Por Néstor Espósito | El intento del ex presidente Mauricio Macri y los ex jefes de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) durante su mandato, Gustavo Arribas y Silvia Majdalani, de apartar al camarista de Casación Alejandro Slokar de la causa por presunto espionaje ilegal a familiares de víctimas del submarino ARA San Juan, puso sobre el tapete tácitamente un vínculo indirecto y no reconocido con el falso abogado Marcelo D’Alessio.
Desde que a principios de 2019 estalló el escándalo sobre D’Alessio (quien desde entonces permanece detenido, ya sufrió una condena y va camino a un nuevo juicio oral), sistemáticamente los dirigentes de Juntos por el Cambio negaron cualquier vinculación con él. Incluso la precandidata presidencial Patricia Bullrich, cuando se le detectaron comunicaciones con D’Alessio, dijo que ese teléfono que estaba a su nombre lo usaba para “jugar” uno de sus nietos. Nunca explicó a qué jugaba D’Alessio con su nieto.
Macri, Arribas y Majdalani fueron procesados por el juez federal de Azul, subrogante de Dolores, Martín Bava, por espionaje ilegal a los familiares de las víctimas del naufragio. Poco después, esa causa (en rigor, todas las causas por espionaje ilegal) aterrizó en los tribunales federales de Comodoro Py 2002. Allí, los autores de la teoría del “cuentapropismo” en el espionaje ilegal hicieron dos cosas: por un lado, reconocieron las actividades y conductas reprochadas a los agentes de inteligencia, pero por el otro dijeron que no había sido “inteligencia” sino medidas para garantizar la seguridad del entonces jefe del Estado. Arribas, Majdalani y, sobre todo, Macri, fueron sobreseídos.
Ese sobreseimiento fue apelado y como no había “doble conforme” (dos tribunales fallando en igual sentido), la Cámara Federal de Casación quedó habilitada para revisar el expediente.
Entonces comenzó un minué de recusaciones. Primero fue apartado el juez Carlos Mahiques, uno de los “huemules” que viajó a escondidas al Lago Escondido por presunta invitación de directivos del Grupo Clarín. Y ahora las defensas de Macri, Arribas y Majdalani plantearon la recusación de Alejandro Slokar.
¿Por qué lo hicieron? La explicación es que Slokar fue apartado de la Causa D’Alessio hace unos tres años. En efecto, Slokar resultó removido por una maniobra que encabezó la ex diputada Elisa Carrió, mencionada por D’Alessio y cuyo nombre apareció en reiteradas oportunidades a lo largo de la investigación.
El ex juez de Dolores Alejo Ramos Padilla invitó a Carrió a que formulara su descargo en una suerte de declaración espontánea. En la jerga judicial, se trata de la combinación de los artículos 73 y 294 del Código. La líder de la Coalición Cívica nunca presentó su descargo, pero en los hechos –y para recusarlo a Slokar- se asumió como “imputada”.
Como Carrió había denunciado previamente ante el Consejo de la Magistratura al juez, esa denuncia anterior fue la llave que permitió correrlo de la cancha en un expediente caliente y sensible.
Cuando las causas por espionaje ilegal comenzaron a confluir en Comodoro Py, una de las formas de neutralizar las investigaciones fue acumularlas todas en dos juzgados: el de Marcelo Martínez de Giorgi y el de Julián Ercolini. Esa acumulación ocurrió por lo que los jueces llaman “conexidad”, es decir coincidencia de delitos a investigar, imputados, víctimas y circunstancias similares de los hechos.
Esas conexidades fueron un primer indicio de que D’Alessio no es sólo un outsider o un loquito suelto que andaba por la vida invocando nombres de funcionarios del gobierno 2015–2019.
Ante la posibilidad de que Slokar interviniera en la revisión del sobreseimiento por el espionaje sobre familiares de víctimas del ARA San Juan, la defensa de Arribas planteó que “el magistrado cuyo nuevo apartamiento se promueve aquí, en realidad, está vedado de intervenir, no sólo en la causa nro. 88/2019 (D’Alessio), sino también en sus causas conexas, esto es, en la causa nro. 8580/2020 caratulada Arribas, Gustavo H. y otros s/ abuso de autoridad y en la presente causa nro. 8559/2020” (la del submarino).
Arribas agregó: “Fuera de toda duda está que las causas mencionadas son conexas y deben tramitar ante una misma sede judicial. Ello es así desde el momento en que todas ellas tramitan ante el Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Número 10 de esta ciudad”, a cargo de Ercolini.
¿Qué tiene que ver D’Alessio con el ARA San Juan?, ¿cuál es su vínculo con la AFI, si hasta ahora se lo negó permanentemente?
Para clarificar (u oscurecer, según se mire) el panorama, la defensa de Macri, a cargo del ex fiscal Pablo Lanusse, en su intento de recusación, proclamó: “Debo resaltar que el Sr. Mauricio Macri al día de la fecha, no es parte en las causas FMP 88/2019 ni FMP 8580/2020. Solo espero que esta verdad de Perogrullo, que demuestra que toda alusión a las mismas no pueden alegarse en relación a nuestra situación procesal porque no pudimos participar, ni controlar, ni impugnar la marcha de esas investigaciones, y por ende las desconocemos, no se ‘subsane’ con una nueva frotada a la galera generosa, acomodaticia e inacabable de sorpresas con nuestra introducción por la ventana en aquellas, porque ello no haría más que demostrar -una vez más- la destemplanza, la falta de decoro, de mesura, y de las ya remarcadas parcialidad, ausencia de independencia y de prejuicio del Sr. Juez en nuestra contra. De tal manera, todo ello que se señala en la resolución en relación con esas causas, se erigen en argumentaciones aparentes y estériles inaplicables al caso personal del Sr. Mauricio Macri”.
Si D’Alessio no tiene nada que ver con la AFI, no hay razón para que las causas por presunto espionaje ilegal sean “conexas”· con su expediente. Si existe conexidad, entonces sí podría haber relación. Lo nuevo y llamativo es que esa supuesta “conexidad” sea utilizada como herramienta por Macri, Arribas y Majdalani para apartar a un juez, una decisión de extrema gravedad, adoptada sólo con criterio muy restrictivo para no afectar la garantía del “juez natural”.
Acaso la caja de sorpresas que oculta D’Alessio todavía no haya terminado de deparar novedades. Lo peligroso (para los imputados de espiar a familiares destrozados por sus familiares sepultados a 600 metros bajo el mar) es admitir, aún a regañadientes y por conveniencia circunstancial, que tal vínculo no es tanto una locura como se lo había presentado hasta ahora.
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Néstor Espósito: @nestoresposito