Por Sofía Acosta | En el sur de la ciudad de Buenos Aires, en el barrio de Parque Patricios, la Casa Cultural Víctor Jara celebra 12 años como refugio y punto de encuentro para cientos de artistas de las más diversas disciplinas. Lo que alguna vez fue una casona centenaria deteriorada, hoy es un espacio renovado e intervenido colectivamente.
El sábado 15 de noviembre, desde las 18 hs, en 24 de Noviembre 2273, la casa festejará un nuevo aniversario con música en vivo y una muestra colectiva en la Sala Óxido. Se presentarán DJ Mil, la murga Poetas de Nadie, Perro Termotanque, Bloco Samba Marta, Changüí Guararey y, para cerrar la noche, DJ King Kohn. La actividad será gratuita.
Los comienzos
“La Jara se armó con dos objetivos: por un lado, sostener y reforzar la organización estudiantil que había crecido con las luchas del 2010, las tomas de facultades en el IUNA y en la UBA. Surgió la agrupación Víctor Jara como un modo de nuclear a compañeros y compañeras que estudiábamos distintas disciplinas artísticas y queríamos organizarnos políticamente. Era un espacio vinculado al arte, la política y la cultura popular. Por otro lado, buscábamos un espacio físico: un lugar donde encontrarnos, producir, mostrar lo que hacíamos y que también sirviera al barrio”, cuenta Jéronimo Bonadeo, integrante fundador de la Casa Cultural.
“La Jara” nació apenas ocho años después de la tragedia de Cromañón, que marcó un antes y un después en materia de habilitaciones, controles y seguridad en eventos culturales. Algunos años después, durante el macrismo, mientras muchos espacios culturales eran clausurados o restringidos, la casa crecía como un espacio sostenido por y para artistas.

“Intentamos hacer números para saber cuántas fechas de bandas tuvimos: una cuenta conservadora dio más de 1000. También pasaron talleres de todo tipo: luthería, encuadernación, dibujo, defensa personal, yoga, teatro, batería, ensamble vocal, danzas andinas y urbanas, arte público, serigrafía, guitarra, murga, jazz, ajedrez. Además, la Sala Óxido se convirtió en un polo de artes visuales con una muestra nueva cada mes. En 2021 hicimos un festival a cielo abierto junto a Planta Inclán y Galpón Face, y tocaron Los Besos como número principal”, recuerda Roberto Cigarrán, otro integrante del espacio.
El vínculo con el barrio fue un desafío y hoy es uno de los pilares de la casa. “Fue una construcción ardua, pero, sobre todo desde la pandemia, se dio una integración real. El barrio entendió la importancia de tener un lugar de puertas abiertas como la Jara: un espacio que recibe, que refugia, que acompaña y propone”, afirma María De Melo.
Economía agroecológica como sostén
La Casa Cultural también sostiene su actividad a través del Nodo Agroecológico Parque Patricios, un punto de venta de productos de cooperativas y pequeños productores. Verduras de estación, alimentos sanos y precios accesibles son parte de una propuesta económica, social y ambientalmente beneficiosa.
“Los métodos ‘convencionales’ buscan maximizar ganancias y aumentar volúmenes, pero eso termina generando alimentos con residuos tóxicos, concentración de tierras, menos trabajo rural y contaminación. Es un modelo más parecido a una actividad extractiva que a la idea tradicional del campo”, explica Francisco Alvarelloz, impulsor del Nodo.

Gracias al Nodo, “la Jara” pudo sostenerse económicamente durante los meses más duros de la pandemia, cuando sus puertas debieron cerrar. También ayuda a sostener la olla popular, que se realiza todos los lunes y alimenta a más de 200 personas, con donaciones que llegan, en muchos casos, a través del propio Nodo.
“Experiencias como el Nodo nos permiten poner en práctica aquellas lógicas sociales que queremos construir. Son pequeñas, pero forman parte de una red más grande y generan poder popular”, señala Alvarelloz.
Comunicación autogestiva en pandemia
En 2020, con las actividades culturales suspendidas y muchos trabajadores del sector en situaciones críticas, la Casa Cultural mantuvo su vida comunitaria gracias al Nodo y a las ollas populares. En ese contexto surgió el streaming Sale Taper, una experiencia de comunicación autogestiva que conectó artistas, productores barriales y debates políticos desde el sur de la ciudad.
“Como algunos seguíamos yendo al nodo de verduras, pensamos en mostrar lo que pasaba: también funcionaba una olla popular. Teníamos experiencia en comunicación, así que armamos Sale Taper, ‘salir del tupper’, por la idea de romper el encierro. Pasaron músicos y entrevistados de todo tipo. Muchos decían: ‘Es la primera vez que toco después de meses’, y agradecían poder volver a compartir su arte aunque fuera virtual”, cuenta Luciano Di Costanzo.

El streaming —aún no tan masivo como hoy— permitió recomponer lazos, sumar exintegrantes y dar un espacio de expresión a artistas que necesitaban volver a crear.
Un espacio que resiste
A pesar de las dificultades económicas y las idas y vueltas propias de un proyecto autogestivo, la Casa Cultural Víctor Jara continúa de pie en Parque Patricios, abierta al barrio, a los artistas y a quien quiera habitarla.
Si Víctor Jara viviera, sin duda estaría orgulloso.

