Redacción Canal Abierto | Israel enfrenta una grave crisis política con protestas en todo el país contra las reformas impulsadas por la coalición de gobierno para debilitar el sistema judicial y concentrar el poder en la figura de Benjamín Netanyahu.
Las críticas a las iniciativas del primer ministro y sus aliados de ultraderecha y ultraortodoxos ya no sólo provienen por izquierda sino también por derecha, incluso desde militares jerárquicos que respaldan la declaración en rebeldía de numerosos reservistas del ejército. A esta altura hay quienes ya hablan de un auto golpe de Estado, el camino hacia la instauración una dictadura e incluso de la posibilidad de una guerra civil.
“Aunque con críticas y siempre con el deseo de avanzar en una convivencia pacífica con el pueblo palestino, mi generación creció con la idea de un Estado moderno y democrático en Israel; hoy, a la problemática de la ocupación de Palestina, nos encontramos con otra ocupación interna, la de un Gobierno que ya roza el fascismo”, señala en diálogo con Canal Abierto el secretario general del Llamamiento Argentino Judío, Pablo Gorodneff.
La joven nación de Medio Oriente atraviesa una importante crisis institucional hace al menos cuatro años. Desde entonces, hubo varias las elecciones, disoluciones del Knéset (su Parlamento) e intentos frustrados para formar coaliciones de gobierno. El año pasado las turbulencias institucionales parecían haberse desinflado cuando Netanyahu -líder del conservador Likud- volvió al poder gracias al respaldo de dos partidos ultraortodoxos y tres de ultraderecha.
Desde entonces, el primer ministro tiene una sola obsesión, la de eludir las acusaciones y causas de corrupción que hace años pesan sobre él, las mismas que lo eyectaron del cargo en abril de 2019. Ese es el telón de fondo de los actuales proyectos para maniatar la Justicia y blindar su magistratura, a lo que se suma un renovado impulso conservador de sus aliados coyunturales. “Quieren imponer un comité de elección de jueces de la Corte Suprema en el que tenga mayoría el Parlamento que hoy controlan”, explica el integrante del Llamamiento Argentino Judío, organización que pretende representar a sectores progresistas de la comunidad en nuestro país.
Este ataque contra el Tribunal Supremo se explica por la potestad que este detenta para revisar judicialmente la legislación e intervenir en las decisiones gubernamentales que violan los derechos humanos de minorías (como los solicitantes de asilo, propietarios de tierra palestinos en Cisjordania o un colectivo LGBTIQ+ que cosecha desprecio por parte de aquellos sectores ultraortodoxos que hoy están en el poder).
Sin embargo, en caso de aprobarse estas reformas, no sólo se trataría de un retroceso democrático para los ciudadanos y residentes israelíes. “Una cosa es ser judío, otra sionista y otra israelí, pero uno no puede dejar de reconocer la relación que existe entre lo que pasa en Israel y las comunidades judías en otras partes del mundo”, afirma.
“Sostener una ocupación y convertirse en un Estado opresor, pese a haber sido un pueblo que históricamente sufrió la opresión, y creer que esto no va a influir en la política interna del país, es una fantasía pueril”, analiza Gorodneff, y agrega: “la ocupación y los sucesos de la guerra han hecho que los sectores más fundamentalistas de ambos lados hayan sido los triunfadores; para plantearlo de manera concreta, ¿qué es lo peor del muro que divide a palestinos de israelíes? Lo peor es que funcionó”.
Sobre los posibles desenlaces de esta crisis, el analista confía en que una continuidad de las protestas logre posponer el tratamiento de la reforma judicial e incluso “forzar un quiebre en la coalición de gobierno”.
En Israel todos dan por descontado que en caso de que se aprueben los proyectos, la Corte las impugnaría. Lo cierto es que, ante el mismo supuesto, la propia legislación permitiría al Ejecutivo ignorar la resolución judicial.
Por el momento, la economía ya empezó a sentir los efectos ante semejante incertidumbre. Sin ir más lejos, el shekel–la moneda local- se depreció en febrero casi un 6% frente al dólar estadounidense, su valor más bajo en tres años. En particular, el sector tecnológico y de startups -representa un 15% del PIB israelí, un 10% de su fuerza de trabajo y la mitad de sus exportaciones- ya planteó su temor de que un debilitamiento del sistema judicial ponga en riesgo la propiedad intelectual, una de las piedras basales para esta industria.
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Entrevista: Diego Leonoff