, entre otras cosas, trabajar con un aforo que no supere el 30% de la capacidad de la sala y una infraestructura de seguridad e higiene que implica la remodelación de la mayoría de los espacios. Estos dos aspectos puntuales hacen que su cumplimiento sea incompatible con la rentabilidad de la actividad de los espacios independientes.
«Cuando se dice que volvió el teatro, los únicos que volvieron son unas pocas salas del circuito comercial, cuyos productores son los más conocidos y que tuvieron que hacer reestructuraciones millonarias en sus salas para poder volver con protocolo distanciamiento», plantea a Canal Abierto la actriz Iride Mockert.
En el mismo sentido, su colega Nayla Pose plantea que «este protocolo está buenísimo porque me parece una buena noticia que vuelva la actividad al teatro comercial. Pero que esto no enmascare el discurso con el argumento de que vuelve el teatro porque esto no es real».
Más allá de los anuncios hechos por el Gobierno de la Ciudad, la medida sólo ha beneficiado a unas pocas salas del circuito comercial: el Complejo La Plaza, Multiteatro, Broadway y los estatales Centro Cultural General San Martín y Centro Cultural Kirchner. Vale aclarar que en el caso de los complejos sólo han habilitado una de las salas disponibles y que en el caso de la obra del complejo del gobierno porteño se trata de un reestreno. También se espera que en las próximas semana se habilite el anfiteatro del Auditoruim Belgrano.
«Es un manotazo de ahogado decir que volvió el teatro por la presión social que hubo, pero esto no es la vuelta al teatro. El circuito independiente, acá en CABA, es el 90% de la población teatral y sigue sin trabajar. Las salas que todavía están resistiendo se están endeudando porque el protocolo exige un montón de requerimientos que no pueden afrontar», señala Mockert.
Pose es la responsable de El Brío, una de los centenares de salas que integran el circuito independiente porteño y que hoy se ve imposibilitada de trabajar. «Los protocolos para la apertura te exigen presentar una declaración jurada firmada por ingeniero en seguridad e higiene donde te hace la evaluación no solo de metros cuadrados sino también de metros cúbicos, que tiene que ver con la altura del techo y la renovación del aire en la sala. Ahí empieza a incidir si tenés ventanas o ventilación mecánica», cuenta.
Y explica que «ahí aparece el problema del aforo reducido al 30%. La gran mayoría de las salas, que son las denominadas Clase A, de hasta 50 personas. Con eso tenemos que el aforo del 30% nos queda en 12 o 13 personas. Ahí entra una realidad que es que el costo del ingeniero de seguridad e higiene, más el costo de la ventilación mecánica, no coincide con la realidad. Por otro lado, abrir para 12 personas, no llegás ni a pagarle al boletero o al iluminador. Sale más plata abrir que tener cerrado«.
Durante el año las salas contaron con algunos mecanismos de apoyo por parte del Instituto Nacional del Teatro, como los Programas Podestá, que consistieron en aportes de 5000 pesos por integrante de elencos de obras que hayan recibido subsidios en años anteriores. El Gobierno de la Ciudad lanzó también las líneas Proteatro y Prodanza, pero se adeudan pagos.
El inicio de las instancias de diálogo a fin de armar los protocolos para volver sonó a buena noticia, pero cuando se empezaron a poner en práctica aparecieron los problemas y el horizonte de retomar las actividades comenzó a verse lejano para las salas independientes.
«Hasta hace un mes había diferencias abismales entre los protocolos de nación y de ciudad. Esto fue tan dinámico que fue cambiando día a día. Y no es a lo que yo me dedico. De repente una tiene que saber de leyes y de todos esos entramados que son como laberintos en los que tenés que tener todo muy claro para entenderlo. Por ejemplo, el protocolo de Ciudad pedía 15 metros de distancia y el de Nación pedía 2. ¿Cómo pasa eso si están ambos hechos por sanitaristas? Ahora se aunaron los criterios», narra Pose
Y manifiesta que «obviamente nadie quiere que se contagie. Yo cerré antes de la pandemia declarada. Cuando en marzo el presidente pidió que por una semana sería recomendable que se queden en sus casas yo cerré. Pensé que sería una semana. A la gente que transita por mi espacio, si bien es gente que no conozco, la mayoría es un público cautivo, que te sigue que una conoce. Ni hablar de los estudiantes con los que una comparte años, son como tu familia, son las personas que eligen investigar a tu lado. ¿Cómo no vamos a cuidar a esas personas que son como nuestra familia? Lo que queremos es trabajar cumpliendo el protocolo y que nadie se enferme. Así que estamos aprendiendo y tratando de aprender para poder ser respetuosos y cuidadosos con la gente que transita por nuestros lugares».
Las salas no funcionan únicamente los días de función, sino que son espacios en los que durante los días de semana se dan clases y talleres, lo que implica otra vía de ingreso para actores y actrices.
Pose sostiene que «estamos en diálogo con Ciudad y siento que están en una especie de loop que no nos lleva a ningún lado. Una de las grandes luchas es que se declare en la emergencia cultural en la Ciudad de Buenos Aires. Ojalá que esta situación pueda traspasar el blindaje mediático que tiene Larreta y haya políticas públicas que garanticen el regreso a las salas».
«También es penoso ver las consecuencias que trae toda esta situación. Ayer salió u comunicado de la Asociación Argentina de Actores en emergencia. La Obra Social de Actores avisó que estaba en alquiler su edificio, porque al paralizarse el trabajo dejaron de percibir los ingresos«, expresa Mockert.
Y concluye sugiriendo que «acá todas las plazas tienen anfiteatro. Debería ser una política del gobierno de la ciudad dar trabajo y generar ingreso en esos espacios. Porque es alimento para toda la población. Yo creo que el teatro es absolutamente necesario y ha resistido pestes, guerras y seguramente resistiremos. Lamentablemente hay muchos compañeros que quedarán en la batalla porque esto está siendo muy duro».