Redacción Canal Abierto | Por primera vez en un siglo, el partido con mayoría parlamentaria ha sido incapaz de elegir a su candidato como presidente de la Cámara de Representantes, la tercera mayor autoridad de Estados Unidos y segundo en la línea de sucesión presidencial tras la vicepresidenta, Kamala Harris. De esta manera, la Cámara Baja norteamericana quedó bloqueada, un escenario de crisis política sin visos de solución a corto o mediano plazo.
Y es que pese a contar con los 218 votos suficientes para la designación, el ala radicalizada del Partido Republicano resolvió desconocer el candidato de su propio espacio Kevin McCarthy y optó por Byron Donalds, quien se describe a si mismo como un “hombre afroamericano políticamente incorrecto, partidario de Trump, propietario de armas, amante de la libertad y provida».
Si bien el Senado continúa en manos del oficialismo demócrata, los republicanos lograron una estrecha mayoría de 222 a 213 escaños en las legislativas del 8 de noviembre pasado. Sin embargo, la ultraderecha del partido que en 2017 llevó a Donald Trump a la Casa Blanca rechaza a McCarthy por no considerarlo lo suficientemente duro en su oposición al mandatario Joe Biden.
Se trata de legisladores del llamado Freedom Caucus (Grupo de la Libertad) que comulgan con la idea del fraude en las elecciones presidenciales de 2020, una denuncia que terminó en el asalto al Capitolio del 6 de enero de 2021 y que según las investigaciones del propio Congreso estadounidense fue «la culminación de un intento de golpe de Estado».
Entre sus filas destaca la parlamentaria y activista proarmas Lauren Boebert, una de las fervientes opositoras a la instalación de los detectores de metales ordenada por la anterior presidenta de la Cámara Baja, Nancy Pelosi. La congresista por Colorado ha expresado su apoyo a algunos elementos propugnados por QAnon, una teoría de la conspiración de extrema derecha a la que el FBI ha clasificado como amenaza de terrorismo nacional. También es dueña de Shooters Grill, un restaurante donde se alienta a los miembros del personal a que lleven armas de fuego.
Aunque se presentan como trumpistas, lo cierto es que este sector díscolo de los republicanos destaca por su indisciplina partidaria. Muestra de ello es que hayan hecho caso omiso al pedido que realizara en las últimas horas el propio Donald Trump: “Es momento de que todos nuestros grandes miembros republicanos de la Cámara de Representantes voten a favor de Kevin [McCarthy], cierren el acuerdo, logren la victoria y vean a la muy loca Nancy Pelosi volar de regreso a casa, a una California muy quebrada”.
Desde el Partido Demócrata se frotan las manos y sueñan con que una ruptura aún mayor les permita imponer su candidato y líder del bloque legislativo Hakeem Jeffries como nuevo presidente de la Cámara. No obstante, de no alcanzar dicho objetivo y en caso de que se extienda la paralización parlamentaria, será Joe Biden quien pague los eventuales platos rotos. En particular, por la necesidad que tiene el presidente para que se aprueben distintas iniciativas, como la de aumentar el límite de endeudamiento público que -en caso de no prosperar- pondría en jaque financiero a su administración.
Pasaron dos años del asalto al Capitolio y la Justicia pudo avanzar en el esclarecimiento de los hechos: impuso penas de prisión a 192 personas mientras sigue buscando a otros 350 participantes. Distinta viene siendo la respuesta por parte de la política, con un Donald Trump indiferente al escándalo que lo tuvo como protagonista y autoproclamándose precandidato presidencial de cara al 2024. Mientras, en el Congreso, la ultraderecha estadounidense busca capitalizar el caos de un sistema en descomposición.
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