Por Mariano Vázquez | Mi papá Vicente Manuel Vázquez Gómez (cuando llegó a la Argentina le borraron su segundo nombre y su segundo apellido) me llevó a ver el documental Morir en Madrid, de Frédéric Rossif, realizado íntegramente con imágenes de los corresponsales en España durante la guerra. Esa noche de 1981 quedé impactado por un evento histórico cuya dimensión no comprendí hasta muchos años después. Los heroicos campesinos, obreros y soldados batallando, el mapa de España dividido en dos bandos y el brío de las Brigadas Internacionales me marcaron para siempre.
Su memoria prodigiosa alimentaba mi curiosidad en charlas infinitas sobre su historia, que es también la mía. Sangre y linaje antifascista.
Su elocuencia chocaba contra el arrecife de su padre, quien se negaba a contar su experiencia personal de la guerra. Apenas ideas vagas, difusas y solo con unas copas de más. No conocí a mi abuelo paterno. Él murió cuando yo tenía un año. David Vázquez López nació en 1913 en San Mamed de la Rivera, una diminuta aldea de la provincia de Lugo, en Galicia. De adolescente emigró a Madrid. No completó la primaria. Se afilió el 1ro de octubre de 1932 al anarcosindicalismo de la Confederación Nacional del Trabajo (CNT) en el gremio gastronómico. Trabajaba como dependiente. Cuando se produce el golpe de Estado del 18 de julio de 1936, se suma a la resistencia.
La Comandancia Militar de Milicias señala que en septiembre de 1936 integraba el batallón tercero de la “Columna ESPAÑA LIBRE del Comité Nacional de la C.N.T. DELEGACIÓN ORGANIZADORA”. Otro documento, del Ministerio de Defensa Nacional, indica que se enroló el 10 de marzo de 1937 en la 33 Brigada y que desapareció en combate el 4 de abril de 1838 en “T/Chonte/&/Ebro” durante la ofensiva franquista en Aragón. El relato familiar indica que cayó preso a manos de fuerzas italianas. Dos batallas se registran en esas fechas contra el Corpo Truppe Volontaire (CTV) y ambas fueron el 3 de abril: una en Lérida y la otra en Gandesa. ¿Habrá estado en alguna de esas contiendas que los historiadores califican como feroces? Estuvo preso hasta después de la guerra. Estimo que en alguno de los cuatro campos de prisioneros que los fascistas de Benito Mussolini tenían en Cantabria (Laredo y Santoña). Me contó papá: “Tu abuelo comentaba siempre que cuando volvió a Madrid, mi hermano David, que había nacido el 1 de mayo del 1937 no lo reconoció. Tenía más de dos años. Lo miró como a un extraño. Nació en realidad el 28 de abril pero en ese momento estaban bombardeando Madrid. Tu abuela lo anotó cuando pudo, de tal forma que nació el 1ero de mayo, nació el día del trabajador y él era muy trabajador”.
A la derrota de la República el 1ro abril de 1939 sobreviene la Segunda Guerra Mundial que impidió por 10 años la salida de España, cuando parte de la familia que ya se había exiliado en Argentina logró juntar el dinero para los pasajes. Llegaron al puerto de Buenos Aires el 12 de abril de 1949. David vino con mi abuela Vicenta Gómez-Monedero Sánchez, mis tíos David y José Antonio y mi papá en el vapor inglés Highland Brigade, aquel barco que menciona José Saramago en su libro “El año de la muerte de Ricardo Reis”.
Para esa familia anarquista republicana, la dictadura de Francisco Franco era insoportable. “Creo que mi padre no odiaba a nadie tanto como a Franco”, me dijo papá. Mi familia no salió de España solo por cuestiones políticas. También por hambre. La explicación gráfica me la dio mi tío David, el hermano mayor de mi papá: “Comimos más en el barco que en toda nuestra vida anterior. Comimos por primera vez ravioles, pero ninguno supo qué era. Los devoramos sin preguntar. Nosotros viajamos en la última clase, la tercera, imagínate lo que comían en primera o en segunda”. En ese momento él estaba por cumplir 12 años.
Mi abuela murió al año de llegar a la Argentina. Tenía 37 años. Sufría del corazón. Toda su familia había quedado en España, incluido su hermano menor, Román Gómez-Monedero Sánchez, preso entonces en Alcalá de Henares. A diferencia del lado Vázquez López de la familia, donde mi abuelo era el único con militancia explícita en el anarquismo, los Gómez-Monedero Sánchez adscribían a la ideología libertaria. Román, mi abuela y sus cuatro hermanas.
