Redacción Canal Abierto | Luego de la masividad que logró cosechar en el 1F, este sábado el movimiento transfeminista, antifascista y antirracista vuelve a las calles en el marco del Día Internacional de la Mujer Trabajadora, dese hace años reconvertido en Paro Internacional. En Ciudad de Buenos Aires, la convocatoria es a las 16 horas para marchar de Congreso a Plaza de Mayo, y habrá movilizaciones en todas las ciudades y pueblos del país.
La consigna que aglutina al más amplio abanico de organizaciones, partidos políticos y a las tres centrales sindicales desborda, una vez más, las reivindicaciones identitarias: la convocatoria es “contra el hambre, el saqueo y la crueldad”. Esto incluye desde el repudio a la “batalla cultural” del Gobierno, que solo busca agitar el odio en la sociedad, hasta el rechazo al despojo de los derechos sociales más básicos -como el de las moratorias previsionales que permitieron jubilarse a 9 de cada 10 argentinas-, o la denuncia por la criptoestafa, por la que se investiga al Presidente Javier Milei, a su hermana y demás personajes de su círculo más próximo.
En diálogo con Canal Abierto, la escritora y periodista lesbiana, Marta Dillon, hizo una breve genealogía de los 8 de marzo, desde las pequeñas movilizaciones convocadas por las izquierdas en los años previos al Ni Una Menos, hasta el primer y masivo Paro Internacional Feminista en 2017, y este de 2025, que llega con el ímpetu del 1 de febrero, organizado tras los dichos homófobos, transfóbicos y misóginos de Milei en el Foro de Davos.
“El 1F marcó un ritmo propio, porque mucha gente respondió a la idea del antifascismo, o por lo menos a la idea de poner un límite común a avances muy graves y sostenidos en contra de la vida. Porque cuando decís ‘hay que extirpar como un cáncer a las personas LGBT’, bueno, estas poniendo en riesgo la vida”, afirma la también integrante de la Columna Mostri, principal convocante de la masiva movilización de febrero.
Uno de los acuerdos a los que se llegó en el proceso de asambleas previas a este sábado 8 –rescata Dillon- fue reconocer que en las movilizaciones “no sobra nadie”. “Esto me parece muy importante: si los feminismos, los transfeminismos y el movimiento LGBTIQ+ tienen posibilidad de generar alianzas transversales, estas alianzas no se pueden terminar en las cuestiones identitarias”.
“Entonces, insistimos en que el 8M, así como el 1F, es una marcha para todas, para todes y para todos también”, subraya. “Hay que dejar de preguntarse si los varones pueden o no pueden ir. Si vas con las consignas de pensar un límite al gobierno fascista de Milei, si vas con la consigna de defender la ESI, con la consigna de defender el acceso al aborto porque no hay presupuesto para los insumos, bueno, entonces estás en la marcha”.
En la entrevista, la periodista también se refirió al Día de la Visibilidad Lésbica que desde hace 15 años se celebra cada 7 de marzo en conmemoración por el lesbicidio de Natalia “la Pepa” Gaitán. Ese crimen, destaca Dillon, “nos recuerda que hay cuerpos que para el patriarcado valen menos que otros”. Sin embargo, “somos una minoría muy intensa que viene proponiendo otras formas de vida, otras formas de cuidados mutuos, y muchas de las discusiones que pasan a los feminismos empiezan desde las lesbianas”, reivindicó.