Redacción Canal Abierto | Las narcobandas asolan Ecuador, controlan parte de su territorio, sus calles y cárceles, disponen sobre la vida de periodistas, dirigentes políticos y ciudadanos de a pie. Dan cuenta de esta situación los atentados y toma de rehenes de los últimos días.
No estamos hablando de un escenario excepcional ni novedoso: muestra de ello fue el asesinato del candidato presidencial Fernando Villavicencio el 9 de agosto pasado, a sólo 10 días de las elecciones que finalmente consagrarían a Daniel Noboa. Recién entonces el mundo tomó nota de una crisis que se profundizó en los últimos años -durante la administración del ex mandatario Guillermo Lasso- pero cuyas raíces se pueden remontar a principios de este siglo.
Durante buena parte del siglo XX, los ecuatorianos tuvieron relativo éxito en mantener a raya a los grandes carteles narco que con mayor o menor intensidad proliferaron en Perú y Colombia (dos de los principales productores y comercializadores de cocaína del planeta). O al menos lograron evitar buena parte de la violencia que durante décadas sí azotó a estas naciones vecinas.
Todo esto parece haber cambiado en el último tiempo, y no son pocos los especialistas que lo relacionan con el proceso de dolarización iniciado hace dos décadas. Una cifra da cuenta del gran giro: mientras en 2001 la tasa de homicidios en Ecuador se situaba en 12,91 por cada cien mil habitantes, los últimos datos oficiales de 2022 se ubican en 26,99 (según The Associated Press, el año que acaba de terminar duplicó este índice).
“Uno de los efectos es que al estar entre dos países que son grandes productores de cocaína, la dolarización hace que ya no se requiera el cambio de una moneda nacional (antes el sucre) al dólar en estas transacciones”, apuntó la ex ministra de Finanzas del país andino, Wilma Salgado, lo que habría favorecido el “actual rol de Ecuador como plataforma de exportación”.
A su vez, la economista explicó que el proceso de dolarización y el sobreendeudamiento necesario para mantener este esquema monetario empujaron a los últimos gobiernos a aplicar políticas de extrema austeridad, las cuales “provocaron un retroceso de la presencia del Estado que fue aprovechado por las fuerzas narco criminales”.
Los vínculos entre dolarización, ajuste fiscal y avance del narco en #Ecuador, segun la ex ministra de Finanzas Wilma Salgado: «Cuando se deterioran el Estado y las instituciones, avanza el crimen organizado».
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— Canal Abierto (@canalabiertoar) January 10, 2024
Historia de una dolarización
Hace más de dos décadas, en los primeros días del año 2000 Ecuador inició su dolarización tras una fuerte crisis que amenazaba con dejar a la deriva la economía y el sistema bancario. Era la respuesta del gobierno a una escalada en los precios y fuerte pérdida del poder adquisitivo de la moneda nacional, el Sucre.
Los primeros pasos del plan resultaron en más leña al fuego: con un cambio de 25 mil sucres por dólar, la inflación se disparó aún más -hasta el 96% anual-. El descontento social llegó a tal punto que precipitó la salida del entonces presidente y “padre de la criatura” dolarizadora, Jamil Mahuad, quien había calificado la medida como un “salto al vacío”.
“Para hacerse de los dólares necesario, el Gobierno congeló los ahorros de los depositantes y las empresas se quedaron sin capital de trabajo, lo que produjo más recesión y caída en la demanda”, explicó Salgado en diálogo con Canal Abierto.
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Luego de un primer año caótico, Ecuador se encontró con un ingreso masivo de divisas producto del fuerte aumento en el precio internacional del petróleo. Era el inicio del boom de las commodities para buena parte de Latinoamérica, a lo que se sumaba una baja en las tasas de interés a nivel global que atraía los capitales golondrina a la región. “La gente creyó que esos años de bonanza fueron producto de la dolarización y no porque el barril de petróleo haya pasado de 15 dólares a más de 100 dólares”, indicó la economista.
Aunque en un primer momento la dolarización dio una aparente sensación de estabilidad y reducción de la inflación, Ecuador resignó autonomía en política monetaria. “Hoy nuestros países vecinos, como Perú y Colombia, devalúan su moneda y nosotros quedamos atados a los valores que se deciden en Washington”, detalló quien encabezara la cartera económica ecuatoriana en 2008. “Por ende, nuestros productos no pueden competir con precios que quedan demasiado caros para los mercados internacionales”.
Sin embargo, lo que aparentaba ser la solución a todos los problemas no tardaría hacer agua por todas partes. A partir de 2014, la caída en el precio global del petróleo obligó a la administración de Rafael Correa a tomar cada vez más deuda para sostener la dolarización.
Desde entonces, la nación ecuatoriano pasó de un acuerdo a otro acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y, como es costumbre, de ajuste en ajuste fiscal. “Como bien saben en Argentina, esto repercute en sectores como la salud, la educación y en el deterioro en las condiciones de vida de la población, pero también en un ajuste en inversión pública; es decir, políticas regresivas que enfrían la economía, generan desempleo, menos producción y, claro, menos recursos para luego poder hacer frente a los compromisos crediticios”.
“En relación a los dictámenes del FMI, el problema de nuestros países es que los gobiernos progresistas no logran diferenciarse de los gobiernos de derecha en materia económica”, aseguró la economista, y añadió: “El Fondo jamás ha logrado una recuperación en los países donde ha intervenido porque su visión es favorecer a los creedores de la deuda vía restricción del gasto y recesión”.
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