Peste. Demasiados decesos. Al mismo tiempo, temible mortandad de sesos, de esos sesos melancólicos de esa dictadura del demonio a la que todavía llaman Proceso. Siempre a la espera de algún suceso que les brinde aire para ser aviesos. Esos. Suerte de sabuesos obsesos que se la pasan olfateando a la búsqueda de abscesos. En eso que suponen cabeza, tienen yeso, tienen un desparramo de neuronas en retroceso. Y marchito el tallo. Sesos que viven en receso. Tienen el poder y la habilidad para salir ilesos de todo exceso. Son traviesos Escarban hasta el hueso. A uno lo deja tieso que no vayan presos. Hablemos de eso. De los que nos hunden en la miseria y la humillación a cada hora, a cada bostezo, y gastan el tiempo hablando de progreso. Hablemos de eso. De los gruesos fajos de pesos que a cada minuto se llevan esos despreciables inconfesos. Están por toda parte. También en el Congreso, meta y meta sometidos a esos. Vamos, no seamos quesos. Hablemos de eso. No sé si me expreso.