Redacción Canal Abierto | Cecilia es una docente universitaria que pone en crisis las teorías progresistas que dicta en sus clases cuando fuerzas de seguridad asesinan al hijo de Nebe, la mujer que trabaja en su casa. Esta es la premisa que impulsa el relato en Un crimen común. El film dirigido por Francisco Márquez se estrenará este jueves en la localidad cordobesa de Villa María, donde iniciará su recorrido por salas de distintos puntos del país.
El caso de violencia institucional que da título a la obra funciona como disparador para instalar la inquietud de Márquez. No es el centro de la narración ya que no nos encontramos ante una película de denuncia sobre el accionar de las fuerzas policiales sino ante una suerte de thriller metafísico.
El relato recorre distintos contrapuntos: el de la situación de Ceclila con la de Nebe, el de los preceptos que enseña en las aulas universitarias con la realidad o sus posiciones en relación a la realidad con la de sus alumnos. Cada uno de estos contrastes funciona como un espejo en el que la protagonista deconstruirá sus convicciones y sus acciones.
«El guion lo que hace es poner al personaje en un lugar en el que tiene que transitar un contrapunto que existe en la realidad, no es algo que cree el guion, pero sí lo expresa. La distancia que tienen los personajes de Cecilia y Nebe es la distancia entre la vida y la muerte. Nacer en un barrio o en otro depende de cómo sea tu vida. Cuando hablas con pibes de barrios populares ves que conocen un montón de amigos, vecinos y conocidos que han muerto, mucho más que lo que me puede suceder a mí con gente de mi edad o más chica», explica el realizador a Canal Abierto.
El cineasta plantea que “como sociedad tenemos internalizadas una serie de cuestiones y por más pensamiento progresista que tengamos hay una construcción social que nos estructura de una manera muy fuerte. Esos jóvenes son vistos como peligrosos cuando son ellos los que están el peligro. La película no cuenta la historia de este pibe ni el entramado policial, sino que cuenta la relación de una académica con este hecho. Es un hecho que quizá lo puede abordar en una clase de la facultad, pero cuando se ve en esa situación responde de esa manera. Son cosas que que tenemos que tratar de repensar y ver cómo las transformamos”.
En la película conviven elementos estéticos propios del realismo que son utilizados para reflejar el hecho y las escenas vinculadas a la víctima y su familia con recursos propios del cine de terror y de suspenso, como primeros planos, fuera de campo y seguir al personaje por detrás.
Al respecto Márquez explica que “la película trabaja con elementos de cine de terror sin serlo. El terror que ella atraviesa no es por un peligro real. No hay un monstruo o una amenaza, es un terror más metafísico, existencial. Ese es un desafío que teníamos en la película. A veces esos jóvenes son considerados peligrosos cuando son los que están en peligro. Y en un momento ella se encuentra con que también es parte del problema. No porque ella haya sido la culpable de la muerte de ese joven. Si bien no dejan de ser la policía y el estado, pero sí porque hay algo de las prácticas políticas que es necesario transformar. Así que es un miedo a ella misma. Por eso también hay mucho fuera de campo, no hay una presencia material que le haga tener miedo o no tenerlo”
Y expresa que en la vida de la protagonista “aparece un hecho de la realidad que ponen en cuestión una serie de convicciones que ella tenía. Ese mundo que ella creía poder explicar de una manera tan clara se le empieza a desarmar y a derrumbar. Eso se manifiesta en el encuentro con les estudiantes, pero también se manifiesta en como trabajamos con el espacio, con la luz como habita el personaje los diferentes espacios, la relación con su hijo y con su casa”.
El estreno en salas tendrá lugar este jueves en el Centro Cultural Comunitario “Leonardo Favio” (Av. Gobernador Sabattini 200, Villa María, Córdoba). Allí estará presente el realizador y será el inicio de exhibiciones en distintos untos del país hasta llegar al área metropolitana. “A mí me parece importante que cuando hablamos de federalismo ponerlo en práctica con hechos concretos. Además de eso, también podríamos hacer un estreno nacional, pero nos interesa esto de estrenarla en otro lugar y viajar”, sostiene Márquez.
Y subraya que “hay un tema con la exhibición que con la pandemia se agravó y es que hay tres distribuidoras norteamericanas que copan el mercado de manera feroz y hay un Estado que no está pensando políticas para revertir una situación que no sólo es un problema para los cineastas que no podemos estrenar las películas. También es un problema para el público. Que el público no pueda acceder a la diversidad de producción que hay y que solo pueda ver un tipo de contenido. Y no es que el Estado defina qué se puede ver y qué no, queremos que la gente pueda ver la película que quiere. Pero también queremos que tenga la posibilidad de elegir. Está buenísimo que estrenen Avengers o Tom y Jerry, pero tiene que existir la posibilidad de que el Estado garantice que el público pueda elegir entre la diversidad que existe y no que haya una o dos películas que copen todas las salas que hay en el país”.
“Cuando uno ve experiencias como las del Gaumont se da cuenta que el público cuando tiene la posibilidad con un cine bien ubicado, con butacas cómodas, un buen sistema de proyección la gente elige ver películas argentinas”, concluye Márquez.