Mi tío-abuelo Román nació en 1913 en la localidad de Ocaña, provincia de Toledo, en la Comunidad de Madrid. Como dirigente de la CNT defendió a la República desde varias trincheras: la Columna anarquista Del Rosal en 1936, el abastecimiento en el barrio Buenavista en 1937 y en la clandestinidad durante la dictadura. Cayó preso en tres ocasiones.
La Fundación de Estudios Libertarios Anselmo Lorenzo halló y me envió la edición del expropiado diario ABC Madrid, del 4 de febrero de 1937, que bajo el título ´El abastecimiento de Madrid. Elogio de una organización´ describe la siguiente situación que involucra a mi tío-abuelo: “La Comisión provincial de Abastecimiento ha creado las Delegaciones de distrito, de las cuales la de Buenavista es la que tiene la máxima tarea. Pero, afortunadamente, este centro de aprovisionamiento cuenta con una organización realmente admirable y digna de un abierto elogio. Justos en la información de todos los servicios del Frente Popular, queremos hacer destacar este del distrito de Buenavista, que lleva con tanto escrúpulo como rectitud el camarada Román Gómez Monedero (C. N. T.) quien, en contacto directo con la Comisión provincial y eficazmente ayudado por el personal técnico de oficinas, laboratorio y almacenes, se multiplica en actividad y facilidades para servir a combatientes, hospitales y población civil que de él depende. Su continuo y personal esfuerzo ha hecho admirable la organización que lleva con todo acierto. Monedero procede del campo periodístico, y por espíritu de clase nos congratulamos de la eficacia con que lleva su cometido, aunque esa misma razón detiene toda alabanza a la que se ha hecho acreedor el estimado compañero”.
Otro de los documentos que hallé fue su afiliación a “Solidaridad Internacional Antifascista, Sección Española, Agrupación de Madrid 02167”, que indica “su alta el 29 de noviembre de 1937, a la edad de 24 años”. También figura su oficio: tipógrafo y periodista y su afiliación a la Confederación.
Hay también un expediente de Román sobre su ingreso a la Escuela Popular de Guerra, previa baja como soldado del Batallón Local de Transporte Automóvil Servicio de Tren del Ejército. El sello de salida desde este Servicio está fechado el 24 de junio de 1938.
En la llamada “Causa general instruida por el Ministerio Fiscal sobre la dominación roja en España”, que se impuso tras la victoria fascista con el objetivo de instruir “los hechos delictivos cometidos en todo el territorio nacional durante la dominación roja” también figura “ROMAN GOMEZ MONEDERO por una denuncia (en su contra por rojo) efectuada por Doña Magdalena Ormaechea Zubiri del 25 de abril de 1939”. Sobre su “paradero” afirma que “Román Gómez Monedero, según noticias (está) en un campo de concentración por haber llegado a Teniente con los rojos y su familia”.
El libro de Cipriano Damiano “La resistencia libertaria. La lucha anarcosindicalista bajo el franquismo”, lo ubica en la caída del Decimoquinto Comité Nacional de la CNT cuando la policía encaja “uno de sus más certeros golpes. Estaba convocado un pleno nacional de regionales para estudiar la situación creada tras las innumerables detenciones, que tendría lugar el 15 de noviembre (de 1947). Al parecer, una brigada policial procedente de Cataluña trajo una completa confidencia sobre el pleno y, mucho más grave, direcciones y contraseñas (…) Los delegados de Barcelona son detenidos en su propio domicilio, así como el del comité peninsular de Juventudes Libertarias, el de la regional levantina el secretario de propaganda del comité nacional. El día 16, de madrugada, son apresados el secretario político del comité nacional, Alfonso Bruno, el secretario de la local de Madrid, Antonio Cerezo, Manuel Villar, Angel Morales, Bruno Rodríguez Alba, Pedro Sánchez Cardete, Eusebio Azañedo, Román Monedero, Luis Melgarejo, Pedro González, y muchos más, hasta completar noventa y siete detenciones, quedando totalmente desmontadas la provincial, la comarcal y la local de Madrid”.
