Redacción Canal Abierto | Desde 2021, ya son 100 las tiendas de Starbucks en Estados Unidos en las que sus trabajadoras y trabajadores han votado por la sindicalización. En abril, con una votación de 46 a 36, la tienda insignia de la firma en Manhattan se convirtió en el local más grande en sindicalizarse. En una sucursal de Seattle, ciudad natal de la compañía, el voto a favor fue unánime. Sólo en un local en la ciudad de Buffalo ha resultado derrotada la opción de sumarse a la organización gremial.
La ola de sindicalización, incipiente aún, arrancó en la ciudad de Buffalo, New York, donde los trabajadores de dos locales votaron a favor de sindicalizarse como Starbucks Workers United (sbworkersunited.org) en diciembre de 2021. La llama encendida se esparció rápidamente y hay iniciativas de organización en más de un centenar de locales en 30 estados de la unión. Si bien son una pequeña porción de los cerca de 9 mil locales que maneja la firma, la reacción de Starbucks denota la importancia del hecho.
Mientras trata a sus empleados como “socios” (partners) y proclama valores progresistas, la compañía desalienta la sindicalización y solicitó a la Junta Nacional de Relaciones Laborales (National Labor Relations Board, NLRB) que prohíba a los trabajadores organizar los locales individualmente. También requirió a esta agencia que demore la certificación de las elecciones de Buffalo que obligaría a la empresa a sentarse a negociar con la Starbucks Workers United.
“Algunos socios (empleados) de Starbucks están votando para unirse a un sindicato y sabemos que muchos de ustedes se preguntan qué es lo mejor. En pocas palabras, somos mejores uno al lado del otro. Creemos que podemos construir una mejor experiencia trabajando codo con codo que sentados en una mesa de negociación”, dice la empresa en el sitio web We are one Starbucks, destinado a dialogar con los empleados. “Cada socio tiene la opción de elegir quién hablará por él en su lugar de trabajo. Puedes elegir hablar por vos mismo, por tus deseos y necesidades específicas, trabajando directamente con nosotros. O puede elegir que otra persona hable por vos”.
Con mensajes así la empresa convoca a votar contra la sindicalización, pero los trabajadores denuncian que también está utilizando una batería de medidas que incluyen: despidos a quienes estaban involucrados en la organización, reuniones antisindicales semanales obligatorias, cierre temporal de las tiendas sindicalizadas o en proceso de hacerlo y presencia en las tiendas de ejecutivos corporativos para vigilar la actividad sindical.
“Mientras consideras tu elección entre el Starbucks reinventado y las promesas sindicales, te pedimos una cosa: Ve a los hechos. Tu voz y tu elección, son demasiado importantes como para no hacerlo”, concluye el mensaje de la compañía a los trabajadores, invitándolos a participar de la construcción de un Starbucks “rediseñado”. Acompañando las medidas antisindicales represivas, la firma ha subido los salarios y ha mejorado los beneficios para los empleados en materia de jubilaciones, vacaciones y cobertura de salud.
Lo cierto es que es evidente que estas mejoras sólo se produjeron por el temor que despierta la ola de sindicalización en los Estados Unidos. Este sector de trabajo lleva décadas de bajos salarios, duras condiciones de trabajo y pocos beneficios sociales sostenido en una alta rotación del personal y en un mercado laboral de jóvenes estudiantes con poca perspectiva de hacer carrera en la empresa y bajas expectativas en cuanto a remuneración y prestaciones.
Anécdotas de un buen patrón
En el otoño boreal pasado, después de que casi todos los trabajadores de un Starbucks en Cheektowaga, un pequeño pueblo cerca de Buffalo (NY), firmaron la solicitud para realizar una elección sindical, la empresa cerró la tienda durante dos meses, justificando la decisión en que iban a convertir el local en un centro de formación profesional. Los empleados fueron reubicados en diferentes locales, como dispersado su intento de organizarse.
En Memphis, siete empleados de un local fueron despedidos “con causa” por permitir a la prensa ingresar a la tienda para que pudieran ver cómo funcionaba la actividad gremial. En tanto, la NLRB solicitó a un tribunal federal de Tennessee que emita una orden judicial que permita reintegrar a los trabajadores en sus funciones, y Kathleen McKinney, funcionaria local de esta agencia estatal, declaró que la compañía debe “cesar su conducta ilegal de inmediato para que todos los trabajadores de Starbucks puedan ejercer plena y libremente sus derechos laborales”.
