Por Florencia Paradiso y Sofía Acosta | “Lxs 400 desaparecidxs viene siendo un tema de discusión en los últimos años. Yo creo que es porque ha habido una interpretación un poco errónea de los datos. Muy marcada por la tendencia contemporánea de exacerbar el victimismo identitario”, señala María Luisa Peralta, activista lesbiana, parte de la Colectiva Asesora de Sexo y Revolución y del colectivo de la Editorial MadreSelva.
María Luisa relata de dónde surge el número de las 400 personas detenidas y/o desaparecidas pertenecientes al colectivo LGBTIQ+ que en los últimos años han ganado visibilidad en el debate público.
En los años 90 el rabino Marshal Meyer, miembro integrante de la CONADEP (Comisión Nacional para la Desaparición de Personas), le contó a Carlos Jáuregui, uno de los pioneros del activismo LGBT en el país y primer presidente de la Comunidad Homosexual Argentina, que cuando estaban analizando los testimonios para el libro Nunca Más (1984), recibió aproximadamente unas 400 noticias de personas gays y lesbianas que habían sido detenidas y/o desaparecidas durante el Golpe de Estado. Sin embargo, este dato quedó fuera del contenido del libro. Cuando Jáuregui pregunta por qué motivo, Meyer le dice que, en parte, se debió a la presión de los sectores de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH) muy ligados a la Iglesia Católica.
“Contemporáneamente se empieza a decir 30.400 como si hubiera habido 400 personas perseguidas por las Juntas Militares por ser gays, lesbianas o travestis. No era eso lo que decía Meyer. Hay un sector del movimiento que pone mucho énfasis en los 30.400 y otrxs que decimos no, son 30.000”, indica Peralta.
Con el advenimiento de la democracia comenzó un fuerte peso de la imagen social que tenía la figura del detenido/desaparecido en el imaginario popular, en donde primaba la idea de demostrar que se trataba de “gente de bien”. En las décadas del 80 y 90 este estereotipo excluía a cualquier persona que no cumpliera con las distinciones de género clásicas y que no se identificara como hombre o mujer hetero/cis.
“En general hay una incomodidad con lo sexual en los sectores del campo popular, de la izquierda y de la memoria en relación a la dictadura. De hecho, la discusión en torno a estos 400 militantes detenidos y desaparecidos que Meyer dice que eran gays o lesbianas se da porque es difícil pensar que puede haber habido compañeras y compañeros guerrilleros, sindicalistas y militantes estudiantiles que fueran detenidos por eso, y que además eran gays, lesbianas y bisexuales. Hubo un período en el que se intentó hacer “más decente” a los compañeros detenidos y desaparecidos y la sexualidad ahí no entraba”, explica la activista.
Peralta destaca además que la importancia de insistir en estos tabúes está en hacer visible que “esas compañeras y compañeros enfrentaron mucha lesbofobia y mucha homofobia en sus propias organizaciones, pero tenían tanto compromiso con el proyecto revolucionario en el que estaban que se bancaron estar en el closet, en silencio y en secreto con sus propios compañeros con los que se estaban jugando la vida para poder estar ahí”.
Las situaciones de discriminación también sucedieron de forma endogámica en las propias organizaciones en las que militaban y, así y todo, mantuvieron su compromiso político.
En este sentido, la imagen del varón en armas se remite a la idea misma de la virilidad, por eso, pensar que alguno de los militantes era gay resultaba muy difícil de aceptar y de incluir para algunas personas. Con las lesbianas, ocurrió otra cosa.
“Es mucho más fácil decir ‘esas guerrilleras eran lesbianas´ porque se usa como una descalificación. No eran esas buenas mujeres de sus casas que se esperaba que cumplan un rol de criar y cuidar”, señala Peralta y agrega:
“Es importante seguir sosteniendo estos debates. No es que aparecimos de repente, todo el tiempo estuvimos ahí. Y muchas personas gays, lesbianas, bisexuales, trans eran parte de las distintas organizaciones revolucionarias que actuaban resistiendo a la dictadura. Ya estábamos ahí, lo que pasa es que estábamos mucho más en secreto”.
*Entrevista realizada en el marco de la Radio Abierta en el Festival por la Memoria en la Casa Cultural Víctor Jara.