Por Gladys Stagno | Inmerso en lo que el mundo describe como una crisis social, política y sanitaria gracias a un brote de cólera, el pueblo de Haití ocupa las calles de su capital, Puerto Príncipe, desde hace dos meses.
“La crisis es pluridimensional y cada día empeora, pero la gente debe entender que la crisis es creada, fue planeada muy bien por el imperialismo. Es de su conveniencia que haya inestabilidad en el país, ellos están financiando el caos”. Las palabras son de Jean Clebert Eloius, militante social, referente del la organización Mundo Haití y del Colectivo 18NOVANM1803, en referencia a la fecha de la última de las batallas de las fuerzas revolucionarias haitianas.
Y es que Haití fue la primera nación del continente en lograr su independencia y, según Eloius, todavía sufre por su osadía. “Haití sigue pagando un precio alto por eso. Esa pequeña nación negra no solamente tuvo su independencia, sino que cambió la historia del mundo moderno. Porque la independencia de Haití fue contagiosa”, sostiene en diálogo con Canal Abierto.
Pese a ello, Haití hoy es considerado el país más pobre de América y uno de los más pobres del mundo, en gran parte gracias a que su historia reciente está atravesada por una violencia que el líder popular señala como implantada y que riega de sangre sus calles a diario.
“Lo que sucedió en la noche del 6 de julio de 2021 en la residencia del presidente Jovenel Moise no solamente fue un magnicidio, fue un golpe de Estado, y los que dieron ese golpe son los que actualmente están en el poder —detalla—.Tenemos un gobierno ilegítimo, donde el primer ministro (Ariel Henry) es uno de los presuntos asesinos del ex presidente. Y lo que agrava la situación es que la comunidad internacional, específicamente los Estados Unidos, Francia y Canadá, está apoyando a este gobierno que el pueblo rechaza, no reconoce. Ellos son los responsables y los que quieren que haya una inestabilidad permanente en Haití. La necesitan para quitarnos los recursos, porque para que el saqueo no llame la atención del mundo tienen que crear el desorden”.
El magnicidio al que se refiere Eloius agravó una crisis que llevaba muchos años. Ese día, un grupo comando de alrededor de treinta personas entró a la habitación del mandatario y lo asesinó. Si bien a más de un año hay unos 40 detenidos por la causa pero aún no están identificados los responsables políticos, sí pudo establecerse que el comando fue contratado por la agencia de seguridad CTU, con sede en Miami.
Un caos planeado
Desde entonces y de forma creciente, lo que se difunde como “enfrentamientos entre pandillas” ya ha ocasionado cientos de muertos, muchos de ellos líderes populares, y más de 50 violaciones colectivas a mujeres. En agosto, el ex senador Yvon Buissereth fue quemado vivo en un barrio de la capital. El Colectivo de Medios de Comunicación en Línea (CMEL) ha denunciado el asesinato de ocho periodistas en el ejercicio de sus funciones en lo que va del año. Y, de acuerdo Eloius, “hay muchos más muertos de los que salen en las noticias”.
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Y es que, como frutilla de un explosivo postre, en septiembre el anuncio por parte de la gestión de Henry de un importante aumento de combustibles generó más descontento social y manifestaciones casi diarias que vienen reclamando por la creación de un gobierno de transición que convoque a elecciones.
Lejos de oír el reclamo, Henry solicitó ayuda internacional. En octubre, Estados Unidos y Canadá enviaron vehículos blindados que generaron aún más rechazo popular.
A principios de noviembre, el propio Eloius recibió tres balas al ser interceptado por bandas armadas mientras se dirigía al Aeropuerto internacional Toussaint Louverture. Dos de sus acompañantes murieron en ese ataque.
“El pueblo está en medio de una conspiración, se da cuenta y por eso están apagando las voces disidentes. Están matando a los opositores, a los que están pidiendo mejores condiciones de vida y bienestar para las masas, para los más vulnerables. Nuestro primer enemigo es la Embajada americana. Ariel Henry es nada más de su marioneta”, dice, y señala la complicidad de la oligarquía haitiana a la que describe como “cinco familias que tienen todos los recursos”.
En las calles
El 18 de noviembre —en el 219 aniversario de la batalla que expulsó de Haití al ejército de Napoleón Bonaparte—, el pueblo se manifestó en las calles, frente al Palacio Nacional y a la Oficina Integrada de las Naciones Unidas en Haití (BINUH) en rechazo de las tropas extranjeras, de cuyas intensiones sospechan.
Porque, desde mediados de los 70, diversos estudios han señalado el gran potencial minero que existe en el subsuelo haitiano: petróleo, gas, oro, e iridio, mineral muy escaso utilizado en tecnología espacial.
“Están financiando el caos, financian los grupos armados. No hay industria de armas en Haití, la policía no puede comprar armas porque hay bloqueo, el Estado no puede comprar armas para el Ejército, pero llegan miles de armas a diario por medio del puerto de Miami para las bandas. ¿Estados Unidos no tiene control de sus puertos? —explica Eloius—. Los bandidos son gente que no viaja, que no tiene pasaporte, son gente que ni siquiera sabe leer, que no tiene dónde vivir. No tienen para comer pero tienen un arma que cuesta entre 7.000 y 10.000 dólares estadounidenses. Son víctimas del sistema, los están usando”.
“No queremos intervención, no queremos a este gobierno. El pueblo haitiano quiere tomar su destino en sus manos. Sabe lo que quiere y estamos postulando una nueva alternativa social y política. Lo que queda del Senado haitiano, solamente diez senadores, han rechazado esa decisión de Henry y el pueblo tampoco lo reconoce. Es importante que la gente abra los ojos sobre la información que viene de los medios imperialistas y se solidarice con el pueblo haitiano en sus reivindicaciones que son justas”, resalta.
Y finaliza: “Lo que queremos es que las fuerzas imperialistas se vayan y dejen que nosotros tomemos el destino de nuestro país. Queremos que los recursos de la tierra sirvan en beneficio del pueblo haitiano. No estamos pidiendo ayuda, Haití no es lo que quieren hacer parecer. Tiene una tierra muy fértil, podemos producir la comida que necesitamos. No necesitamos ayuda humanitaria, como le hacen creer al mundo, somos autosuficientes. Lo que necesitamos es que saquen la mano de nuestros recursos. El pueblo haitiano siempre va a preferir morir a vivir en una situación deshumanizante”.
Foto de portada: Rodrigo Abd / AP