Redacción Canal Abierto | El 19 de abril de 1991, Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota se presentaron en Obras Sanitarias. Esa noche, un operativo policial de la Comisaría 35ª se llevó a jóvenes que esperaban ingresar en el predio de Nuñez. Uno de ellos era Walter Bulacio, un chico de 17 años que recibió una golpiza brutal y murió una semana después.
El caso es un emblema de la violencia institucional y la violación de los derechos humanos en democracia. También fue la situación que puso en evidencia los peligros de los edictos policiales, que fueron derogados poco tiempo después. En el ámbito judicial, la causa llevó más de dos décadas y culminó con una pena menor y en suspenso al comisario Miguel Angel Espósito.
Nicolás Cesare es actualmente director del Teatro Municipal de Lomas de Zamora, pero durante su adolescencia fue un habitué de los conciertos de la banda encabezada por el Indio Solari y Skay Beillinson. Su debut en los shows ricoteros fue de la peor manera: esa noche fue detenido y compartió la celda con Bulacio.
“Ese día me iba a la escuela, me había llevado en la mochila ropa para cambiarme e ir al recital. Me acuerdo que llegando a la esquina le digo a mi mama `si me meten en cana me venís a buscar´, en tono jocoso como algo premonitorio. Fui con un amigo que fuimos a la escuela, de ahí a la casa de él y de ahí a Capital. Yo iba a ir con mi hermano que tenía tres años más que yo, pero como tenía un parcial no pudo ir”, recordó ante Canal Abierto
“Fuimos temprano hicimos la cola y entramos. Nosotros no tuvimos el bardo de la puerta. Todo lo que aconteció fue a posteriori. De los que caímos en cana que éramos menores fui el único que vio el recital. Walter y todos los demás habían caído en cana previamente, queriendo entrar. Ellos cayeron cuando empezó a tocar la banda y quisieron entrar. Cuando termina el recital, tocan un par de bises. Otros más. Se prenden las luces y cuando estábamos saliendo vuelven a tocar, ya con las luces prendidas. Tocan dos temas más y ya supusimos que eso era todo. Pero cuando habíamos salido escuchamos desde afuera que vuelven a tocar. Cuando queremos volver a entrar, nos mandan por otro lado. Mi amigo estaba copeta y me agarran a mi solo, me suben a un patrullero y me llevan en medio del descontrol de la gente queriendo entrar”, agregó.
El asesinato de Bulacio se dio en un momento en el que la convocatoria de la banda comenzaba a crecer. Los sótanos quedaban atrás y, si bien estaba lejos el pogo más grande del mundo, el nuevo hábitat natural empieza a ser los estadios. Eso llamó la atención de los grandes medios de prensa, aunque no siempre de la mejor manera. “Tenías a la prensa que mostraban a los Redondos y su público como el enemigo público número uno. Caigo en la comisaría como menor, era la época de las razzias”, señaló Césare.
Volviendo a la noche del concierto , Césare recordó que “me toman los datos y me dicen que me podía ir, porque deben haber visto que yo no había hecho nada. Yo tenía 15 años y era la primera vez que salía solo, de Lanús a Obras Sanitarias. Como no sabía irme a Lanús, les expliqué la situación y me metieron en una celda. Me dijeron que me iban a dar el teléfono para que pudiera llamar a mi casa y que me fueran a buscar. Eran la 1:25 de la mañana. Obviamente en ningún momento me dejan llamar. Recién puedo llamar pasadas las 6 de la mañana. Hablamos de una época en que la comunicación no era fácil. No había celular, internet, ni whattsapp. Apenas teléfono fijo, que tampoco era una cosa muy común. El teléfono nuestro era el de mi abuela que vivía al lado y lo pasábamos con un cable. cuando llamo atiende mi abuela y si le decía que estaba preso le daba un síncope. Cuando escucho que atiende mi viejo del otro lado, y me preguntan dónde estaba. Le contesto en la 35 de Núñez. Él me dice que va a ver cómo llegar y hasta que lo hace se hacen las 9 de la mañana. Justo cuando me estoy yendo vienen a buscar a uno de los pibes. Ese es el momento en que Walter queda solo. Hasta ahí no había pasado nada, ni nos tocaron. Sí recuerdo que no nos dejaban ir al baño y nos tenían en una celda con la ventana a la calle abierta”.
Hasta el momento, su debut en las misas ricoteras era una gran anécdota a futuro. Pero “días después de esto, cuando finalmente Walter muere asesinado, me llama un compañero de la secundario y me dice que prenda la tele y veo al pibe con el que había estado una semana antes en la celda conversando. Pasan unos días más, suena el teléfono en mi casa y preguntan por mí y era el juez (Víctor) Pettigianni. Me citan a declarar por lo ocurrido. Fui a declarar me acompañó mi viejo, fui a las marchas del silencio. Después hubo un programa que se llamaba `Sin condena´ en Canal 9. Ahí se recreaban casos policiales reales. Hicieron el asesinato de Walter, pero con una visión que a los ricoteros nos reflejaban como vándalos. Me fui a Página/12 y les dije que eso era un desastre. Entonces me hicieron pasar y me pidieron que redactara una carta de lectores dando mi opinión. No me iban a hacer una entrevista porque venían cubriendo demasiado el caso. Pero tengo el recuerdo que ponían como límite 15 líneas. Obviamente yo escribí más. Pero me la publicaron entera igual. Al día siguiente de la publicación, me llaman al lugar en el que laburaba de Radio Del Plata para sacarme al aire contando lo que había dicho en la carta. A los dos días llamaron a casa a amenazarme. Ahí mis viejos me dicen `ya está, ya te hiciste el héroe´. Fue algo muy movilizante como generación. Eso me marcó la vida. Para que te des una idea, yo hoy participo en el área cultura del Pozo de Banfield, que se encarga de acompañar los juicios de lesa humanidad y mantener viva la memoria”.
Tras el suceso, la banda publicó una carta abierta dirigida exclusivamente a sus seguidores, a quienes entendían que le debían alguna explicación. Esto generó unas cuantas críticas por no haber participado en movilizaciones o haber hecho una condena más explícita. “Yo entendí lo que ellos publican en esa carta `De los redondos para los redondos’ en la que arrancan diciendo `somos, por el momento nuestros propios testigos. Y es bastante´. Eso me conmovió mucho. El Indio siempre decía que él era la estampita y no podía ir a las marchas, cosa que si hacían Poli, Dawi o Semilla. Estaba eso de que al ser el frontman se iba a romper el dolor con pedidos de autógrafos. El Indio tardó unos cuantos años en dedicarle públicamente una canción a Walter. Era un momento muy particular Los Redondos eran seguidos por la policía o por inteligencia. Quizá podrían haber tenido otra injerencia, pero es siempre trabajar con el diario del lunes. Lo que pasó es que eso quedó impune. Porque más allá de lo que pasó con Espósito, no era lo que esperábamos”.