Por Federico Chechele | El presidente Javier Milei venía inflado de Davos porque según su lógica comunicacional el discurso derramado ante empresarios multimillonarios lo catapultó a una discusión global, por más que su alocución haya generado polémicas más cercanas al ridículo que a posturas ideológicas debatibles. Ese regreso estuvo acompañado por una victoria que los grandes medios le prepararon con titulares que garantizaban los números para aprobar la Ley Ómnibus. Todo eso se fue desmoronando con el correr de los días en una semana llena de improvisaciones y escándalos, las dos categorías que más ilustran al gobierno de Milei.
Desde aquel 28 de diciembre, que se convocó al Paro Nacional por parte de la CGT, la CTA Autónoma y la CTA de los Trabajadores, al reciente 24 de enero se dijo y se hizo mucho para que el conjunto del movimiento obrero y otros sectores de la sociedad confluyeran en un rechazo generalizado hacia las políticas implementadas por el Gobierno. Actos de las multisectoriales en las principales ciudades del país, asambleas barriales, cacerolazos y la multiplicidad de apoyos y acciones solidarias del ámbito internacional anunciaban lo que iba a pasar.
Un millón y medio de personas se manifestaron en todo el país para proteger sus derechos laborales, para cuidar la soberanía, contra el achicamiento del Estado, para ponerle freno al intento de gobernar por decreto, pero fundamentalmente, para prohibir el saqueo de los grupos económicos que escribieron de puño y letra el DNU 70/23 y la Ley Ómnibus, donde cada capítulo tiene su propio sponsor y que no tienen un solo artículo en favor de la clase trabajadora.
Los aparatos y la gente. El sindicalismo y las asambleas. El campo popular y las cacerolas. Y los arrepentidos. Todas las expresiones que se vieron perjudicadas en estos 40 días de gobierno salieron a las calles para dejar asentado que a partir de ahora se negocia con las imágenes del 24E. Alguien dijo que “en política sólo triunfa quien pone la vela donde sopla el aire; jamás quien pretende que sople el aire donde pone la vela”.
Al llegar de Davos, Milei tenía acomodada la Ley Ómnibus. Títulos rimbombantes aseguraban que el gobierno había acordado cambios claves con la oposición (privatizaciones, fórmula de movilidad jubilatoria y retenciones a las economías regionales) y que hoy jueves comenzarían las sesiones en Diputados.
Nada de eso pasó: se postergó la sesión para la semana próxima luego de que el Gobierno perdiera apoyo para aprobar el paquete económico. Todo circunscripto en un escándalo como suele ocurrir con aquellos gobiernos que creen que con una tabla de Excel, de elegante sport y con algún allegado en Wall Street alcanza para llevarse por delante las instituciones.
Las denuncias al Gobierno están vinculadas al dictamen que se obtuvo en la madrugada del miércoles, nunca mejor dicho “entre gallos y medianoche”. Referentes de los bloques que se denominan “dialoguistas” se reunieron en un departamento de Recoleta para firmar modificaciones que los contemplen a todos ellos. Al otro día éstas fueron borradas y florecieron nuevas que no los conformaban. Como no les quedaba otra que enojarse, no le garantizaron su aprobación, por lo que el Gobierno tuvo que salir a redactar otro dictamen diferente al que ya había sido aprobado. Entonces tuvieron que pedir tiempo. Lo que parece un ida y vuelta natural en eso de construir consensos parlamentarios, en realidad es otro escándalo que se pretende ocultar en beneficio de las empresas que pusieron a disposición su buffet de abogados para diagramar el plan de gobierno y del propio Poder Ejecutivo. Todos al borde de una denuncia penal.
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Quizás se apruebe el paquete de leyes y el Gobierno obtenga la media sanción la semana que viene. En lo que sí hay certezas es que por estas horas y durante el fin de semana tendrán que agrandar el abanico de pedidos para atraer a sus aliados luego de tantas desprolijidades. Y sobre todo, tras verse más vulnerables luego de la enorme movilización en su contra.
Se sabe que Milei grita a los cuatro vientos y nadie le acerca soluciones políticas: cada problema se acomoda vía terceros y eso tiene su precio. Para colmo, en su peor semana de gestión, al Gobierno le notificaron que la Justicia de Trabajo declaró inválidos seis artículos de la reforma laboral del DNU porque “afectan de modo directo los intereses y los derechos” de los trabajadores. Y como si esto fuera poco, el Juzgado Federal de Lomas de Zamora invalidó el formato de las audiencias para pautar la suba del transporte público previstas para febrero.
Hay que remontarse a aquella multitudinaria marcha que repudió el fallo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación que aplicó el criterio del «2×1» para habilitar la libertad de los represores condenados por delitos de lesa humanidad para asemejar la enorme cantidad de personas que se movilizaron ayer. Ante la imposibilidad de disimular, la Casa Rosada probó con números insignificantes que lanzaron desde el Ministerio de Seguridad. Luego recurrieron a los lobbistas que tienen en los medios. Por último activaron al vocero presidencial, Manuel Adorni, quien esta mañana dijo que sólo el 0,19% de los trabajadores se adhirieron al paro, intentando bajarle el precio a otro hito del pueblo argentino. Charly García supo decir que no hay que confiar en ninguna persona que no le gusten los Beatles. Seguramente Adorni crea que el Álbum Blanco es un cuaderno para colorear en vacaciones.
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