Redacción Canal Abierto | Con la promesa de decirle “adiós a la escuela del siglo pasado”, la semana pasada el jefe de Gobierno porteño presentó junto a Mercedes Miguel, ministra de Educación local, “Secundaria Aprende”, una nueva reforma educativa que según se anunció busca ir hacia “un cambio de paradigma” y “pasar de la enseñanza al aprendizaje”. O como dijo Jorge Macri en el acto, “pasar de una educación en serie a una educación en serio”.
La reforma se pondrá en marcha en 30 escuelas piloto en marzo de 2025 y se implementaría de manera general en 2026. “Lo más importante es que estamos cambiando la lógica, la estructura y la organización de la escuela. Los tiempos, los profesores, las asignaturas. Los estudiantes se van a poder organizar de otra manera”, declaró el fin de semana Miguel en una entrevista que brindó al diario La Nación. Ante la abundancia de respuestas abstractas, la periodista tuvo que repreguntarle al menos cinco veces en qué consistía concretamente la medida. En efecto, el marco de incertidumbre en el que se dio a conocer la reforma es uno de los cuestionamientos más fuertes que se hacen desde el sector docente.
De lo que se puede descular de las comunicaciones oficiales, el nuevo programa traería aparejados al menos tres grandes cambios:
1-Se deja atrás la repitencia y las materias previas, y se pasa a un sistema donde los chicos avanzan por niveles en cada materia, “sólo si cumplen los objetivos”. Así, “si no se aprueba un nivel o contenido no se podrá avanzar en ese nivel hasta aprobarlo”. Esto hará que, si no aprobaron su nivel, chicos de cuarto terminen cursando ese contenido con chicos de tercero, por ejemplo. “Todos a su ritmo”, aclara el Gobierno.
2-Habrá una formación básica y el resto se impartirá con talleres optativos, “para que la experiencia sea más interesante”, argumentan.
3-Además, cambia radicalmente la organización del trabajo docente. Sobre esto, anunciaron que “se busca que (los profesores) no tengan que moverse de escuela a escuela (“docente taxi”)”.
Más precarización, menos calidad educativa
Si bien desde la docencia reconocen que el sistema educativo necesita efectivamente de una profunda transformación, señalan que esta no puede ser “de un día para el otro”, y menos aún desconociendo a un actor clave del sector como son sus trabajadores y trabajadoras. Además, advierten que la medida implicará una “primarización de la secundaria”, que va a repercutir en la calidad educativa.
En diálogo con Canal Abierto, Cecilia Segovia, profesora de Lengua de escuelas de la Ciudad, señala que uno de los aspectos más preocupantes es que, tal como está planteada la reforma, implicará el “recorte de contenidos”. Y es que esa “formación básica” que se plantea consiste en solo tres asignaturas: Lengua, Matemática y un idioma. El resto de las asignaturas, pasan a ser optativas y a darse con proyectos.
Entonces, ejemplifica la docente, en vez de tener Historia, Geografía y Ética, los chicos tendrían un taller de “Revoluciones” o “Estado”.
La elección de esas tres asignaturas básicas, estima la docente, tienen que ver, por un lado, con los contenidos que se monitorean en las evaluaciones TESBA –una versión local de las pruebas PISA-, y por otro, y en particular el idioma, con lo que demanda el mercado laboral.
“La nueva ministra está todo el tiempo planteando que la secundaria tiene que tener un nexo con el mundo del trabajo. Y ahí se abren un montón de interrogantes”, por ejemplo, “qué mundo del trabajo espera a los estudiantes”. “Porque si pensamos que estamos en un mundo que tiende cada vez más a la precarización laboral podemos pensar que una escuela que quite contenidos y hable de habilidades está planteada en línea con las reformas que se vienen dando en el mundo del trabajo”, cuestiona.
El otro alerta está puesto en los cambios en las condiciones laborales de la docencia, que en lugar de tomar horas en los actos públicos tendrá que acumular horas para formar cargos en una misma escuela. Así, en lugar de que el criterio principal sea el puntaje, ahora serán las autoridades de las escuelas las que designarán a los docentes, a partir de tres requisitos o criterios: la prioridad la tendrán los titulares y los que tengan más horas, y luego, solo para desempatar se recurrirá al puntaje.
Y con una condición: los cargos deberán ser de un mínimo de 36 o de 72 horas cátedra. Y 72 horas cátedra, detalla Segovia, equivalen a 9 horas reloj por día. “Ya te digo que tener 72 horas docentes es imposible, es totalmente deshumanizante y también impacta en la calidad educativa”.
En paralelo, se elimina la figura del suplente. Entonces, “lo que suponemos es que si yo tengo un cargo de 36 horas y falta un suplente, puedo cubrirlo con las horas que tengo”.
En ese marco, “lo que también genera la reforma es que haya mucho movimiento en la docencia y que haya muchos docentes que se van a quedar sin trabajo. Porque al tener que acumular horas se van a ir desplazando a otros docentes”. Y grafica: “Lo que estuvimos viendo en las propuestas de Planta Funcional en las escuelas que van a ser piloto es que se reduce a la mitad el personal docente que hoy está en esa escuela”. “Porque si antes habían cinco profes de Lengua ahora hay uno que absorbe todas las horas”, ejemplifica.
Una reforma muy interesante
Otro punto preocupante es la falta de discusión pública en torno al tema. Y es que se trata de una reforma educativa “inconsulta”, y también, de una modificación del estatuto docente –se comunicó ya la semana pasada-“totalmente arbitraria”.
“Una consulta en una reunión escolar no es una consulta seria”, plantea al respecto la docente. “Para hacer una modificación en el sistema de educación media -que es muy necesaria- tenemos que sentarnos seriamente a pensar de qué forma cambiar la escuela secundaria. Pero eso no puede ser de un día para el otro”, subraya. “Tenemos que discutir, tienen que haber congresos, jornadas, tiene que haber un debate serio sobre qué objetivos tiene que tener la secundaria”, plantea.
“Y las modificaciones no pueden hacerse desconociendo a los sujetos que trabajan, dejando a la mitad de los docentes sin trabajo, y sin consultar a los pibes y a las familias”, agrega.
Según Segovia, en el ámbito sindical, solo Ademys está saliendo a confrontarla. El resto de los sindicatos grandes, dice que “como no hay información certera no la pueden rechazar”. “Sí dicen que nos quedemos tranquilos que van a cuidar lo laboral. Pero no hay una defensa real”, cuestiona la docente.