Redacción Canal Abierto | Vientos de Libertad nació en 2001, al calor de la crisis política y económica que marcó a fuego el tejido social de la Argentina. En un principio fue merendero y espacio de contención de gente en situación de calle en el barrio de Williams Morris.
Hoy forma parte del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE-UTEP) y se dedica a tareas de contención y rehabilitación de pibes y pibas con consumo problemático. Además de tratarse de una experiencia con perspectiva integral y social, una de las particularidades de “Vientos” es que la mayoría de sus referentes son los mismos jóvenes recuperados que en su momento se acercaron a alguno de sus 55 centros barriales.
Uno de ellos es su actual coordinador, Sebastián Sánchez, quien dialogó con Canal Abierto sobre el accionar policial y el abordaje mediático del caso de Santiago Moreno Charpentier. En esta entrevista, de qué se trata este proyecto colectivo y comunitario para superar las adicciones.
¿Les sorprendió el accionar policial en el caso del “Chano”?
-Hay mucha indignación con lo que pasó con “Chano”, y eso está bien. Pero en nuestros barrios no es noticia la violencia policial contra un adicto. Es cotidiano el abuso de poder de las fuerzas de seguridad que sufren los pibes y pibas, parándolos en cada esquina y a veces llevándoselos detenidos por nada.
A “Chano” le pegaron un tiro en el abdomen, a un pibe de los barrios se lo meten en la cabeza.
Nosotros laburamos con una población que suele sufrir muchas problemáticas alrededor del consumo, y la pandemia agudizó aún más esta situación. El “quédate en casa” fue muy difícil para familias humildes que viven en situaciones de hacinamiento, y que la cana no se cansa de violentar. Es más, me acuerdo que en el momento de mayores restricciones, un día estaba bajando alimentos para un comedor del barrio y cayeron 10 canas a querer cagarme a trompadas. Eso pasa en el barrio, en otros lados no.
El video que se hizo viral en estos días de los policías de Chubut amenazando con entrar a llevarse gente en la oscuridad resume un poco esta visión que atraviesa a las fuerzas de seguridad.
No se trata sólo de un problema policial…
-Ni hablemos de cómo los medios de comunicación terminan influyendo y alimentando esos falsos debates. En esta oportunidad hubo periodistas y medios responsables que trataron de pensar qué es lo que está pasando con la ley de Salud Mental o cuál debiera ser la relación de las policías con estas problemáticas.
En cambio, cuando la situación de violencia surge en un barrio popular, lo primero que sale a la superficie es el prejuicio de una parte de la sociedad y debates como la baja de la edad de imputabilidad.
¿Qué espacios de contención tradicionales existen para tratar las adicciones y en qué se diferencian de Vientos de Libertad?
-Durante mucho tiempo lo único que había en nuestro país -y me animo a decir, en Latinoamérica- eran las famosas comunidades terapéuticas que desde un modelo médico hegemónico sólo abordaban la problemática de forma aislada, descontextualizada, poniendo el foco solamente en el consumo. Nosotros, en cambio, hablamos de las problemáticas en plural.
Por otro lado, en muchos casos estamos hablando de lugares privados que te cobran una fortuna, convirtiéndolo en un privilegio para quienes tienen una buena prepaga o 30 lucas para una cuota mensual.
Nosotros entendemos que la salida es colectiva, y para eso tiene que estar al alcance de todos. En ese sentido, pensamos y fuimos desarrollando un programa de recuperación para pibes y pibas, con dispositivos barriales y casas comunitarias –preferimos no pensarlo como una internación–. Se trata de espacios con abordajes comunitarios e integrales.
Muchos piensan lo comunitario como lo opuesto al abordaje profesional, pero ya hace unos años logramos conseguir recursos para que equipos técnicos se sumen al trabajo de los compañeros. Hoy Vientos de Libertad lleva a cabo una política pública distinta a través de una red de 55 espacios que se apoyan en todo el país en otros 400 lugares de organizaciones sociales.
¿Cómo es el proceso de recuperación que propone Vientos de Libertad?
-Cuando los pibes y pibas se acercan a alguno de nuestros centros barriales, hay un equipo de psicólogos y trabajadores sociales que reciben. También contamos con un equipo legal para acompañar a quienes llegan con alguna situación judicial, como un arresto domiciliario o situaciones similares. Pero lo mas importante, hay compañeros de los territorios que conocen la realidad del barrio y ya atravesaron un proceso similar.
A partir de evaluar el recorrido o las problemáticas que rodean a cada uno (situación de calle o violencia familiar, por ejemplo), después se ofrece un tratamiento ambulatorio o ir a alguna de nuestras casas. Las realidades son muy variadas, y cada persona merece un abordaje particular.
Otra cuestión importante es que nosotros pensamos el proceso desde el paradigma de nuestro sindicato –la Unión de Trabajadores de la Economía Popular (UTEP)–, que es el de Tierra, Techo y Trabajo. Es decir, ayudar a planear o proyectar un proyecto de vida, a través de cooperativas o la formación de oficios. En este sentido, hay que decir que el Estado está rengo y no potencia las áreas productivas que se vienen impulsando desde las organizaciones populares.
Al tratarse de una experiencia comunitaria y participativa, ¿se genera una implicancia o compromiso distinto de parte de los pibes y pibas?
-Quienes venimos de familias desarmadas y con muchos quilombos de vida, la organización terminó dando una respuesta y conteniéndonos para la vida. Yo estoy en Vientos desde 2001, para mí fue y es una gran familia.
Imágenes: Gentileza de Vientos de libertad MTE por Federico Rotter