Como mi tío-abuelo era linotipista intuyo que era parte de las imprentas y publicaciones clandestinas de la CNT: “A este desastre se suma una caída difícil de superar. La imprenta donde se realizan varios periódicos clandestinos, entre los que figuran CNT y Fraternidad es localizada. La policía ocupa importante archivos, máquinas de escribir, multicopistas, medios económicos en poder de tesorería y un completo stock de material de diversa índole. El golpe asestado en esta ocasión marcará el principio del declive del coloso confederal”, afirma Damiano.
Luego de su detención, Román fue llevado al Penal de Ocaña. En mayo de 1948 se produce la fuga de doce militantes de esa cárcel. Según Damiano allí “se hallaban detenidos los más significados militantes de la CNT de toda España”. Agrega: “Los presos estaban clasificados en las galerías por organizaciones y tendencias. En la galería que correspondía a la CNT había amontonados más de doscientos militantes y estaba situada en el extremo opuesto donde comenzaba el túnel”.
El libro “Evasión del Penal de Ocaña, 1948”, de la Fundación Anselmo Lorenzo también cita a mi tío-abuelo: “Después del control, antes de bajar al patio, el compañero Román Gómez Monedero –responsable de la galería– nombraba a los compañeros destinados a la limpieza diaria de la misma y la subida, desde el patio, del agua necesaria para llenar los bidones de doscientos litros que estaban colocados junto a los retretes. El agua de los bidones era destinada a la limpieza. También se llenaban varios botijos, depositados al fondo de la galería, destinados a nuestro consumo. De igual forma se nombraba a los compañeros para el servicio de cocina: limpieza de legumbres de todas clases enormemente agusanadas, pelado de patatas y corte de verdura con alto grado de pudrimiento”. Así lo relató José Yáñez García, uno de los doce fugados, quien además elogia “al compañero Román Monedero, que desde el principio estuvo al corriente de nuestro objetivo, mientras viva le recordaré con singular afecto. Jamás se borrarán de mi mente sus palabras, la noche de la evasión cuando, al tiempo que nos deseaba mucha suerte, añadía: “Aquí nadie dará alarma. Si alguno lo intentara le taparía la boca. Cuando hayan transcurrido cuatro horas avisaré al funcionario para que cuántos nos quedamos aquí podamos salvar toda responsabilidad”. Era la palabra de todo un hombre. Nos fuimos tranquilos, confiados en la sinceridad de una voz serena y firme. Dio la voz de alarma cuando ya estábamos en Madrid”.
Mi tío-abuelo aparece en el Diccionario de Guerrilleros Antifascistas: “GOMEZ MONEDERO, ROMAN: De CNT. Detenido en Madrid el 16-9-47. En 1948 preso en Ocaña, ayudó a la fuga de ese año. En 1958 cumplía condena de treinta años en Alcalá. Vivía en 1977 tras veintiún años de prisión”. Según mi papá, salió de prisión en 1968. Pudo rehacer su vida trabajando en editoriales, donde además ayudó a promocionar autores anarquistas. Se casó. No tuvo hijos.
Otro diccionario de similares características, pero de origen francés lo describe así: “Arrestado al final de la Guerra, Román Gómez Monedero permaneció en prisión hasta 1944. En 1946 él era miembro del Comité Regional del Centro (así se conocía a la Regional Madrid-Castilla La Mancha) de la CNT. Román Gómez Monedero fue arrestado en Madrid el 16 septiembre de 1947. Encerrado en Ocaña participó en la organización de la gran evasión de militantes cenetistas en mayo de 1948. Responsable de la 7ma galería, es el que hizo guardar silencio a la galería durante tres horas para cubrir a los evadidos. Condenado a veinte años de prisión y a una pena suplementaria de 18 años por el desarrollo de actividades al interior de la prisión. En 1958 estaba internado en los talleres penitenciarios de Alcalá de Henares”.
Dentro de Alcalá de Henares había una gran imprenta donde los represaliados debían trabajar para las publicaciones franquistas. Intuyo que por su oficio (linotipista-tipógrafo) fue obligado a trabajar en esos talleres y como por cada día de trabajo forzado se conmutaba uno de pena, pudo salir a los 20 años ya que estaba condenado a 38.
Todavía resuenan en mí fragmentos de Morir en Madrid.
Aprendí, gracias a papá, que ese legado viene con la sangre: “Al fascismo no se le discute, se le destruye”, del más legendario de los anarquistas, Buenaventura Durruti. “¡No pasarán!” “¡Todos a fortificar!”, “¡Madrid será la tumba del fascismo!”. Casi tres años resistió la ciudad, dejando la sangre en cada piedra. Sí que se moría por algo en Madrid.
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