Por Sergio Rodríguez Gelfenstein | Muchos temas trascendentes se debatieron en el recientemente finalizado XX Congreso del Partido Comunista de China (PCCh). Analistas chinos y de otros países han escrito profusamente sobre el tema. Como casi siempre cuando se opina sobre China, los análisis versan en su mayoría sobre los temas de Estado que –en este caso- se discutieron en el evento.
Pero si a mí me preguntaran qué fue lo más resaltante de este acontecimiento, no tendría duda en afirmar que la magna cita tuvo una afanada orientación hacia el fortalecimiento interno de la organización para que pueda jugar su rol de conductora de la sociedad china en su camino al socialismo.
En ese marco, me parece necesario destacar el fuerte contenido ideológico de los debates de este Congreso en el que, dando continuidad a discusiones sostenidas en el pasado y en anteriores eventos similares, se ha hecho una sólida reivindicación del marxismo-leninismo como parte del soporte fundamental que ha permitido al Partido Comunista de China…
“dominar integralmente la gran lucha, la gran obra, la gran causa y el gran sueño…” que “…ha dado cima a la tarea histórica de la culminación de la construcción integral de una sociedad modestamente acomodada y el consiguiente cumplimiento del objetivo de lucha establecido para el primer centenario (año 2021), y ha emprendido la nueva expedición de la construcción integral de un país socialista moderno rumbo al objetivo de lucha fijado para el segundo (2049)”.
Según los documentos debatidos en el Congreso, el lugar que ocupa el Partido Comunista de China en este momento, se entiende como un proceso continuo sustentado en los 5.000 años de existencia de la civilización china, los casi 170 años desde el fin de la ocupación extranjera, los poco más 100 años desde la fundación del PCCh, los 73 años desde que fue creada la República Popular China y los 44 desde la implementación de la política de reforma y apertura.
Con esta última decisión también dio inicio a la construcción del socialismo con peculiaridades chinas que es considerado como parte de la evolución del socialismo en el mundo. Tras el enunciado del socialismo científico por parte de Marx y Engels hace 170 años y su fusión con el movimiento obrero que posibilitó el triunfo de la Revolución de Octubre en Rusia en 1917, otras naciones de Europa y Asia, entre ellas China (al finalizar la Segunda Guerra Mundial) emprendieron también la construcción del socialismo, creándose el campo socialista que se aglutinó con las luchas antiimperialistas y anticolonialistas del siglo XX para lograr un equilibrio general en el mundo.
Pero tras la desaparición de la Unión Soviética y el campo socialista en la última década del siglo pasado, muchos países del sur se vieron obligados a seguir el modelo político y económico occidental, lo cual significó una gran derrota para el socialismo.
Sin embargo, se debe entender que tal como dijo Lenin al referirse a la epopeya de octubre de 1917 cuando se conmemoraba su cuarto aniversario: “… la primera victoria no es la victoria final. Apenas se ha comenzado”. China ha comprendido que no importa cuándo, en qué fecha y en qué hora los proletarios completarán ese proceso, pero existe plena certeza de que llegarán victoriosos a la última etapa.
En este momento, cada vez más, el modelo chino se ve con admiración por muchos países del sur, toda vez que el socialismo con peculiaridades chinas es una bandera de desarrollo del socialismo científico en el siglo XXI. China se ha propuesto un plan de revitalización de su socialismo por lo que el PCCh ha asumido la responsabilidad y tiene la confianza y la capacidad para contribuir al desarrollo del socialismo científico.
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Para ello, es necesario mantenerse fiel a las aspiraciones que dieron origen al Partido así como a la misión fundacional de éste. En su discurso, Xi Jinping ha sentenciado que: “Somos comunistas y revolucionarios, por lo tanto no debemos perder nuestro espíritu revolucionario”.
El PCCh ha refutado aquellas opiniones que dicen que ha pasado de ser un partido revolucionario a transformarse en un partido gobernante. En este sentido Xi Jinping ha dicho que la continuidad de la lucha ha llevado al Partido a la conducción del pueblo chino en la guerra revolucionaria, en la construcción de la primera etapa del socialismo y en la política de reforma y apertura. Y en este proceso ha pasado de ser un partido que dirigió al pueblo a la toma del poder a ser un partido que dirige el pueblo a ostentar el poder y a gobernar permanentemente. Es, en definitiva, un partido gobernante marxista, al mismo tiempo que un partido revolucionario marxista.
El XX Congreso del PCCh ha destacado que el marxismo “es el pensamiento guía fundamental en el que se sustentan nuestro Partido y nuestro país y [el] que los vigoriza. La práctica nos ha indicado que la razón de que sea competente el PCCh y bueno el socialismo con peculiaridades chinas es, en último análisis, que el marxismo es válido y lo es el marxismo chinizado y adaptado a nuestros tiempos”.
En este sentido, el evento partidista ha llegado a la conclusión de que ante las diferentes vicisitudes y dificultades que atraviesa el mundo en esta época, China sólo podrá responder exitosamente si se preserva “el vigor exuberante y la vitalidad pujante del marxismo” integrado a la realidad concreta de China y su cultura, bajo las visiones del materialismo dialéctico y del materialismo histórico.
Para lograr este objetivo es necesaria la incesante promoción “de la innovación teórica basada en la práctica” que demanda en primera instancia “comprender correctamente la concepción del mundo y la metodología propias del pensamiento de Xi Jinping sobre el socialismo con peculiaridades chinas de la nueva era”. Así mismo, se deberán preservar los principios fundamentales y sostener una mirada sistémica aceptando el carácter multiverso del planeta a fin de abrirse a un mundo más amplio sobre la base de la “chinización del marxismo y a su adaptación a nuestros tiempos”.
Estas definiciones son de suma importancia porque, sin regresar a la guerra fría, colocan la lucha ideológica en el centro de la confrontación estratégica mundial. Las luchas del futuro, en particular las que ha desatado Estados Unidos contra China deberán encararse obligatoriamente en un marco de enfrentamiento sistémico entre modelos de desarrollo que emergen de propuestas ideológicas antagónicas.
A pesar de que Occidente cantó loas a la muerte del socialismo tras la desaparición de la Unión Soviética anunciando que la “historia había terminado”, la República Popular China, su partido y su pueblo, en este Congreso, han hecho patente que el “muerto que ustedes mataron, goza de buena salud” recordando aquella famosa frase de la traducción al español de la comedia francesa El Mentiroso, escrita por Pierre Corneille.
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