Redacción Canal Abierto | Este 14 de febrero la Ley de Entidades Financieras cumple 44 años. La fecha tiene importancia porque la modificación de esa norma, en 1977, transformó para siempre las relaciones de la Argentina con el capital financiero internacional. O, dicho de otro modo, habilitó los mecanismos para la fuga de capitales y el endeudamiento sin control.
“Cumplimos 44 años de la Ley de Entidades Financieras que impuso la dictadura, y sin la cual no hubiera sido posible la estafa de Vicentin y tantas otras estafas monumentales. Es decir que en 37 años de democracia no logramos generar una nueva normativa que impulse una banca para el pueblo, y no para sacarle guita a la gente”, sostiene Carlos del Frade, periodista y diputado provincial del Frente Social y Popular que integra la comisión investigadora del caso de la cerealera.
En efecto, cuando nuestro país era gobernado por el dictador Jorge Rafael Videla la Ley fue modificada y las reglas cambiaron para siempre. Este cambio posibilitó que en las dos semanas posteriores a su asunción el gobierno de Mauricio Macri abriera las puertas a los capitales especulativos, posibilitara la fuga y emprendiera un endeudamiento vertiginoso y sin precedentes cuyos impagables vencimientos están en el centro de las preocupaciones nacionales.
“Ese año, la dictadura cambió todo el funcionamiento del sector financiero que hasta ahí era funcional al desarrollo industrial, era una herramienta de estímulo del sistema productivo”, sostiene Juan Santarcángelo, investigador del CONICET y de la Universidad Nacional de Quilmes quien, junto a Juan Padín, analizó las transformaciones en el marco regulatorio del sistema financiero a lo largo de los años y su consecuencia en el deterioro de la economía nacional.
Todo listo para la fuga
En el trabajo titulado “La reinstauración del neoliberalismo en Argentina durante el gobierno de la Alianza Cambiemos”, publicado recientemente en la revista Realidad Económica, Santarcángelo y Padín dan cuenta de las modificaciones a la Ley realizadas por el gobierno de facto que cambiaron radicalmente el juego financiero y que hasta hoy continúan vigentes.
“La reforma puso un cepo a los mecanismos utilizados por la industrialización por sustitución de importaciones, en su última etapa: se terminó con la nacionalización de depósitos, donde el destino del crédito era determinado por el Banco Central; se dio por finalizado el control de las autoridades monetarias sobre la tasa de interés; y se posibilitó al sector privado contraer deudas financieras con organismos financieros del exterior”, detallan.
Desde entonces, la economía real pasó a subordinarse al sector financiero, y lo hizo sin mayores intervenciones desde la dictadura militar hasta finales de la crisis de 2001.
“Cuando Néstor Kirchner ganó las elecciones en 2003, se encontró con un país devastado donde el sector financiero había colapsado con la crisis de deuda, los bancos se quedaban con los depósitos y la gente que tenía algo de plata no la depositaba –explica Santarcángelo en diálogo con Canal Abierto-. Lo que empezó a hacer, con todos los aciertos y errores que se pueden tener en una gestión, fue crear un modelo de desarrollo productivo, centrado en la generación de empleo, en el crecimiento económico. A armar otra maquinaria para que funcione la economía. Pero no modificó la Ley de Entidades Financieras”.
Con las reglamentaciones para facilitar la especulación intactas, Macri no necesitó hacer mucho: le alcanzó con pagarle a los fondos buitre, volver a acceder al crédito, subir la tasa de interés y endeudarnos otra vez.
“Gracias a la Ley de Entidades Financieras, los capitales pueden fugar la plata afuera, el país se queda sin dólares y después te ofrecen prestártelos los mismos que te los robaron -resume Guillermo Robledo, integrante del Observatorio de la Riqueza padre Pedro Arrupe y coordinador de PIA (Peronismo de la Inteligencia Artificial)-. Hasta el 77, la tasa de interés estaba por debajo de la inflación y había unos 700 bancos, un Banco de Desarrollo, un Banco Hipotecario nacional, instituciones financieras del Estado, cajas de crédito en todo el país, mecanismos para la producción porque el negocio era producir. Desde entonces quedan 20 bancos, en su mayoría extranjeros, que trabajan para llevar la plata afuera. Y no hubo ningún negocio que pueda equipararse con la renta financiera”.
Poner el tema en agenda
Santarcángelo también considera vital establecer nuevas reglas de juego. “Si no cambiamos el funcionamiento del sector financiero, siempre quedamos abiertos a la posibilidad de que nos vuelva a pasar lo que nos pasó. Si dejamos eso vivo, mañana gana Macri de vuelta y hace lo mismo”.
Robledo, por su parte, cree que para modificar el escenario hay que cambiar la correlación de fuerzas: “El pueblo no tiene este tema en agenda. Si el movimiento obrero organizado, los movimientos sociales, lo pusieran como principal punto de lucha habría otra presión, incluso el Gobierno podría negociar la deuda de otra manera. Pero no hay una gran movilización por esto, como la hay por otros temas, aunque éste sea el eje del problema”.