A principios de mayo, la firma lanzó un gran manotazo de ahogado. Howard Schultz, varias veces CEO de la compañía y recientemente reinstalado como director ejecutivo, anunció aumentos salariales para los empleados (“socios”) no sindicalizados, excusándose en que de hacerlo con todo el personal eso constituiría una imposición ilegal «unilateral» de salarios y beneficios sin el acuerdo del sindicato. Una estratagema evidente y calculada por los abogados de la firma que indica hasta que punto están asustados… Ladran Sancho y endulzan con billetes, señal que cabalgamos.
WHAT A DAY!!! 5 more Starbucks stores won their unions today, bringing the total number of unionized Starbucks stores to over 80 across the country.
— Starbucks Workers United (@SBWorkersUnited) May 20, 2022
Por su parte, desde las filas del partido Demócrata, con el propio presidente Biden a la cabeza, se ve con buenos ojos esta ola de organización sindical. Los legisladores Bernie Sanders y Alexandria Ocasio-Cortez visitaron a los activistas de Buffalo para brindarles su apoyo y Biden y la vicepresidenta Kamala Harris invitaron a la Casa Blanca a una delegación integrada por trabajadores y trabajadoras de Amazon y la empresa expendedora de café. A la reunión asistió Christian Smalls del sindicato de trabajadores de Amazon con una campera que decía “comámonos a los ricos” (“eat the rich”).
Mientras tanto, en otras cadenas del sector alimenticio como McDonald’s y Chipotle la organización sindical avanza rápidamente.
Today, I met with grassroots worker organizers to thank them for their leadership in organizing unions. From the Amazon Labor Union to IATSE at Titmouse Productions, these folks are inspiring a movement of workers across the country to fight for the pay and benefits they deserve. pic.twitter.com/QZwdUEX3Xp
— President Biden (@POTUS) May 5, 2022
Amazon y los fuegos artificiales de Bezos
El multimillonario Jeff Bezos, fundador y CEO de Amazon, también recurre a prácticas antisindicales para proteger las ganancias que lo llevaron a ser el hombre más rico del planeta.
Pese a ello, a fines de marzo de 2022, miles de trabajadores del almacén de Amazon JFK8 en Staten Island, New York, votaron para unirse al Sindicato de Trabajadores de Amazon, convirtiéndose en el primer almacén de la compañía en EE. UU. en votar para sumarse a un sindicato en una elección reconocida por las autoridades federales.
Tras esta hazaña no está un gran sindicato con fondos y contactos aceitados con el poder. El héroe de esta lucha es Chris Smalls, un hombre afroamericano, ex rapero y despedido de Amazon, que junto con otros trabajadores cesanteados y en funciones lograron sortear todos los obstáculos legales y los aprietes de la compañía para llevar adelante esta votación. Ellos conformaron el Sindicato de Trabajadores de Amazon que pone nervioso al hombre que con su compañía Blue Origin consiguió en julio de 2021, a bordo de su cohete New Shepard, salir de la atmósfera en lo que fue la primera misión tripulada de la empresa que planea hacer de estos viajes y de futuras colonias espaciales un nuevo horizonte de negocios.
Las razones
La pos pandemia trajo coletazos que estamos viviendo y repercuten en el mundo del trabajo y en la vida social. En los Estados Unidos, el fenómeno denominado la Gran Renuncia, que comenzó en 2021 –consiste en el abandono masivo y voluntario de miles de puestos de trabajo fijos por parte de personas que deciden buscar uno nuevo o aventurarse en un emprendimiento propio– llevó hasta hoy a cerca de 50 millones de trabajadores y trabajadoras a abandonar sus trabajos. Y este suceso tiene réplicas en otros países centrales: en Italia se habla de 1,3 millones de dimisiones y en España, con cifras mucho menores, las renuncias crecen exponencialmente desde el relajamiento de la pandemia.
Los bajos salarios, la falta de incentivos, el efecto pandemia que hizo que muchas personas repensaran su relación con el trabajo y con la vida en las urbes, entre otros factores, han generado esta renuncia masiva. Otro efecto es este despertar de la clase trabajadora que parece comenzar a decir que ante la fiesta obscena del 1% de los millonarios del mundo no se va a quedar de brazos cruzados recibiendo migajas. La organización sindical, entonces, vuelve a tomar protagonismo.