Redacción Canal Abierto | “La verdad incómoda de la educación argentina es que la Universidad Pública Nacional hoy no le sirve a nadie más que a los hijos de la clase alta y los ricos, la clase media alta”, arremetió Javier Milei en un acto para pocos este sábado donde oficializó el nuevo nombre del Centro Cultural Kirchner, devenido en Palacio Libertad Domingo Faustino Sarmiento.
No satisfecho, continuó: “En un país donde la gran mayoría de los niños son pobres y no saben leer, escribir ni realizar una operación matemática básica, el mito de la universidad gratuita se convierte en un subsidio de los pobres hacia los ricos, cuyos hijos son los únicos que llegan a la universidad con los recursos, la cultura y el tiempo común para poder estudiar. La universidad ha dejado de ser una herramienta de movilidad social para convertirse en un obstáculo para la misma”.
Pero, como suele ocurrir desde su ingreso a la política, los datos de la realidad desmienten al Presidente.
Según un informe reciente “la proporción de jóvenes universitarios entre 18 y 24 años que pertenecen a los sectores de menores ingresos socioeconómicos del país se triplicó en los últimos 30 años”. El aumento de este sector en la población educativa no es casual, estuvo impulsado “fundamentalmente por la creación de nuevas universidades en el Conurbano bonaerense”, destaca el estudio.
La goleada de la realidad
El informe elaborado por el Laboratorio de Políticas Educativas (LPE) de la Universidad Nacional de Hurlingham (UNAHUR), dedicado a la investigación y diseño de políticas educativas, midió la participación de los jóvenes provenientes de hogares de ingresos bajos, medios y altos en el sistema universitario nacional entre 1996 y 2023.
El sondeo del LPE publicado en julio pasado determinó que a este aumento exponencial de los alumnos de menores recursos lo acompañó uno “moderado” de estudiantes provenientes de hogares de ingresos medios y un aumento “leve” de los de mayores recursos económicos.
Como consecuencia, “en la actualidad la composición social de la matrícula según quintiles de ingresos muestra una relativa paridad entre los diferentes estratos sociales sin precedentes en la historia de la educación superior argentina”.
Luego asegura: “Esto implica que el gasto educativo actual no tiene un componente regresivo, es decir que las familias de menores ingresos han dejado de sostener con sus impuestos los estudios superiores de los sectores medios y altos”.
Dato y relato
En números, según datos provenientes de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) y del Anuario Estadístico publicado por la Secretaría de Políticas Universitarias del ex Ministerio de Educación de La Nación, el LPE estableció que la proporción de jóvenes de 18 a 24 años pertenecientes a los hogares más pobres (Quintil 1) creció de apenas el 8,3%, en 1996, al 21,2% en 2023. En tanto el porcentaje de jóvenes del segundo quintil de menores ingresos (Quintil 2) trepó del 12,9% al 34%.
Por su parte, la cantidad de jóvenes universitarios de ingresos medios (Quintil 3) pasó del 25,6%, en 1996, al 37,2%, en 2023. Y la proporción de jóvenes de altos ingresos familiares pasó del 37,2% al 43% (Quintil 4), y del 49,4% al 52,7% (Quintil 5).
“Las diferentes dinámicas de estas trayectorias educativas modificaron la composición social de la matrícula universitaria. Así, la participación en la matrícula de la población perteneciente al 40% de los hogares de menores ingresos (Quintil 1 y Quintil 2) se duplicó en el periodo analizado, pasando de representar el 18% de los estudiantes universitarios en el año 1996 al 41,9% en el 2023”, destaca el estudio.
Y también asegura que esta dinámica “es independiente de la evolución del nivel de pobreza en nuestro país”, y que durante los años analizados hubo períodos de marcado incremento de la pobreza (1999-2002 y 2018-2020), de leve aumento (2021-2023), de relativa estabilidad (1996-2000 y 2014-2017) y de sistemática disminución (2003-2013).
Sin embargo, la tendencia de expansión de la matrícula universitaria —y dentro de ella, de la proporción correspondiente a los estudiantes de menores ingresos— sí tiene mucho que ver con el ciclo político “o la decisión del gobierno nacional de crear nuevas universidades en regiones con poblaciones no favorecidas durante la tercera ola de expansión del sistema (2007-2015), principalmente en el Conurbano bonaerense, en un contexto de ciclo económico expansivo”.
El LPE también pudo establecer que la composición de la matrícula de las universidades del Conurbano “contiene una porción sensiblemente mayor de primeros estudiantes universitarios como así también de estudiantes cuyos padres y madres solo alcanzaron a finalizar la escuela primaria y/o no lograron terminar la secundaria”.