Redacción Canal Abierto | Mario Russo pasó a engrosar uno de los grupos más numerosos del Gobierno. El de los ex-funcionarios. El ahora ex ministro de Salud presentó su renuncia ayer y hay diferentes versiones respecto de los motivos.
El comunicado con el que la Oficina del Presidente hizo pública la dimisión, aludió el genérico “estrictas cuestiones personales”, aunque no son pocas las voces que hablan de fuego cruzado en el interior del gabinete, que incluyeron situaciones que iban desde el veto a funcionarios propios hasta una operación mediante la cual se deslizó que la anécdota de corrupción aludida por el Papa Francisco ocurrió bajo su responsabilidad.
Russo no se va con una gestión memorable. O, si lo es, no se debe a buenos motivos. Fue el último ministro en ser nombrado, ya que inicialmente su cartera figuraba entre los «¡Afuera!» con los que Javier Milei anunciaba su organigrama en campaña y quedaba bajo la extensa órbita de Capital Humano.
Fue en sus primeros días como ministro que explotó la epidemia de dengue. Esta fue la ocasión para que la figura de Russo tuvo más exposición. Fue en una entrevista bastante deslucida en la que, superado por tics y balbuceos, recomendó en pleno verano “usar mangas largas”, “tener cuidado con los pantalones cortos” y “usar ropa clara”.
Por otra parte, el ministerio hizo caso omiso a la recomendación de la Comisión Nacional de Inmunizaciones (CoNaIn) para que se implementara una estrategia de vacunación contra el mal que transmiten los mosquitos.
En el marco del plan motosierra, inaugurado con el DNU 70, se suprimió la Agencia Nacional de Laboratorios Públicos, que coordinaba dientitos espacios públicos que producían medicamentos a precios accesibles o directamente gratuitos o en los que los laboratorios privados no encontraban motivación para su producción.
En el mismo sentido, hubo un virtual vaciamiento de la Dirección de Asistencia Directa por Situaciones Especiales (DADSE), el organismo encargado de otorgar subsidios para la adquisición de medicamentos o insumos médicos por razones de salud a personas que se encuentran en situación de vulnerabilidad social y sanitaria, que no tienen cobertura de salud o son abandonados por sus prestadores.
Asociaciones de pacientes presentaron un amparo colectivo que el Gobierno nunca terminó de cumplir. Se estima que unos 50 pacientes oncólogicos que perdieron la vida son el saldo de esta decisión.
En julio pasado hubo un tendal de despidos en el Hospital Posadas. Fueron 88 los telegramas cursados, lo que impulsó una lucha de los trabajadores del nosocomio. En ese momento, Russo argumentó que el hospital era “una cueva de militantes”. El vocero presidencial Manuel Adorni fue más allá y se refirió a estas personas como “gastos superfluos”.
Desde FesProSa, el gremio que nuclea a los profesionales de la salud, plantearon que a pesar de haber pedido una reunión desde el momento de su asunción, nunca fueron recibidos por Russo.
Su lugar ahora lo ocupará quien hasta ayer era su segundo y, secreto a voces, quien manejaba la cartera. Se trata de Mario Lugones, un hombre vinculado a la salud privada, dirigiendo la Fundación Sanatorio Güemes, de la que también es su fundador, hasta el mes pasado, cuando sugestivamente renunció. ¿Quiénes eran (son) sus socios en este menester? Enrique “Coti” Nosiglia y Luis Barrionuevo.