Por Nahuel Croza | La Resolución 452/2025, del 10 de abril pasado, con la firma del ministro de Economía Luis Caputo derogó la resolución 152 del 2021 del entonces Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca, rubricada por su titular Luis Basterra. De esta forma se liberalizó la actividad y se levantaron las regulaciones y controles a la producción que el Instituto Nacional de la Yerba Mate (INYM) efectuaba. Si la intención del Gobierno se concreta, esta medida significará el fin de una actividad que da vida a la provincia de Misiones y que tiene a los pequeños productores y a los trabajadores tareferos como protagonistas.
En la práctica, esto significa que cualquier empresa o productor podrá sembrar las hectáreas de yerba mate que quiera, sin tener que cumplir los límites que imponía el INYM.
La resolución derogada creaba una “Comisión de seguimiento” (integrada por representantes de distintos eslabones de la cadena productiva y de los estados) para velar por el ordenamiento de la actividad yerbatera respecto a la incorporación de nuevas plantaciones, con la intención de mantener un precio de mercado que hiciera sustentable la actividad.
“Nosotros veníamos en picada el año pasado. Esperábamos que la Nación nos escuchara con todo lo que le pedimos y hasta ahora no tenemos nada, no resolvieron nada, nos perjudicaron más todavía porque liberaron la plantación de yerba. Hoy los productores no tenemos rentabilidad ni para limpiar, menos para empezar a poner cultivos nuevos”, relata a Canal Abierto Jorge Lizznienz, productor de Jardín América, Misiones.
El Gobierno de la Nación le quitó las facultades de regulación al INYM y liberó la plantación de yerba. “Eso nos perjudica aún más a los productores pequeños que somos minifundistas en Misiones”, explica Lizznienz quien es parte de la Cooperativa de Productores Jardín América, que seca, muele y acopia la yerba que producen pequeños productores y la comercializa con las marcas Flor de jardín y El abuelo yerbatero.
El INYM
Creado por la Ley 25.564 en 2002, tras el histórico tractorazo de los productores del año previo, el Instituto Nacional de la Yerba Mate equilibraba la plantación de Yerba Mate. “Nosotros manejábamos una producción de entre 700 y 800.000 millones de kilos por año, la plantación se limitaba para que no se produjera más allá de ese tope y se generara una sobreoferta”, explica el productor agropecuario.
En los últimos años se plantó sin autorización y se llegó a los 1000 millones de kilos de hoja verde. Debido a la sobreoferta, cayó el precio de mercado. La liberalización del mercado favorece a las grandes empresas, en este caso dos: Estancia Las Marías y Playadito. “Los grandes productores mecanizaron la producción. Nosotros, lo que es yerba, hacemos todo manual, tenemos muchos operarios, generamos mucho trabajo y hacemos uso intensivo de mano de obra. La cosecha mecanizada sólo la pueden hacer los grandes, nosotros no podemos comprar una máquina que vale entre 60 y 70 millones”, describe Lizznienz. “Esto deja sin trabajo a los obreros y la calidad del producto es otra. Cambia todo para el consumidor”.

“Estamos desapareciendo”
Resumiendo: el INYM fijaba un valor de mercado para la yerba que asegurara rentabilidad al productor y limitaba la producción favoreciendo a los pequeños productores. Trataba que no se plante más de lo que se vende, controlar la plantación para que el productor chico tenga una rentabilidad mínima y que le permita su inclusión en el mercado. Desde la sanción del megadecreto 70/2023, y las sucesivas medidas en su desmedro, el instituto está herido de muerte… de inutilidad.
“Hoy nosotros estamos desapareciendo. No podemos competir con el libre mercado. Las industrias están comprando las chacras de los productores que son personas grandes y personas cuyo hijos se fueron, que no se quedaron porque no hay futuro. Se están adueñando nuestras tierras con esta política”, narra Lizznienz, quien acota que sus dos hijos se fueron. “Tengo un varón y una hija, ninguno queda en la tierra. Los dos estudiaron y salieron de la tierra porque no le ven futuro”.
Como ejemplo, el yerbatero nos cuenta el caso de la producción de té. “El 80% de la producción de té está en manos de los dueños de las industrias. El productor empezó a erradicar el té, porque se empezó a fundir. Entonces comenzó a plantar un poquito de yerba o a hacer mandioca o a hacer forestación porque el té fue monopolizado por cuatro industrias. Eso es lo que tememos que pase con la yerba, y que llegue el momento en que el productor primario de Misiones desaparezca”, concluye.
La situación actual
“Nuestra cooperativa está levantando la cosecha del productor, pero estamos tratando de no vender la canchada, sujetándola en los galpones, porque los rindes son muy bajos, al menos hasta ver si mejora el precio”, explica Jorge.
En este momento, sólo se está pagando el servicio de cosecha que es para el operario. El productor no puede vender su propia producción. En la competencia entre las dos grandes firmas, Playadito aventaja a Las Marías. Para recuperar mercado, esta empresa empezó a bajar los precios, compite para abajo y destruye al productor primario que se queda sin precio.
“Hoy, puesta en secadero -y dependiendo de la zona y la distancia- la hoja verde se paga entre 240 y 265 pesos el kilo por tonelada. El año pasado cobraba 390 pesos”, remata Lizznienz quien sostiene que también el gobierno provincial le dio la espalda a los productores primarios, que de manera autoconvocada siguen con protestas y acciones en toda la provincia.
El Movimiento Agrario de Misiones (MAM), la Asociación de Productores Agropecuarios de Misiones (APAM) y productores yerbateros autoconvocados de Oberá y Aristóbulo del Valle presentaron una denuncia contra el Presidente Milei por incumplimiento de los deberes de funcionario público por no haber designado aún al presidente del INYM, impidiendo su funcionamiento.
Por kilo de paquete en góndola son necesarios 3 kilos de hoja verde. Entonces, el productor yerbatero recibe menos de $800 por un producto que se comercializa a partir de los $4000.