Redacción Canal Abierto | Seguramente las imágenes vistas en el Congreso de los Estados Unidos el martes pasado queden en la memoria colectiva y sea uno de esos hechos que se suman al álbum de figuritas de momentos que cada uno recuerda dónde estaba en el momento en el que ocurrieron.
Las elecciones de este año fueron muy pedagógicas sobre el sistema electoral norteamericano. A pesar de que antes de la reforma del 94 nuestros sufragios también eran indirectos, pareciera que por primera vez tomamos noción de que una persona no necesariamente significa un voto. También irrumpió en nuestro horizonte un trámite burocrático cuya existencia desconocíamos: la necesidad de que el Capitolio oficialice la fórmula ganadora.
Todo esto fue producto del accionar de una horda de simpatizantes de Trump que irrumpió en la sede del poder legislativo para impedir que Joseph Biden sea el próximo presidente de los Estados Unidos, aduciendo un fraude electoral, teoría que impulsa Donald Trump quien es (¿?) por unos días más el mandatario de dicho país.
“Lejos de terminar, esto pareciera que es el inicio de una etapa muy compleja. Es algo que viene dándose desde hace varios años hacia el interior de los Estados Unidos, que es la potencia económica más grande del mundo y que, a partir de lo que fue la caída de la Unión Soviética, se comenzaron a producir distintas miradas al interior de los Estados Unidos de cómo manejarse y posicionarse en ese nuevo mundo en el que ese enemigo histórico había caído y se había desarticulado”.
Quien habla es Julio Fuentes, presidente de la Confederación Latinoamericana de Trabajadores Estatales (*), dirigente de ATE Argentina y secretario de Relaciones Internacionales de Unidad Popular, quien dialogó con Canal Abierto para analizar las implicancias políticas nacionales y regionales que esta situación abre.
¿Cual es el contexto histórico en el que se enmarca la situación actual?
-A partir de ahí surge una disputa que trasciende esas disputas de republicanos y demócratas que fue lo que de alguna manera marcó a este sistema de gobierno de los Estados Unidos que a los ojos de los latinoamericanos nos sonaban bastante parecidos estos dos bandos. Ahí comenzó un proceso de reacomodamiento hacia el interior de los poderes de Estados Unidos en el que comenzaron a aparecer esas dos corrientes.
Por un lado, una más enfocada en lo global, que se hizo más fuerte en las filas demócratas con Clinton y Obama y han tenido una política de mirar al mundo como una cuestión general y operar en el marco de lo internacional. Ellos han sido grandes agresores e invasores.
Y el otro grupo, que también ha aparecido en Europa, es más nacionalista. Y acá hay que hacer una aclaración del término. Una cosa es el nacionalismo que surge en los países centrales con una mirada racista y discriminadora anti migraciones, bien de derecha. Esto es muy distinto a lo que uno puede pensar del nacionalismo de nuestros países, que fueron colonias entonces el nacionalismo es progresista, más de izquierda y emancipador. Es el caso nuestro o de África.
Entonces volvemos a Estados Unidos y estos dos grupos, los globalizadores y los nacionalistas. Unos te invaden y los otros te meten un muro para que no cruces. Ahí hay una disputa muy fuerte hacia adentro, en la que Trump aparece como la cabeza de ese grupo más nacionalista de derecha que pretende seguir controlando el mundo, pero planteando repatriar capitales, con un discurso anti inmigrantes, trabajo para los norteamericanos blancos arios y no para los negros ni sudacas. Ese grupo no pareciera ser el que va ganando hoy. Pero me parece que se van a dar disputas muy fuertes. Esto no se resolvió el martes, esta disputa está latente porque tiene factores de poder detrás de cada uno de los dos grupos. Sin dudas esa disputa se va a sentir, y la vamos a sentir.
En el caso de los más nacionalistas, esta disputa pone en cuestión la propia unión. En Estados Unidos los estados tienen una fuerte autonomía y la unión es un acuerdo y si eso se rompe también se puede pensar en que tengan fracciones hacia adentro. Dicho así suena a una locura, pero si hace 35 años alguien decía que la Unión Soviética estallaba y se dividía, también sonaba a locura. Así que hacia dentro del imperio estas diferencias pueden producir grandes cambios en los próximos años.
