Redacción Canal Abierto | Desde la premier italiana Georgia Meloni hasta el mandatario salvadoreño Nayib Bukele, pasando por el húngaro Viktor Orban o el español Santiago Abascal, la ultraderecha saluda la vuelta al poder de quien reconocen su líder global.
Como no podía ser de otra manera, Javier Milei también se subió a los festejos y reconoció -incluso antes de que se confirmara oficialmente la derrota de Kamala Harris- la “formidable victoria electoral”.
En un posteo en inglés, el argentino felicitó a Donald Trump: “Ahora, a hacer América grande de nuevo (Make America Great Again). Sabés que podés contar con la Argentina para llevar tu tarea”.
Acompañó el texto con una imagen del breve encuentro que mantuvieron ambos hace algunos meses, durante uno de los seis viajes de Milei a tierras estadounidenses. De fondo, en vez del desprolijo escenario tras bambalinas donde el platinado recibió al titular del Ejecutivo nacional, la bandera del país del norte agregada mediante Inteligencia Artificial.
La expectativa en Casa Rosada es que la cercanía ideológica y el alineamiento irrestricto a las políticas de Washington puedan asegurar los dólares necesarios para sostener el plan financiero de La Libertad Avanza.
La apuesta es a la posible intervención en las negociaciones con el FMI –cuyo principal accionista es Estados Unidos- para habilitar fondos frescos y así evitar una devaluación (y su consecuente impacto inflacionario) que ponga un freno a la sangría de reservas del Banco Central.
Es decir, repetir la estrategia de 2018, cuando Luis “Toto” Caputo y compañía se hicieron del mayor préstamo en la historia del FMI (violando todos los estatutos del organismo). Aquellos 45 mil millones de dólares sirvieron de poco más que de respirador para un esquema de bicicleta financiera que igual eclosionaría un año más tarde.
“Estados Unidos es un aliado clave para Argentina. La victoria de Trump es una gran noticia para el país. Hasta Elon Musk, que formará parte del gobierno, es amigo de Milei. Qué bien votamos”, tuiteó esta mañana el consejero económico presidencial, Demian Reidel. Ahora bien, ¿esto es así?
A diferencia de hoy día, la Argentina de aquellos años mostraba bajos niveles de endeudamiento y un deterioro de la situación bastante menos pronunciado que con Milei. El principal diferencial, sin embargo, entre una era y otra tiene que ver con el vínculo previo entre el propio Trump y la familia Macri (Franco, el fallecido padre del líder del PRO, había sido socio del magnate republicano en distintos emprendimientos inmobiliarios).
Otro punto es el timing del desembolso: Juntos por el Cambio venía de ganar una elección legislativa intermedia y se perfilaba bien de cara a la presidencia de 2019; el ahogo que sufre Milei sucede a menos de un año de asumir el Ejecutivo y en un escenario futuro por demás incierto.
Por otro lado, no es menor el hecho de que el FMI hoy no tenga el mismo margen para seguir alimentando la vorágine timbera de su mayor deudor planetario. Mucho menos a sabiendas de que el destino de esas divisas va a estar en manos de la misma persona (Luis Caputo) que dilapidó una fortuna hace tan sólo seis años atrás mediante el mismo esquema que el propuesto en la actualidad, el carry trade.
A este análisis debemos sumar un interrogante central, sobre todo frente a un mundo en guerra y una disputa comercial con China que de seguro escalará durante los próximos cuatro años: ¿es la Argentina o Milei una prioridad en la agenda trumpista?
En campaña, el mandatario electo había prometido una fuerte suba en los aranceles a productos chinos y a otras importaciones, una mala noticia para economías emergentes como la nuestra. Es una de las tantas medidas proteccionistas, apuesta al mercado interno -aumento del gasto público y profundización del ya enorme déficit fiscal, una mala palabra para los libertarios argentinos- y baja en las tasas del Tesoro.
Si en materia comercial, son todas malas noticias, y en lo que respecta a futuro financiamiento, no parece haber demasiado para entusiasmarse, ¿qué festeja Javier Milei?