Redacción Canal Abierto | En su entrevista con Alejandro Fantino, el presidente Javier Milei siguió sumando millas en los que a ataquesa a la prensa opositora se refiere.
El primer dardo estuvo dirigido a la periodista Romina Manguel, en cuyo programa el diputado nacional de LLA Bertie Benegas Lynch expuso su postura contraria a la educación obligatoria. Consultado por Fantino por las afirmaciones del legislador, el Preseidente se limitó a calificarlas como “poco afortunadas”.
Acto seguido arremetió contra Manguel a quien acusó de sacar de contexto la frase y de que «nos juega en contra sistemáticamente, que vive hablando pestes y que quiere destruir nuestro espacio». Ante una inusual repregunta de Fantino sobre Benegas Lynch, Milei dijo que su error fue «haber ido a ese lugar». «Acá hay que entender que los periodistas juegan, juegan para destruir. No tenés que darles notas a esos periodistas, no les interesa saber cómo pensás. Les interesa una frase que te hagan daño”. La situación en la que le aclara a su entrevistador que «los periodistas juegan» merecería un apartado especial.
Su siguiente víctima fue el director de Editorial Perfil Jorge Fontevecchia. La situación se generó a partir del recuerdo de las bases de dato “dijeron que nos íbamos a robarnos los datos, cosas que nunca pasó, y sin embargo… no se. El diario de `tinturelli´ usa los datos para mandarte mails por ejemplo. Ya pedí varias veces que no me manden más las cosas del pasquín de ellos y sin embargo la gente de `tintureli´ me lo sigue mandando”.
Por si el chiste no se entendía, explicó que “`Tinturelli´ porque está carmeleado que da miedo, no”. También sería para analizar que el dato a rescatar de Fontevecchia sea el cuidado de su imagen viniendo de un presidente que habla en penumbras y hace malabares con Photoshop para disimular su aspecto físico.
Pero el momento más duro fue cuando celebró que la empresa “está camino a la quiebra, así que… ¡qué bueno! Ya quebró una vez y lo salvó un empresario, después lo salvaron los políticos y ahora como no tiene pauta va a la quiebra”. Desde SiPreBa se repudió que más allá de las diferencias que pueda tener con un periodista o propietario de medios “nos alerta y desagrada ver al Presidente festejando el hipotético quiebre de una empresa nacional, como Editorial Perfil, que emplea a más de 600 trabajadores/as”.
El sábado pasado, le había tocado el turno al periodista de TN y La Nación Joaquín Morales Solá. Fue en el marco de su exposición en el evento libertario AynRandCon 2024, en el Paseo La Plaza. Allí planteó que “El círculo rojo siguió subestimándonos, diciendo que éramos un error, que solo representamos a gente enojada. Ellos no pueden cambiar el modelo y siguen enojados con eso. En algunos periodistas se nota de manera grosera. Creo que el caso más violento y más agresivo de todos es el de Morales Solá, profundamente ofuscado en un programa diciendo: ‘Milei tiene que entender que los periodistas somos el nexo con la sociedad, no puede estar hablando por Twitter con la sociedad’”.
Y conceptualizó que “el periodismo es muy violento, agrede mucho y cuando uno le contesta se victimiza y llora censura. Los entiendo porque son parte del círculo rojo que perdió. Y como no entienden, agreden”.
Pero Morales Solá no fue el único que recibió la furia presidencial el sábado pasado. Su segundo misil verborrágico atravesó la frontera y llegó a PAraguay. Su blanco fue el periodista de ese país Jorge Torres Romero, bastante afin a sus ideas, al punto de ser el nombre elegido para moderar la presentación en el país vecino del libro de Eduardo Feinmann 10 lecciones para salir de la trampa populista. Milei partcicipó a distancia de una mesa que la completaban su par Guaraní Santiago Peña, el ex mandatario español Mariano Rajoy y el autopercibido expresidente venezolano Juan Guaidó.
Torres Romerose preguntó qué sucedería en nuestro país que “si el gobierno de Milei no llegara a tener éxito, Argentina corre el riesgo de volver a caer en los problemas que la llevaron al lugar donde está”.
Fiel al estilo con el que se hizo conocido en los set televisivos de nuestro país, Milei repondió: “me parece que tu apreciación es absolutamente incorrecta y hasta casi rayando la grosería”.
Entonces, Torres Romero no tuvo mejor idea que recurrir a la nafta para apagar el fuego. Intentó disculparse planteando que quizá no se había entendido su planteó, situación que fue interrumpida por el Presidente. “Le pido que sea más respetuoso al hacer un planteo porque ha sido profundamente ofensivo. Y le pido que no me insulte, lo entendí perfectamente. No es que yo no lo entendí, usted se comportó como un grosero”, respodió Milei.
Torres Romero siguió por su camino y le respondió que “yo le decía al Presidente, con todo respeto, yo no me sulfuro, que cuento una realidad. Yo comparto cien por ciento las medidas económicas impulsadas por usted”. “Si usted hace referencia a que me sulfuré, esa es otra falta de respeto, por lo cual acumula tres faltas de respeto. Tres. Parece que usted no está a la altura de poder dialogar con un presidente. Me faltó el respeto tres veces”, despotricó Milei.
Una línea de conducta
Todos estas explosiones de los últimos días se suman a la saga que inició contra los medios públicos con el cierre de la agencia de noticias Télam. Anunciada en campaña, se confirmó en el discurso de apertura de sesiones del Congreso el viernes 1º de marzo. El lunes siguiente la sede de la agencia amaneció vallada. Desde ese día, los más de 700 trabajadores que la componen mantienen un acampe que suma adhesiones día a día.
Además, han lanzado una junta de firmas para la sanción de la ley “Télam federal, información plural y transparencia para la publicidad oficial” que elaboraron junto a académicos y especialistas en una iniciativa impulsada desde SiPreBA.
La propuesta legislativa tiene como pilares otorgar un rol relevante al Congreso de la Nación, con la creación de una Comisión Bicameral Permanente de Control sobre Télam y la participación de la elección de los miembros del directorio.
También se propone establecer la forma de financiamiento presupuestario; garantizar pluralismo informativo, federalismo y transparencia en la distribución de la pauta publicitaria pública; y proteger los bienes inmuebles así como todo su archivo, de reconocido valor histórico y cultural para la Nación.
Más allá de estos casos puntuales, el Gobierno también demostró una ensañamiento con los y las periodistas que cubrieron las movilizaciones frente al Congreso durante el tratamiento de la fallida Ley Bases en febrero pasado. Suerte similar corrieron quienes trabajaron reflejando lo que ocurría el 18 de marzo, cuando las organizacoines sociales realizaron manifestaciones en los accesos a la Ciudad de Buenos Aires en reclamos por el recorte de alimentos a comedores.