¿Fracciones hacia adentro como se plantearon en la guerra de secesión del siglo XIX?
-Si, porque las expresiones nacionalistas terminan arraigándose en los espacios territoriales más pequeños. No es exagerado pensar que algún o algunos estados puedan pensar que sus intereses están afectados y plantear la división. Esto es posible. Y hay que pensar lo que significaría algo así en un país en el que el pueblo está armado, porque pueden adquirir armas con facilidad. Imaginate que el gobierno federal trate de reprimir cualquier intento de división, cosa que puede derivar en otro tipo de conflictos, hasta comparables con los de Europa del Este.
¿Y estos escenarios de qué manera podrían repercutir en nuestra región?
-Las políticas de quienes han asumido el gobierno, si pensamos por ejemplo para Venezuela, no han sido buenas. No olvidemos que fue Obama quien dijo que Venezuela afectaba la seguridad de los Estados Unidos. Eso, dicho por el presidente de los Estados Unidos, es prácticamente una declaración de guerra. Y lo que hicieron fue bloquearla. Las posiciones en relación con los países tienen antecedentes que muestra a este sector más globalista con una actitud mucho más agresiva en su política exterior. Así que vamos a sentir los coletazos
De ocurrir una situación más grave, va a producir otro tipo de consecuencia. Que como toda crisis genera una situación de oportunidades. Puede ser la oportunidad de que las fuerzas políticas sociales y populares de América Latina y Caribe trabajemos más que nunca en los procesos de integración. Que no solamente deben ser de los estados y gobiernos, sino también de las organizaciones de la sociedad civil. Tenemos que integrarnos, porque es la única posibilidad de que esas disputas hacia dentro del imperio nos causen el menos daño posible. Pero si nos agarra divididos, es como la pandemia, nos pasa por encima y ni siquiera tenemos una política sanitaria mínima en común.
Estados Unidos tiene una tradición bélica, pero en otros territorios. Cuando su país fue atacado con las Torres Gemelas iniciaron su ofensiva en medio oriente descuidando el patio trasero. Ese fue el momento que aparecieron gobiernos populares y plasmaron experiencias como el ALBA o Unasur. Una nueva complicación interna, ¿puede plantear un escenario similar?
-Con la Torres Gemelas pusieron la responsabilidad en otro lado, pero con esto no pueden hacerlo porque es un problema de ellos y tienen que convivir con ellos. Eso no es algo que pase en todos lados. En Argentina hemos vivido situaciones de magnitud, pero nunca se pudo ni llegar al Congreso. Es llamativa la facilidad con la que pudieron llegar ahí. No tengo dudas de que hubo complicidades para que esto ocurra. Si tienen problemas serios, que los tienen, porque lo del martes no fue algo menor, es un problema que tienen muy metido adentro. Si ellos tienen problemas, nosotros tenemos oportunidades.
¿Puede leerse al sector que apoya a Trump como parte de una suerte de internacional reaccionaria que tiene representantes en Vox o el libertarismo y que van más allá de los partidos tradicionales?
-Yo creo que es algo que está latente e insisto en que trasciende lo de republicanos y demócratas, sino que es algo cruzado. Puede ser que hoy, con la composición actual del Congreso de Estados Unidos en la que esta corriente global y transnacional a la que le da lo mismo explotar obreros gringos o sudacas, sino que van a donde haya mejor negocio aunque signifique dejar sin trabajo a su propia gente, trascienda el partidismo. El otro sector que busca posicionarse con su nacionalismo de derecha, que no significa que para nosotros vayan a ser mejores, lo hace desde un lugar que no es aislado en el mundo que, desde esto que ocurrió, esas expresiones de derechas se van a ver envalentonadas. Tenemos acá nomas a nuestro vecino Bolsonaro. El forma parte de ese espacio internacional, declarado o no, reaccionario. Está en Eurpoa y en otros países.
* CLATE contiene 87 sindicatos de estatales de 18 países de la región, con un total aproximado de 5 millones de afiliados.