Redacción Canal Abierto | “Me dijo que dado los problemas que ha tenido de salud (sic), y que si bien ahora se encuentra mucho mejor, va a necesitar más tiempo para sí mismo”. De esta manera, el ministro de Economía, Luis “Toto” Caputo, explicó por X (ex Twitter) la salida de Eduardo Chirillo de su cargo frente a la Secretaría de Energía de la Nación. Pero lo cierto es que el funcionario venía cascoteado.
Lo cierto es que, tras diez meses de gestión, Chirillo ya tenía en su haber varios errores que podrían haberle costado el puesto hace un largo tiempo. Pero también que su cargo fue parte de las prendas de cambio —junto con la pacificación de la interna libertaria en la Legislatura porteña, terreno del PRO— que Mauricio Macri negoció con Santiago Caputo a cambio de que Juntos por el Cambio blindara el veto de Javier Milei al presupuesto universitario.
Como consecuencia, el macrismo logró poner al frente de una Secretaría clave a una de sus alfiles: María Tettamanti, integrante de la Fundación Pensar, think tank del PRO, y mano derecha de Alejandro Macfarlane, un empresario muy cercano a Macri, en Gas Camuzzi.
Junto con la designación, comenzaron a circular los rumores de una condonación de deuda por parte del Estado a Camuzzi, que le debe a Enarsa 230 millones de dólares. Según publicó La Política Online, aunque en los últimos balances la empresa reconoce un pasivo de 70.000 millones de dólares, la suma sería más alta.
Si bien desde el sector señalan a Tettamanti como alguien más idóneo para el cargo que su antecesor, una serie de malas decisiones que la preceden anticipan que este caluroso verano será acompañado de numerosos cortes de energía eléctrica.
Las decisiones de Chirillo
Si bien es posible que su destitución no fuera consecuencia de la gestión de Chirillo, ésta no fue buena. En su lista de malas decisiones la primera fue frenar la construcción del Gasoducto Néstor Kirchner. La obra, pensada para transportar 22 millones de metros cúbicos de gas por día, llegó a mayo —junto con el frío— transportando sólo 11 millones, gracias a que el Gobierno retaceó el giro de fondos a las constructoras, con la intención de ahorrar dólares para sostener el superávit financiero.
Este escenario llevó a que Enargas declarara la pre-emergencia del sector energético e instruyera a que las transportistas y distribuidoras cortasen los servicios interrumpibles de gas —estaciones de servicio de GNC, industrias y grandes comercios—ante el riesgo de desabastecimiento en los hogares por las bajas temperaturas.
Con las temperaturas en descenso, la Compañía Administradora del Mercado Mayorista Eléctrico (Cammesa) se vio obligada a comprar de urgencia barcos de combustibles líquidos (gasoil y fueloil) por 200 mil toneladas. El imprevisto le costó al Estado la friolera de unos US$ 500 millones. Terminar las obras del Gasoducto Néstor Kirchner hubiera costado menos del 10% de ese dinero.
Además y ante la emergencia, la estatal Enarsa le compró un cargamento de GNL a Petrobras, pero la petrolera brasilera no pudo documentar la transferencia de los fondos y a último momento no autorizó la descarga. Como consecuencia, el Gobierno debió cortarles el suministro a las cien principales industrias del país durante una semana.
Los cortes que se vienen
Ya sin Chirillo al frente, el sector deberá enfrentarse a la alta demanda energética que vaticina un verano que será particularmente caluroso.
En este escenario, un reciente informe de Cammesa para 2025 habla de que habrá una caída en la provisión de energía nacional, debido a la suspensión de las operaciones en la central atómica Atucha I, que va a estar parada unos 30 meses.
Durante los últimos años, la demanda —que venía superando a la oferta— se subsanó importando energía de Brasil. Pero esta vez la escasez de dólares para cualquier otro destino fuera de pagar deuda y mantener la divisa controlada no parece estar dentro de los marcos teóricos del gobierno de Milei.
Todo hace pensar, entonces, que se avecinan cortes de luz masivos. A comprar velas y abanicos.
Ilustración: Marcelo Spotti