Por Federico Chechele | Las elecciones de medio término tienen más lecturas políticas que cuando se eligen cargos ejecutivos porque más allá de las bancas que se obtengan el resultado es el posicionamiento o retroceso de los espacios. Sin embargo, se supone que el que consigue más votos gana, pero para eso hay que empezar por el principio. El domingo comienza el primer round de las elecciones legislativas donde algún frente prevalecerá sobre otro, pero la final será en noviembre con las elecciones generales y no ganará el que consiga más votos sino el que obtenga más bancas, que es casi lo mismo pero no.
En la Cámara de Diputados se pugnarán 127 bancas y en el Senado 24. Medido por espacios políticos, Juntos por el Cambio pone en juego el 53% – 60 lugares- y el Frente de Todos el 42% -51 escaños-. Mientras que en el Senado, el oficialismo deberá renovar 15 bancas y Juntos por el Cambio, 9.
Pero comencemos con este domingo. El Frente de Todos tiene mayor posibilidad de obtener un triunfo nacional porque va más compacto y organizado en la mayoría de las provincias, por lo cual la sumatoria de votos es fácil de descifrar. Por el contrario, Juntos por el Cambio, no va de manera orgánica en todo el país y deberá (n) hacer un esfuerzo para sumarle la mayor cantidad de sufragios.
Como se supone que el oficialismo saldrá vencedor a nivel nacional – se calcula que la diferencia será mínima – la estrategia de algunos sectores mediáticos será analizar los votos en la provincia de Buenos Aires donde hay casi 13 millones de electores. Previamente se festejarán los triunfos en Capital Federal, Mendoza y Córdoba y a la espera de la madrugada para saber los resultados de las dos provincias vedettes de estos comicios: Santa Fe y Entre Ríos. Si Juntos por el Cambio obtiene sendos triunfos, lo más probable es que gane a nivel nacional.
Vayamos al territorio bonaerense. Axel Kicillof ganó la gobernación sacándole más de 12 puntos de diferencia a María Eugenia Vidal, con el 52% de los votos. Una manera de minimizar la derrota de Juntos en provincia de Buenos Aires será mostrar la cantidad de votos que perdió el oficialismo en el mayor distrito del país. Lo más probable es que el Frente de Todos gane por poco, ya que hay un malestar general que arrastra la pandemia y los números siguen sin cerrar. A esto hay que sumarle que en las elecciones de medio término, la ciudadanía suele “abrir” el voto a otros espacios que no elegiría en elecciones ejecutivas. Por su parte, para el Gobierno la lectura de hoy es “si se saca un voto más que el adversario, se gana”, sobre todo teniendo en cuenta que no vence en una elección de medio término hace 16 años, desde aquella victoria de Cristina Kirchner sobre Chiche Duhalde. Matemática electoral apretada por las circunstancias.
Pero también, en provincia de Buenos Aires se dirime una gran batalla interna en Juntos. A pesar que se descarta el triunfo de Diego Santilli sobre Facundo Manes, los votos que le saque uno a otro serán materia de disputa de acá al 2023.
El radicalismo ya le hizo saber en todas sus formas a Horacio Rodríguez Larreta que todavía no se pruebe el saco de presidenciable ya que la UCR tiene candidato propio. Hay disputa para largo.
Del otro lado de la General Paz, pero yendo de provincia a Capital, Juntos por el Cambio ganará y por una buena diferencia. La noticia que se evitará es la cercanía de votos que obtendrá Leandro Santoro con respecto a María Eugenia Vidal. La ex gobernará perderá fuerza, no sólo porque tiene otras dos listas que le restarán votos que después se sumarán para el número final, sino que además la derecha pondrá en juego otros frentes electorales. El larretismo sabe que con Vidal juega con fuego. La plataforma de la víctima ya no conmueve a nadie, quizás por eso salieron cuatro días antes de los comicios a promover un proyecto para eliminar las indemnizaciones en búsqueda de recuperar alguna parte del voto duro de la derecha.
Luego del domingo habrá dos meses para acomodar a las y los candidatos y definir realmente quién ganará las elecciones, porque el cálculo real será cuántas bancas se pusieron en juego y cuántas se obtuvieron, todo lo demás serán especulaciones políticas: un espaldarazo a la gestión o un fuerte posicionamiento de la oposición de cara al 2023. Aunque eso también puede durar un suspiro, en Argentina nada es para siempre, basta con recordar el triunfo de Macri en las legislativas del 2017.