Redacción Canal Abierto | Luego de un 2022 con la mayor inflación registrada desde los 90 —94,8% anual, el más alto de los últimos 32 años—, los informes que analizan causas y consecuencias se multiplican y hacen eje en distintas variables.
Entendida como el mecanismo utilizado por las capas concentradas del capital para apropiarse de una mayor proporción del excedente, a costa de los ingresos de los sectores populares, desde el Instituto de Estudios y Formación (IEF) de la CTA Autónoma un estudio titulado Balance 2022 y perspectiva en el año electoral aborda la inflación desde tres puntos que resumen el año que pasó y anticipan los desafíos del presente.
1) El ajuste en el nivel de vida de los sectores populares.
2) El fracaso rotundo del Gobierno Nacional por regular el comportamiento del capital concentrado productor de inflación.
3) La indisciplina del capital concentrado que no tiene reparos en llevar al límite de lo posible su estrategia inflacionaria.
El ajuste
“Más allá de alguna cuestión puntual de algún sector específico, el conjunto de los trabajadores ha tenido una caída real de sus ingresos del orden del 3,6%. Pero si se tiene en cuenta el salario de los trabajadores informales, la caída ha estado en el orden del 9,5%”, detalla el economista Tomás Raffo, titular del IEF.
Por su parte, las distintas prestaciones sociales han evidenciado una caída significativa: el 11,4% en las jubilaciones y pensiones y la Asignación Universal por Hijo, y un 22% de la Tarjeta Alimentar hasta noviembre de 2022. El Potenciar Trabajo acompañó el ritmo de crecimiento de la inflación, pero actualmente convive con un fuerte proceso de ajuste en la cantidad de trabajadores que reciben el plan.
Este deterioro se dio en un contexto de crecimiento de la economía en un 5,5% en términos reales, y la productividad creció un 2% en términos reales. “Si el ingreso de los ocupados se redujo un 3,6% y la productividad creció un 2%, entonces el excedente bruto de explotación, que apropian los empresarios y dentro de estos fundamentalmente el capital concentrado, amplió su participación en el producto en un 6%. En suma, lo que estos datos están indicando es que en 2022 se consolidó un piso distributivo aún más regresivo que el de 2021”, sostiene Raffo.
Por otro lado, el informe destaca que el nivel de la producción de riqueza actual es prácticamente equivalente al de 2017, recuperado luego de la crisis desatada durante el gobierno de Cambiemos y tras tres años de crecimiento consecutivo.
El PBI es hoy un 0,9% superior al del 2017, y la tasa de empleo creció un 4% desde entonces. “Así, para recuperar el nivel de producción de riqueza hizo falta incorporar una mayor proporción de trabajadores, dato que ilustra sobre la baja productividad a mediano plazo de la economía argentina, consecuencia necesaria de una economía que se asienta en la explotación de materias primas —agrega Raffo—. De esta manera, la estructura del capital de la economía hizo pagar el costo de la recuperación económica en el ajuste del nivel de vida de los trabajadores por vía de una caída de los ingresos reales del conjunto de los trabajadores del 23,7%; de tal manera que el excedente empresario se expandió un 30% por encima de 2017”.
Luego se pregunta: “El interrogante es si se puede superar los niveles de actividad de 2017, o ellos son el límite objetivo que se alcanza en el actual ordenamiento económico como consecuencia de un débil proceso de inversiones y de una estructura productiva de fuerte sesgo primarizador. Si es un límite, como ya ha dado muestras de serlo, lo esperable es empezar a observar tendencias recesivas en el plano económico”.
El fracaso regulatorio
Sobre la hipótesis de un fracaso por parte del Gobierno para regular al capital concentrado el informe desarrolla varias cuestiones
Para el IEF, “es absolutamente indisociable el papel del FMI y sus recetas en la producción y consolidación de una mayor regresividad distributiva en la economía doméstica”.
“En este punto conviene preguntarse si el límite al que arriba la economía, dado por el nivel de producción del 2017, es un límite verdaderamente objetivo, que responde a limitaciones técnicas del proceso de acumulación vigente (tasa de inversión, perfil productivo, restricción externa, etc.); o es un límite político, decretado por la estructura del poder económico, que tiene en el FMI y sus imposiciones uno de sus dispositivos de dominación más infalibles. De este modo, no parece ser un efecto no deseado lo que ocurre en el plano distributivo. No corresponde hablar propiamente de fracaso, sino más bien de éxito del programa de ajuste del FMI implementado por el Gobierno Nacional”, reflexiona Raffo.
Sobre este punto, abre un paréntesis para referirse a la gestión de Sergio Massa, a cuya asunción como ministro de Economía considera un “giro conservador” en el rumbo que el Gobierno Nacional adopta, “afín a los intereses de los sectores dominantes, a los que también representan la oposición de Cambiemos”.
Luego aclara: “De ningún modo estamos diciendo que el gobierno del Frente de Todos es lo mismo que un eventual gobierno de Cambiemos. En el Frente de Todos conviven una variedad de actores económicos, políticos y sociales que representan el polo opuesto a los intereses conservadores y del poder económico que están plenamente presentes en Juntos por el Cambio. El problema actual del Frente de Todos es la preponderancia que asume Massa al frente del Ministerio de Economía. Esta preponderancia pone en primer plano las continuidades que tendría un futuro gobierno de Cambiemos con el actual gobierno”.
El capital indisciplinado
Finalmente, sobre el tercer punto que habla de “la indisciplina del capital concentrado”, considera que ésta radica mayormente en “la posibilidad de gestar, una y otra vez, condiciones que extremen las crisis económicas y políticas con el objetivo de reforzar su dominación por sobre los sectores populares”.
“Si se toma el nivel de producción de riqueza por habitante, la economía actual produce un 22% más de riqueza que la de 1974. Sin embargo, el salario real exhibe una caída del 70% en el mismo período. Se trata de la consolidación de un patrón distributivo absolutamente regresivo que es la muestra más cabal de la involución social a que dio lugar la política económica de la dictadura genocida del 76, y que los 40 años de democracia no han podido revertir —precisa Raffo—. Así las cosas no es extraño que la tasa de pobreza se haya multiplicado por 10 en este período (era de menos del 4% y ahora no baja del 40%)”.
Y finaliza: “No es casualidad entonces la crisis de representación que exhibe el momento actual y que es el contexto fecundo para que un discurso que hace de la ‘casta política’ la cuna de todos los males se instale con fuerza, como lo expresa el crecimiento de la intención de votos de (Javier) Milei”.
Ilustración: Marcelo Spotti