Por Néstor Espósito | La difusión de los detalles de un controversial informe del servicio de inteligencia israelí Mossad sobre los atentados antijudíos de los tempranos 90 desató un vendaval político que por ahora permanece en sordina. La afirmación sobre la inexistencia de una “conexión local” se da de patadas con las teorías que tuvieron vigencia durante casi tres décadas y, sobre todas las cosas, obliga a una pregunta: ¿por qué este cambio de postura, este revisionismo histórico, ahora?
El abogado y periodista Horacio Lutzky, uno de los hombres que más ha investigado de manera independiente los atentados, tiene una particular visión de la situación: “Hay un cambio a nivel geopolítico; en Medio Oriente, en la frontera israelo – libanesa, hay una fuerte tensión por un yacimiento de gas y petróleo que Israel concesionó a un consorcio greco británico. Hezbollah está amenazando con no permitir operar ese yacimiento. A principios de julio mandaron cuatro drones que fueron volteados por Israel”.
En un contexto de escasez de energía causado por la guerra entre Rusia y Ucrania, más la inexorable llegada del invierno al hemisferio norte, “parece que a Irán se lo puede mirar de otro modo”, reflexionó.
El informe del Mossad no exculpa a Irán de la responsabilidad por los atentados. Por el contrario, la ratifica. Pero el gobierno de Irán de aquel entonces no es el mismo que el actual, y la situación económica y política internacional tampoco.
José Petrosino, otro de los investigadores independientes de los atentados, se preguntó: “¿Cómo puede ser que en 30 años la tal ‘célula secreta terrorista de Hezbollah’, que según el Mossad ahora, habría perpetrado ‘sin otra colaboración’ los bombazos de marras, no haya realizado ningún otro atentado en la región? Después de la AMIA, ¿se jubilaron como terroristas?”.
Otro de los puntos difíciles de sostener en el informe del Mossad es la ausencia de colaboración local. El documento habla de la posibilidad de que algún argentino, individualmente y por fuera de cualquier organización, haya sido “manipulado y engañado”.
“Tenemos que creerles, como un dogma de fe, que no hubo conexión local. Esto es absurdo”, sostuvo Lutzky. Y apuntó que la inteligencia israelí se está desmintiendo a sí misma. En 2019, el ex jefe del Mossad Shabtai Shavit dijo que “existía evidencia absoluta y contundente de que la embajada iraní en Buenos Aires colaboró con pasaportes, armamentos, con la entrada y la infraestructura” para la comisión de los atentados. “El libreto era otro. O aquello era mentira, o están mintiendo, pero las dos cosas no pueden ser verdad”.
“El Mossad aplica a destajo su lema que han escrito en su escudo: ‘por medio del engaño harás la guerra’. Y tienen voceros que difunden ese mensaje”, terció Petrosino.
Lutzky fue más allá y recomendó un libro del fallecido investigador británico Gordon Thomas, quien afirmaba que el Mossad “encubrió, protegió al ex presidente Carlos Menem, desvió la denominada pista siria. Hubo una decisión política de los jefes de la inteligencia para no perturbar en ese sentido”.
El juez argentino Daniel Rafecas heredó la Causa AMIA después de un largo peregrinaje que incluyó la condena a su antecesor Juan José Galeano. El informe del Mossad todavía no llegó a sus manos.
Curiosa forma de demostrar interés en el esclarecimiento de episodios trágicos la de entregar documentación secreta a periodistas antes que a los jueces y fiscales sobre quienes recae la responsabilidad de la investigación. A menudo, detrás de la voracidad de un periodista por una primicia (concepto híper devaluado en tiempos de redes sociales) se oculta, acaso involuntariamente, una operación de inteligencia de esas que son como las brujas: no existen, pero que las hay, las hay.
A propósito del ex juez Galeano: fue condenado en febrero de 2019, después de un juicio que duró casi cuatro años por un tribunal oral federal a seis años de prisión por los delitos de peculado, privación ilegal de la libertad, prevaricato, encubrimiento por favorecimiento personal y violación de medios de prueba. Hace tres años que la sentencia está en revisión en la Cámara Federal de Casación Penal. Si la versión del Mossad es aceptada por la Justicia argentina, entonces habrá que revisar todo de nuevo porque probablemente nada de lo poco que pasó judicialmente hasta ahora haya tenido sentido.